[Extra] 43 - La conversación

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Los que decían que Jiang Yanli era dulce tenían razón. Los que decían que Jiang Yanli era solo dulce, se equivocaban. Ese rasgo tan característico de su personalidad llevaba a muchos a creer que era una mujer a la que podían convencer o implantarle ideas con facilidad. Pero si algo sabían todos era que la directora del Orfanato Jiang, aparte de tener temple de acero, no se iba por la tangente. La sangre de los Yu seguía corriendo por sus venas.

Contrario a su familia materna, Jiang Yanli lideraba su pequeño pero complicado emporio con una sonrisa que inspiraba ternura y un discurso que se cuidaba de no herir a los demás. Cuando la situación lo ameritaba, su tono podía elevarse un poco, lo suficiente para dar a entender que hablaba en serio, nunca tan alto para que se confundieran sus intenciones. Ninguna persona de Yunmeng podía afirmar que había visto a Jiang Yanli enojada. Si había ocurrido alguna vez, faltaban testigos.

Su oficina en el orfanato era una extensión de su persona. Decorada por la calidez que irradiaba, quien entraba en ella solo sabía que se trataba de una oficina por el escritorio y el computador. El resto del mobiliario parecía pertenecer a una habitación secreta donde se leían cuentos de hadas hasta bien entrada la noche, en compañía de las fotografías de cada miembro de la familia enmarcadas en una colección de portarretratos muy ecléctica.

—Siéntate —le indicó a Lan Wangji señalando uno de dos sillones colocados frente a frente, terciados por una mesita donde solo cabía una lámpara.

Lan Wangji la obedeció sin apartar la mirada de los retratos y los paisajes que daban vida a esas cuatro paredes. A pesar de su intento por mantener la discreción, Jiang Yanli pudo notar que su curiosidad era mayor de la que mostraba y que su ansiedad iba en aumento.

Ella era muy buena observadora. Por eso Wei Wuxian no podía engañarla. Este hombre taciturno era mucho más difícil de leer que el pequeño hermano que la vida le regaló, pero no dejaba de ser otro ser humano con las mismas emociones y pensamientos que el resto. Después de que por sus manos pasaran tantos niños de diferentes orígenes y condiciones, no había misterio que llegara a ella y se quedara sin resolver. Lan Wangji era tan solo un nuevo caso, ni más ni menos.

Jiang Yanli se sentó en el sillón contrario para no prolongar tanto la tortura. En el fondo lo estaba disfrutando, aunque no le gustara hacer sufrir a los demás, pero era parte del repertorio. Le tocaba asumir el papel de futura suegra, aunque a sus hijos les faltara mucho para ese momento. Una práctica temprana no caía mal.

Pensó bridarle un poco de té. Recordó entonces que apenas terminaban de desayunar, así que descartó la idea enseguida.

—¿Cómo estuvo el viaje?

La pregunta era una introducción de cortesía y ambos lo sabían. Vio como los hombros de Lan Wangji se relajaron un poco; su expresión, en cambio, permaneció igual. Con ese rostro, su pobre hermano debió pensar que no causaba impresión alguna en él.

—Muy tranquilo.

—¿Descansaron bien?

—Mn.

Lan Wangji eran tan bueno en el silencio que resultaba frustrante. Cuando Wei Wuxian empezó a hablarle de él sentía que exageraba, como era costumbre en su forma de narrar. Aquella semana que estuvo en Gusu y compartió con él, estaba convencida de que Wei Wuxian mentía y de que Lan Wangji era una persona como cualquier otra, con la timidez inicial que algunos portaban ante un desconocido. Incluso lo notó muy conversador durante el recorrido por el centro de la ciudad y la cena que compartieron después.

Compartiendo con él una vez más, en circunstancias muy distintas, se daba cuenta de que Wei Wuxian tenía razón. Había que sacarle cada palabra.

Saudade [WangXian] [AU moderno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora