better than ever

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La mujer no sabía qué hacer, su mente estaba pensando en el siguiente paso, la verdad es que no tenía muchas alternativas y, las pocas que le quedaban se reducían a algo nulo al desconocer las intenciones del (ya no tan pequeño) ojiazul. Definitivamente había heredado la firmeza de su madre, toda expresión del príncipe reflejaba una determinación absoluta, determinación que, no indicaba venganza; no, el prefería llamarlo justicia con algo de karma. La fiesta se había terminado para Minerva.

—¿No vas a decir nada, abuela?.- Le preguntó al no escucharla liberar sílaba alguna.- Perfecto, guarda silencio para que seas capaz de escuchar todo lo que yo tengo para decirte.

—No entiendo el motivo de toda esta imprudencia.- Finalmente salió de aquel trance, bajando los últimos escalones.-  Ahora mismo te ordeno que me guardes el respeto que merezco.- Le señaló, estando frente a frente.

—¿Ordenarme, tú, a mí?.- Se burló con gran sarcasmo.- No más, Minerva.- Le puso la mano abajo.- Ese niño al que controlabas, ya no existe, está muerto.- Afirmó con voz impasible.

—Este teatrito tuyo es una completa ridiculez.- Cruzó los brazos.

—Es que esto no es ningún teatro. A diferencia de ti, yo no necesito inventar nada para ver mis objetivos cumplidos: al contrario, abuela, he vuelto para hablarte de verdades absolutas, puede que hasta ya hayas olvidado algunas.- Se encogió de hombros.- Pero yo te haré recordar cada una de ellas.

—Tu actitud me avergüenza.- Le miró fijamente, aunque, ante las palabras del príncipe, toda su presencia inescrutable empezaba a desmoronarse.

—Si mi actitud te avergüenza, la tuya me repudia.- Le miró con cierto desprecio.- ¿Qué tanto valor pueden tener las acciones de alguien si están basadas en estafas?

—No entiendo de qué me estás hablando.- Desvió la mirada a un rincón del living.

—Era algo como... ah, sí... enriquecer las empresas Campderich con fraudes, ¿ahora recuerdas? Todo mientras te mantenías con la fortuna de mi madre y destrozabas su matrimonio al volver a mi padre un esclavo de la oficina. 

—No sé de dónde has sacado tantas infamias.- Respingó ya con los nervios de punta.

—Tal vez con esto hagas memoria.- Soltó a Harry para poder tomar unos documentos que, probaban varios fraudes empresariales hechos por las industrias Campderich. El ojiazul le lanzó cada papel a los pies, al fin y al cabo solo eran copias.

—¡Detén esta estupidez, Louis!.- Exclamó más que llena de ira.

—Supongo qué es cierto cuando dicen que la verdad quema.- Sonrió con tranquilidad.

—¡Sal de la mansión ahora mismo!

—¿Te atreves a echarme de mi propia casa?.- Se carcajeó con gran ironía.- Todo lo contrario, Minerva: tú te vas a ir de aquí. Tomaste la felicidad de mis padres, la autosuficiencia de papá, el dinero de mamá, mi valiosa infancia y, por poco, me quitaste a Harry; pero no más, él es la prueba de que se te acabo el juego.- Miró al ojiverde por unos segundos.

—Nunca debió de subestimar la fortaleza del amor que nos tenemos su nieto y yo, señora.- Styles al fin había roto el silencio.- En una ocasión me dijo que yo nunca estaría a la altura de Louis y no, se equivocó, la única que nunca estará a su altura, es usted.

—No puedo creer que hayas provocado que mi único nieto se condenara al infierno haciéndolo homosexual.- Pronunció con sumo desprecio.

—Me pregunto si la prisión será mejor que el infierno: creo que eso lo averiguarás tú, abuela.- Le sonrió, volviendo a despreciarla de pies a cabeza con una sola mirada.

castle walls ♕ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora