34. A

627 58 38
                                    


—¿Un auto?— cuestiono al oír a Dixon, arqueando apenas una ceja.

—Sí, con una cruz pintada en la parte trasera. Trate de seguirlo, pero iba demasiado rápido.

—Sé que esta viva, pero... aún así me culpo por no haberme quedado con ella.— niego cabizbaja, observando como arrastro mis pies al caminar.

Últimamente los días siempre son calurosos, pero hoy en específico el sol nos golpea fuertemente, cansándonos más de lo que deberíamos permitirnos. Aunque mi cansancio en particular también tiene que ver con que no logré pegar un ojo en toda la maldita noche, más allá de que Daryl, Mich y Rick se quedaran vigilando. Me mantuve quieta, observando de forma fija la ventanilla junto a mí. No podía quitar la sensación de cuando aquel horrible hombre metió sus ásperas y frías manos debajo de mi blusa, recorriendo mi espalda y queriendo tocar mi piel debajo de mis otras prendas. Pero no soy capas de hablar de aquello en voz alta, es algo que por alguna razón me avergüenza.

—No tienes que culparte por todo. Además, si te hubiese quedado con Beth, tal vez Luke habría muerto.— levanto mi vista hacia el pequeño mencionado. Elevo los extremos de mis labios al verlo caminar unos metros adelante, mostrandole con emoción a Rick como empuña mi cuchillo. Vuelvo a Daryl con la sonrisa intacta, asintiendo.

—Me alegra que estés aquí.

—También me alegro de que el dúo continúe.— dice con una escasa sonrisa.

—Hablando de eso, ¿Cómo nos llamaremos?

—No lo arruines.— musita.

—Es un buen nombre.— me encojo de hombros, causando que Dixon ría.

—Estamos cerca.— habla Rick, deteniéndose.— creo que llegaremos de día. Ahora iremos por el bosque, no sabemos quienes son.

—Bien.— caminamos unos pocos metros más, adentrándonos al bosque.

 Fijamos nuestras vistas en aquel alto edificio detrás de las rejas, mirando sin darle mucha importancia los pocos vagones a su alrededor.

—Separémonos. Vigilemos un rato, veamos que hay, y preparémonos. Manténganse cerca.— asiento con cada palabra, apretando el mango del cuchillo en mi mano.— ¿Quieres venir conmigo?

—No, gracias.— volteo con confusión al escuchar el triste tono de Carl.

—¿Por que no fuiste con tu papá?— le pregunto minutos después, mirándolo de reojo. Suspiro ya que no recibo respuesta, así que continuo hablando.— Cuando te hable de Dante, no me preguntaste como murió.

—Ya lo sabía.

—Sí, pero el "como" es importante. Mis padres llegaron a mi departamento en el momento justo que nuestra niñera estaba a punto de tirar abajo las puertas del armario en donde estábamos mi hermano y yo, claramente era una de ellos. Luego de eso tomamos rápidamente nuestras cosas y salimos de allí, asustados. Era de noche y nosotros no sabíamos que mierda hacer, a donde ir, no conocíamos a casi nadie ni estábamos lo suficientemente familiarizados con las calles de la ciudad como para correr en alguna dirección. Solo corríamos aterrorizados, siguiendo a un militar que fue atacado segundos después. En ese momento mi hermano se soltó de mi mano por el repentino susto, o tal vez por que alguna de las personas a nuestro alrededor lo empujo bruscamente como para que caiga, no lo sé. Minutos después pude encontrarlo, ya estaba muerto. Se perfectamente lo que estas sintiendo por tu padre, no debes tenerle miedo. Ni a mi.

—El otro día me dijo...— habla cabizbaja— que está orgulloso de mí, que yo soy un buen hombre. No lo soy.

—Carl—

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora