trapeze agreements

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Pese a que una luna de miel en compañía de los hijos, no sonaba como lo ideal; para Harry y Louis no pudo haber sido mejor. La pareja no había estado en total tranquilidad hasta que la pequeña ojiazul estuvo a su lado en compañía de la querida nana y el adorado hamster, solo así se sintieron en la plenitud de su felicidad. Tampoco fue como si la princesita haya estado en el medio de los dos todo el tiempo pues, Bertha, supo mantener el concepto de luna miel, dejándoles sus ratos libres con el fin de que pudiesen salír a cenar o a dar una vuelta por esos rincones de la ciudad que fueron tan importantes en su etapa de atracción y enamoramiento. Desgraciadamente (y como es bien sabido) no todo es para siempre, en aquel presente era domingo, había pasado exactamente una semana desde la ceremonia, lo que también significaba el fin de lo que podrían ser unas breves pero también maravillosas vacaciones; al fin y al cabo que la pareja no tenía las intenciones de estar fuera por tanto tiempo, estaban más que acostumbrados a mantenerse ocupados y tanto descanso les llegaba a generar una sensación de incomodidad gracias a no sentirse útiles. No había nada que protestar, a eso estaban acostumbrados.

Tomlinson estaba en busca del ojiverde y fue gracias a una empleada de la mansión que pudo saber su paradero: la cocina. Aquello solía ser lo usual cuando el príncipe era el encargado de dormir a la pequeña; Harry aprovechaba para tener un último bocadillo nocturno.

En el momento que el castaño ingresó a dicho sitio, se encontró al psicólogo recargado junto al pequeño comedor destinado a los empleados, ese en el que él habia preferido comer en los últimos días antes de partir a Paris con tal de no soportar a Minerva y claro, porque toda la "servidumbre" como le decía ella, era mucho mejor compañía.

—Dalary está tomando el hábito de dormir hasta que le canto una canción.- Comentó el ojiazul, colocándose al lado del rizado.

—Deberías de sentirte feliz, al principio no conseguías que se durmiera por nada del mundo.- Rió un poco, continuando por comer más de ese tazón de fresas.

—Por supuesto que me alegra.- Sonrió.- Llegué a pensar que no me iba a querer.- Confesó.

—No digas eso, es imposible no quererte.- Le besó la mejilla antes de tomar otra fresa.

—¿Y ahora por qué tan saludable?.- Se burló.- Tus bocadillos nocturnos suelen ser todas esas porquerías con cientos de calorías, como el chocolate o las donas.

—Mañana tendremos que levantarnos temprano y no quiero tener problemas para dormir por causa del azúcar.

—Al menos eres sincero.

—Acompañame, esta vez no te puedes negar, señor fitness, son fresas.- Mordió el fruto rojo para después acercarlo a los labios del ojiazul.

—Cuanta seducción.- Rió bajito, provocando lo mismo en el psicólogo pero sin protestar, mordió de aquella fresa.

Harry dio otro pequeño mordisco y el pequeño mar dio el último para que el rizado fuera libre de tomarle los labios en un beso que no pudo haber iniciado con las intenciones más claras; eran toques lentos y apasionados, esos en los que se busca disfrutar al máximo el sabor del otro porque para aquel par no había nada mejor que unir sus labios así fuese solo por un segundo. Styles le lamió los labios un par de veces, así el príncipe captó y le permitió profundizar el beso dándole la bienvenida a unos cuantos juegos de lengua y vaya que el psicólogo estaba muy decidido pues había comenzado a darle pequeñas mordidas que terminaban en suspiros del ojiazul.

En pocos instantes, Louis se encontraba sobre el desayunador de la cocina integral, mantenía los dedos aferrados al cabello del ojiverde entre tanto, este, se encargaba de explorar la piel de su espalda debajo de esa camiseta lila; no les costaba nada romper un beso si a penas tomaban el aire suficiente, creaban otro mejor.

castle walls ♕ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora