19. Cuando los muertos llegan a la puerta

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Tomo casi sin ganas una cucharada de mi plato de comida, solo lo hago para no tener hambre luego. Lo que sea que se encuentre sobre el plato, se ve completamente asqueroso y el sabor no se diferencia de su aspecto.

—¿Están todos bien?— cuestiona una voz detrás de mí. Volteo al instante de reconocerla, Rick está apoyado en la reja, observándonos.

—Sí, gracias.— contesta Beth, alimentando a la pequeña con su nuevo biberón. Rick se acerca a pasos lentos hacía nuestra mesa, sin decir nada.

—¿Y qué hay de ti?

—Limpie el cuarto de las calderas.— comenta, cabizbaja.

—¿Cuántos habían?

—No lo sé. Diez, veinte, tengo que volver. Solo quería ver como estaba Carl.— golpea cariñosamente el hombro de su hijo.

—Rick, nos encargaremos de los cuerpos.— dice Glenn, levantándose de su lugar— no tienes que hacerlo tú.

—Debo hacerlo.— interrumpe— ¿Todos están armados?— camina en dirección a Daryl, él está comiendo sentado en las escaleras.

—Sí, pero hay pocas municiones.

—Maggie y yo planeábamos salir esta tarde. Encontré una guía con lugares que podemos visitar para buscar balas y leche.

—Vaciamos el cuarto del generador. Axel lo está arreglando.— dice, interrumpiendo a Glenn.— Para emergencias. También revisaremos los niveles inferiores.

—Bien.— Asiente, alejándose con prisa hasta irse nuevamente.


Salimos de la prisión detrás de Rick, es más que claro que ya se encuentra aunque sea un poco mejor. Hace no más de media hora entro al comedor, caminando directamente hacia su hija. La tomo entre sonrisas y besos, creando tiernas sonrisas en nosotros.

Exhalo una gran cantidad de aire, realmente extrañaba sentir el cálido sol chocando contra mi piel, más allá de que no fue hace mucho la última vez que salí. Camino a un lado de Rick, observando a la pequeña en sus brazos, ella esta dormida, completamente en paz y en calma.

—Es bellísima.— digo, sonriendo de lado.

—Lo es.— coloca una mano en mi hombro, dedicándome una sonrisa.— Se parece a ti, Carl.— comenta, volteando hacía su hijo. Ríe tiernamente al oírlo, observando de más cerca a su pequeña hermana. Aunque la mirada del hombre cambia al voltear hacia las rejas.— Oye, ¿puedes?— le pasa con cuidado la bebe a Carl, él la toma con delicadeza.— ¿La tienes?— Pregunta antes de soltarla.

—Sí.

—De acuerdo.— mira por última vez a sus hijos y comienza a caminar hacia aquella reja, fijando su vista en ella.

Acaricio ligeramente la rosada mejilla de la niña, tratando de no despertarla.

—¿Verónica?— susurra, con la vista clavada en la reja. Bastantes muertos están del otro lado, sacudiendo con brutalidad los alambres con la intención de alcanzar a Grimes, quien se aproxima corriendo a ellos. Pero mi atención se centra en medio de ellos, uno permanece casi inmóvil.

Le entrega rápidamente la bebé a Beth, claramente con el mayor cuidado en sus movimientos.

—Vamos.— dice en un tono bajo, tomando las llaves de su bolsillo y corriendo hacia allá. Me apresuro a ir tras él.

DESDE PEQUEÑOS│𝑐𝑎𝑟𝑙 𝑔𝑟𝑖𝑚𝑒𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora