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Dedicado a cada uno de ustedes. ♡

[ Capítulo extenso. ]

Siendo veinticuatro de diciembre, todo estaba repleto y es que parecía que dejar algunas compras para último minuto, también era una tradición inquebrantable.

La pareja había salido en busca de algunos ingredientes para la deliciosa cena y no, ellos no estaban a cargo de prepararla (al menos no toda) pero ese mismo motivo fue el que dio pie para que marcharan en busca de lo necesario. El psicólogo y el príncipe demoraron el tiempo esperado, bueno, sólo en compra de los alimentos pues de ahí se pasaron a curiosear algunas tiendas: tenían todos los regalos listos, pero eso no evitaba que sintieran el cosquilleo por observar las tentaciones de cada local y vaya que eran grandes si se hablaba de las calles de Manhattan.

—Espero que mis presentes no sean una basura, nunca he sido bueno con los obsequios.- Admitió el ojiverde con una mueca. En aquella ocasión se resignó a no caminar de la mano, pues el castaño estaba perfecto con guantes en las manos y estas, en los bolsillos de su abrigo; no lo culpaba, la nieve no había dejado de caer desde la noche anterior.

—Sé que todos estaran felices con lo que sea que les tengas preparado... hasta yo.- Se encogió de hombros con sonrisa pacífica, deteniendose al encontrarse con el auto, donde, Bruce, los esperaba.

—Este frío está cada vez mas insoportable, pero a la vez quiero que se mantenga, esta navidad pinta para ser perfecta.- Le cambió el tema entre tanto ingresaban al auto, digamos que no iban a meter las cosas compradas a la cajuela.

—No seas amargado, ni que fueramos a celebrar en la calle.- Alzó una ceja, notando que Bruce comenzaba a conducir.- Sé que esta será la mejor navidad que he tenido en años.

Sin saberlo, ambos, estaban teniendo un pronóstico correcto, el hecho de que en las calles sólo se respirara amor, ayudaba bastante.

"Feliz navidad" "Mis mejores deseos" “Ten una noche increíble" se decían las personas que se cruzaban en la calle y obviamente, no todas se conocían, pero el espíritu de júbilo estaba ahí y ya nadie podía echarlo, esperaba un año para salir y aquel era su momento para brillar y entrar en los corazones de los seres más apagados y/o negativos.

Llegando al edificio, Louis le comunicó a Bruce que ya podía irse con su familia, no lo iba a esclavizar durante esas fechas tan importantes, de hecho, estaba seguro de que cargaría con el remordimiento de haberle pedido que los acompañara a realizar esas compras de alimentos, pero todo había surgido de último minuto y aquella fue la opción mas fiable pues, el auto de Styles, se encontraba en revisión mensual y él, simplemente no se sentía capaz de manejar con lo congeladas que tenía las manos... tampoco confiaba mucho en las del rizado a pesar de siempre estar tan cálido.

Al entrar al penthouse, un aroma maravilloso sedujo a su gusto y olfato; todo lo que estaba siendo preparado parecía estar de infarto y eso que a penas era el comienzo.

—Dios... si este es el resultado de juntar a Bertha con mi nana, estoy pensando en traerla a vivir con nosotros.- Admitió un fascinado ojiverde mientras partía rumbo hacia la cocina con cosas en mano.

—Adelante, que el que va a volver a engordar, serás tú.- Masculló el principe entre tanto se acercaba a la chimenea electrica. En ese mismo sitio, se encontraba su suegra.

—Eres igual que yo, cariño: este clima es capaz de congelarte.- Le comentó Anne con leve tono divertido.

—En efecto, no sabes cuanto envidio a Harry, siempre tiene una temperatura perfecta; parece ser inmune al frío.- Respondió con una mueca, escuchando risas de Gemma y su esposo, al parecer provenían del comedor.

castle walls ♕ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora