23. No soy Judas

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—No nos iremos— habla Rick en un tono seguro. 

—No podemos quedarnos aquí.

—Y si hay otro francotirador una tabla de madera no servirá— argumenta la castaña de ojos verdes, cargando su arma.

—Ni siquiera podemos salir.

—Ni a la luz del día— completo, con la vista clavada en el suelo. Ahora realmente no sé que debemos hacer, no tenemos absolutamente nada para por lo menos defendernos, y no podemos salir porque no sabemos con exactitud si otro idiota nos espera allí, apuntando a nuestras cabezas.

—Rick dice que no vamos a salir, y no lo haremos.

—No, es mejor vivir como ratas.— la irritante voz de Merle se escucha detrás de mí. Volteo disgustada a verlo.

Cuando nos atacaron, milagrosamente Daryl apareció para ayudar a Rick con unos caminantes, lo malo es que su hermano estaba con él. Estoy completamente feliz de que este nuevamente entre nosotros, pero no que el imbécil de Merle sea parte de esto. Él golpeó a Glenn, estuvo al lado de nuestro actual enemigo.

—¿Tienes una idea mejor?

—Si, solo digo que deberíamos habernos ido anoche y vivir para luchar otra batalla. Pero se nos fue esa oportunidad, seguro tiene exploradores en los caminos que salen de aquí.

—No le tenemos miedo a ese imbécil.— digo acercándome escasamente, aunque él este del otro lado de la reja que separa el pabellón del comedor.

—Deberías, señorita— frunzo mi ceño con arrogancia al escucharlo intentar hablar español, al parecer es la única palabra que sabe—. Todos deberían. Eso del camión y la reja, eso no es más que tocar el timbre para él. Puede que tengamos muros fuertes, pero él tiene armas y gente. Si controla los terrenos altos, rayos, podría hacernos morir de hambre.

—Pongámoslo en otro bloque de celda— propone Maggie, inquieta.

—No— subo mi vista hacia las barandillas, viendo a Daryl allí—. Tiene razón.

—¡Es todo tu culpa!, fuiste tú quien comenzó todo esto.— le grita Greene, el mayor de los Dixon desvía la mirada, sin darle importancia.

—No importa quien tiene la culpa, ¿Qué hacemos ahora?

—Dije que debíamos irnos. Axel está muerto, no podemos permanecer aquí sentados.— Rick le dedica una corta mirada a Hershel, y como es de costumbre, da pasos alejándose de nosotros—¡Vuelve aquí!— la voz del hombre hace eco por el pabellón, lo miro sorprendida. Se levanta con prisa y con ayuda de sus muletas camina hacia Grimes, quien se detuvo al oírlo— Te estamos perdiendo Rick. Todos lo hemos visto, entendemos por qué, pero ahora no es el momento. Una vez dijiste que esto no es una democracia —recuerdo perfectamente aquella noche—. Ahora tienes que hacerlo valer. Puse la vida de mi familia en tus manos. Aclara tus ideas, y has algo.



Mis pisadas a través del pasillo son lo único que se escucha en todo el pabellón, hasta que me detengo frente a una celda. Corro la tela que utiliza como puerta y me asomo. El arquero se encuentra tendido en la litera de abajo, jugando con la flecha en sus manos. Tomo su silencio como un "puedes pasar".

 —Puede que seas insoportable en muchas ocasiones, pero te extrañe.— hablo luego de inspeccionar rápidamente su celda, acabando con mi mirada sobre él.

 —Bueno, aquí la irritante eres tú, pero también te extrañé. Aunque no a este lugar.

 —Es nuestra casa.— me encojo de hombros.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora