not a fabergé

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Al fin era viernes, al fin podría salir de esa prisión con pinta de castillo; aunque su libertad significara ir a la mansión Styles, a reunirse con el desagradable Harry... ese pequeño hijo de puta que logró hacerlo sentir mal o sea, ¡a él!

Para Louis, fue increíblemente rápido el trayecto del Guillmore a la mansión Campderich, normalmente se le hacía eterno entre gritos hacia el chófer por no subir la velocidad.

Estando ya en la comodidad de su (no tan pequeño) palacio, se negó rotundamente a comer, el chico llevaba ya varios días presentando ausencia de apetito y aquello, por creíble que pareciese, empezaba a preocupar a su abuela y padre debido a los problemas alimenticios que había sufrido cuando tenía sólo quince años. La preocupación de Bertha, tampoco estaba ausente, sin embargo, se tranquilizó un poco en el momento que le aceptó una taza de chocolate caliente con unas cuantas galletas; la mejor merienda para días helados con lluvia

-No quiero ir a esa estúpida casa.- Dijo mientras miraba el jardín trasero gracias al gran ventanal del living.- ¿Crees que sería muy difícil convencer a la abuela de que no quiero salir con esta tormenta?

-A menos de que por alguna extraña razón usted se fuera a trasladar a pie: no. La conoce bien, al igual que a la excelente relación que lleva con esa familia, no permitiría que la hiciera pasar por esa "vergüenza".

 -¡Es que no quiero ir, Bertha!.-Chilló con un leve puchero.- Odio tratar con impertinentes e hipócritas y ese niñito Harry resultó ser de los peores que he conocido.-pataleo un poco, completando un berrinche que, le hizo recordar a la mujer los que solía tener cuando era más pequeño. 

-No quiero ser una entrometida, joven Louis, sin embargo, usted no parecía tener problemas en ir a esa casa: ¿Ese muchacho le hizo algo? ¿Lo hizo sentir mal? 

-Odio admitirlo y ni siquiera sé porqué te lo estoy contando a ti, pero... sí.-Murmuró antes de morder una galleta. 

-Pues entonces déjeme decirle que este no es usted. A Louis Campderich nunca nadie ha podido doblegarlo, usted los doblega a ellos.

El ojiazul, contrario las cejas, para después ir formando una sonrisa que se amplió segundo a segundo.

-No sé que te esta pasando, nana, pero me gusta esta nueva tú. Voy a quitarme el uniforme, dile al chófer que se prepare.- Suspiró con sonrisa de lado, entregándole la taza a la mujer para después subir a su espléndida alcoba.

¿Harry estaba en problemas? Bueno, tal vez entendería que nadie pisotea ni con zapatos de juguete al príncipe o quizá; Styles tenía una salvación sin siquiera saberlo.



Las personas con algún tipo de ceguera parcial, suele afirmar que, al recuperar la vista, ésta, vuelve mejorada, todo se ve más brillante y nítido, aunque también cabe la posibilidad de que sólo sea la sensación de recuperarla después de cierto tiempo. Al día siguiente de la operación, el paciente puede ver borroso por algunos lapsos de tiempo, pero esta mejora conforme a los dos o tres días, para suerte de Harry, estaba a un día de cumplir una semana de haber recibido aquella cirugía en París; podría ver a Campderich con toda la claridad posible o, eso si el chico estaba de humor después de la despedida tan grosera que le dio.

Faltaban cinco minutos para que fueran las cuatro en punto y, Styles yacía pendiente de la entrada de la mansión desde la ventana de su alcoba, ahora podía ver, la lluvia era su nuevo obstáculo para distinguir con claridad.

Pasaron tres minutos más y, un lujoso y reciente auto color blanco, se detuvo frente a la mansión, la ansiedad comenzó a subir cuando el chófer, bajó con un paraguas en la mano, dispuesto a abrir la puerta trasera del coche; estaba 95% seguro de que se trataba de Louis, sin embargo, aquel hombre con paraguas gigante, lo había tapado por completo. ¿Era muy pronto para empezar a desesperarse? Tal vez sí, pero Harry, ya lo estaba: "¡Al fin voy a verte, Louis, al fin!" Gritaba su mente una y otra vez.

castle walls ♕ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora