11. Prácticamente muertos

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—¿Quieres un poco más?— le ofrece a su hija, inclinando apenas la pequeña olla en sus manos. Se encuentran desayunando con el grupo como cualquier otro día. 

—Sí, está bien.— Asiente, acercando su plato.

Nuevamente se acomoda en su asiento, observando a su grupo comer, algunos como Andrea afilaban sus cuchillos o preparaban más de comer como Carol.

—Chicos.— Verónica se gira hacia donde proviene la voz, encontrándose con Glenn. La inquietud en el joven resaltaba. Se acomodan en sus lugares con la vista sobre él, observándolo— Bueno...— hace una pausa, ojeando a Dale—... el granero está lleno de caminantes.— informa de una vez por todas. Inmediatamente quedan inmóviles, fijando sus vistas en el muchacho luego de su imprevisto comentario.


Una vez más, Verónica y Carl se encargan concluir sus tareas, aunque la mente y concentración de ambos se encontraba en otra parte. Tan pronto como Glenn confesó que los Greene tenían caminantes acorralados en su granero, fueron directo a revisar el lugar. Shane quería entrar, estaba fuera de control, tanto así que casi comienza una pelea física entre él y Daryl. También, en resumen, aclaró que le importa un carajo Sophia. Que tal vez era demasiado tarde, que deberían irse y dejarla atrás. Esa era la razón de tal pelea con Dixon.

Las palabras de Walsh están grabadas en la cabeza de los pequeños, que no pudieron interrumpir. A la menor le hubiese encantado insultarlo de pies a cabeza, gritarle cada grosería hasta quedarse sin voz, pero su madre estaba presente. Además, seguramente si hubiese intentado hacerlo se hubiese echado a llorar. Es de esas personas a las que la rabia les desborda los ojos en lágrimas.

—¿Shane cree que Sophia está muerta?— pregunta el niño, bajando su lápiz. Lori se gira ligeramente, sus ojos permanecen en el castaño, pensando en una respuesta con la más leve elección de palabras para su hijo.

—Shane está asustado.

—¿De los caminantes del granero?

—Sí.— Ambas madres intercambian una disimulada mirada, y vuelven a controlar los deberes.

—Mamá.— habla luego de unos cortos minutos. Su vista está puesta en la mesa, pero su mirada perdida.— No me iré hasta que encontremos a Sophia. Y tampoco quiero irme después.— Niega.

—No nos iremos, niños.— Mira a ambos, sabe que tienen el mismo pensamiento sobre el tema.— Terminen esos problemas.

—Creo que a ella, le gustara.— Dice la oji-azul.

—Sí. Este lugar podría ser nuestro hogar.— Lori abraza a su hijo. Diana le da un pequeño y cariñoso beso en la cabeza a su hija, luego peina su cabello con delicadeza.



* * *



—¿Qué lees?— Le pregunta a Carl luego de sentarse a su lado.

—Una revista que encontré por ahí, no tiene nada interesante.— dice disimulando el asco. Lo único que hallo en el papel fueron imágenes de personas adultas posando de forma vergonzosa con escasa ropa. El pequeño espera con ansiedad borrar tales figuras de su mente.

—Al menos te entretienes con algo.— asiente, dudoso— Oye, estuve pensando. Hay que hacer algo con Shane.— el niño deja la revista de lado y voltea hacía su amiga, con su ceño fruncido.— No me refiero a matarlo, tonto.— Sonríen ante el mal entendido.— Sólo digo que hay que aclararle las cosas, ya sabes, no nos iremos de aquí hasta encontrar a Sophia.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora