13. Juez, jurado y verdugo

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—¿Entonces, qué harán?— Pregunta el castaño parado a un lado de su madre, ayudándola con el desayuno. Lori hierve el agua para preparar té, y ambos niños sostienen las tazas.

—Nos sentiríamos mejor si lo supiésemos. ¿Saben qué harán?

—Ten.— Le susurra a Verónica luego de llenar su taza.

—¿Lo tendremos aquí?— Shane y Rick se miran unos segundos, algo había sucedido cuando trataron de abandonar a Randall. El plan era relativamente bueno. Dejar al desconocido en una escuela, al menos aquello lograron escuchar Carl y Verónica detrás de la puerta de la habitación en la que se reunieron los adultos. Si Sophia estuviese ahí serían imparables.

El caso es que al parecer no resultó. Ambos hombres regresaron completamente golpeados y hechos mierda, Randall continuaba en el asiento trasero de la camioneta.

—Pronto lo sabremos.— Todos voltean discretamente al oír pasos, es Daryl quien se acerca. Él se estaba encargando hasta el momento de hacerle preguntas a Randall, sacarle información. 

—Tienen una banda, son treinta. Tienen artillería pesada y no quieren amistad. Si nos encuentran los hombres moriremos, y las chicas —hace una pausa, mirando el suelo — querrán estarlo.— la pequeña arruga su ceño. No entendía exactamente a que se refería.

—¿Cómo te dijo eso?

—Hablamos un poco.— Confiesa luego de ver su mano. Sangre caía a gotas de sus rojizos nudillos.

—Que nadie se le acerque.

—Rick, ¿Qué vas a hacer?

—No tenemos opción, es una amenaza. Tenemos que eliminar las amenazas.

—¿Entonces lo mataras?— Cuestiona Dale, sorprendido.

—Está decidido, lo haré hoy.— Sin decir otra palabra se aleja, el anciano se apresura a ir tras él.



* * *



La vista de Verónica recorre sus alrededores, tratando de diferenciar la figura de Dixon a lo lejos. Pero no hay nadie, lo cual hace que la pequeña suelte un pesado suspiro. Supuestamente él ya está en condiciones. No es que quiera apresurarlo, él mismo dijo que ya estaba mucho mejor. Así que necesita pedirle que las practicas comiencen.

—Oye.— Voltea rápidamente para encontrarse con Carl. Él camina sin prisa hacía ella.— Voy a entrar al granero.— la menor inclina apenas su cabeza.

—Pero, ¿ahí no está Randall?

—Exacto. Quiero verlo. ¿Vienes conmigo, cierto?, no sería lo mismo sin ti.— lo observa unos segundos, pensativa. Finalmente asiente, quedando con que luego averiguaría donde estaba el arquero. Tal vez ni siquiera estaba en la granja.



Ambos se quedan quietos en sus lugares. Están detrás del granero, tratando de hallar con la vista algún lugar para que puedan ingresar. Cualquier cosa.

—Ahí.— señala una madera algo salida, perfecta.— Hay que hacerlo con cuidado, parece bastante suelta.— Carl asiente.— Yo iré primero.

—¿Ya hiciste esto antes?

—Siempre, antes me la pasaba escalando árboles en el patio de mi casa. Luego me mude a la ciudad y toda la diversión se terminó.— dice con una sonrisa triste, claro que asegurándose de que Grimes no la vea. Se sujeta con fuerza de un clavo, y ágilmente se cuelga del marco de una ventana. Hace fuerza y consigue subir. Carl escala detrás de ella, se le dificulta un poco.— Dame tu mano.— Susurra. Estira su brazo lo más que puede y Grimes consigue tomarla.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora