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Lo pensativo que estaba el ojiazul últimamente, también era de extrañeza para sus dos mejores amigos: Liam y Jay estaban acostumbrados a verlo desde regañándolos hasta por el simple hecho de no hablar como a él le gustaba. Esa tarde, el pequeño Campderich (aunque ya se sentía mas Tomlinson que nada) mantenía toda su concentración en redactar el discurso de graduación de su generación: y es que por un momento maldijo el ser el estudiante más destacado de todo su nivel, no contaba con el súper ánimo para realizar el mejor escrito. En algún punto su gran ego pudo ser de ayuda, pero tenía un rato que no se concentraba en estarse elogiando a sí mismo, aunque costara trabajo creerlo, lo único que no dejaba de pasar por su mente era el futuro que le esperaba.

-Louis.- Le llamó Jay, tocándole el brazo con cierta duda; no quería que de repente explotara todo lo malo en él.- Liam y yo ya nos vamos. Mi chófer ha llegado.- Avisó cuando no notó respuesta en el príncipe, ni una mirada.

-Eh... sí, está perfecto. Que les vaya bien.- Contestó sin dejar de escribir. Apenas había encontrado el hilo de la inspiración y no quería perderlo. 

-¿Seguro que no quieres venir? Te has estado matando con el discurso y aún tienes tiempo para hacerlo con algo más de calma. Tal vez alguna distracción, como salir con nosotros; le venga bien a tu inspiración.- Agregó Payne en esperanza de ver al chico alejado de esas hojas por un momento.

-No, Li, estoy bien. Ahora mismo he tomado la inspiración que tanto busqué y no quiero perderla. Me conozco y si siguen hablandome tanto terminaré mandando a la basura cada palabra.- Contestó, mirándole apenas por unos cortos y rápidos segundos. Bueno, aquello había sido mejor que nada.

-De acuerdo. Te dejamos tranquilo. Sólo trata de mirar un poco el panorama porque ni te vas a dar cuenta en qué momento llega Gonzálo.- Agregó Jay, dejándo que Liam se despidiera antes de alejarse del ojiazul.

Después de pasar un par de días lleno de ese espantoso bloqueo al que todo escritor teme, pero con el que tarde o temprano se enfrentará en más de una ocasión: por fin pudo comenzar a soltar la mano, la cual, sólo se encargaba de transcribir cada una de las brillantes oraciones que le estaba dando la mente. Louis inspiraba a provocar nostalgia, pero también esperaba liberar una que otra risa con sus ocurrencias: tampoco es que quisiera que un montón de lloriqueos de estudiantes y familiares arruinaran el momento de su discurso; tenían que dejarlo brillar primero antes de ponerse sentimentales (y, bueno, ahí estaba el ego que, por un momento, llegó a creer perdido)

-Louis.- Escuchó su nombre, pero estaba tan concentrado que ni siquiera se tomó el suficiente tiempo para saber que el dueño de esa voz era su persona favorita. Hasta el momento.

-¿Mjmm?.- Balbuceó en un sonidito. No había dicho nada claro, sin embargo, se interpretaba como un: "te escucho, pero yo no hablo, estoy ocupado, ¿No ves?"

-Príncipe, hace una semana que estoy de nuevo en la ciudad y la mitad de ella te he visto con esas dichosas hojas en mano. Deja de ignorarme o me regreso al lugar de mis prácticas, eh.- Amenazó, sentándose a un lado; mirándole tan de cerca, pisoteándole el espacio personal.

-Ajá.- Louis seguía en su mundo de palabras y ese desdén de respuesta se lo dio a saber.

-Te compré una malteada.- Le puso la tentadora bebida en frente, pero, increíblemente, el príncipe seguía ignorándolo como todo un experto.- Es de frutos rojooos.- Canturreó, moviéndo el vaso desechable. 

-¿Eh?.- Murmuró el menor, mirándole por primera vez después de varios minutos.- Hazz.- Sonrió.- ¿Qué haces aquí? No te había visto.- Dijo, haciendo que el aludido se diera un facepalm incontenible.

castle walls ♕ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora