13. PEDES TOLLERE

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13. Pedes tollere

Salomé Boré

—Ahora todos somos hermanitos. —Dice Sethy divertida. Antes de que la conversación sea interrumpida por la voz de mi padre pidiendo atención.

Aquí vamos.

Aprovecho para acercarme a Sethy disimuladamente quien entiende lo que quiero hacer así que toma mi mano y despacio me aleja de la multitud. Ambas llegamos a la puerta y al salir la noche acaricia mi piel erizándola. Dejo ir esa manera bocanada de aire que contenía sin darme.

—¿Que sucede? —Cuestiona.

—No debía acercarme a Sade y lo hice—Confieso y ella me mira confundida. —Es que, teníamos una apuesta y la perdí.

—Vale... ¿qué has perdido? ¿Dinero? —Inquiere. Niego. Ojalá fuese dinero, pero no.

Si tan solo no me hubiera dejado llevar por esos repentinos e incómodos escalofríos que me tenían tensa mientras mi estomago se contraía, no hubiera perdido.

—¿Dirás carajo de nuevo? —Frunzo el ceño y niego.

—¡No! —Exclamo—Cielo santo. Lamento meterte en este embrollo y aún más frente al hermano de Sade ha de pensar que somos de lo peor.

—Nah. También es mi hermanito, y listo—Se encoje de hombros. —¿Quieres que huyamos y nos metamos debajo de una manta para ver pelis? así Sade no podrá cobrarte.

Niego sabiendo que eso no serviría de nada. Ya sabe dónde vivo, ya entro al círculo de confianza de mi padre y visitó la casa de mi niñez, ya no podré huir.

Ya no tengo escapatoria.

🚬

Todos se escuchan sorprendidos, alegres a la vez por la noticia, papá se casará en cinco meses, para febrero 20. Mañana tendremos un almuerzo con la familia de papá y de tía Queeny o sea la de mi madre, para que se enteren del compromiso.

Honestamente preferiría que Sade se encargue de que nos veamos mañana para no tener que ver la que se va a armar cuando esto lo sepan mis abuelos.

De solo pensarlo me siento estropeada.

—Sade—Murmuro después de pensarlo una hora. No sé cómo espera que cumpla mi pago. ¿Como podría perderme o simplemente dejarme ir? No conozco esa manera de vivir la vida sin luego de la euforia sentirme asqueada o culpable. Incluso indigna.

Mira sobre su hombro antes de girarse por completo. Mi corazón empieza a acelerarse y mi habla se despide de mí. Lamento aceptarlo, pero de cerca luce más guapo que desde donde lo observe durante toda la noche.

No voy a mentirme.

—¿Podemos hablar, en privado? —Cuestiono y el asiente, sus manos toman mi cintura activando mi piel para luego cortar el roce pasándose a mi otro costado.

—¿Vamos?

Asiento reaccionando. Recuerdo sus palabras de hace un par de días, siento que tengo calor, y que mis mejillas parecen tomates. No puedo creer que mostré de esa manera.

¿Como pude llamarle de esa manera? ¿Como pude actuar así?

Emprendo camino hacia el despacho de mi padre, le dejo entrar primero para cerrar la puerta, se detiene en medio del estudio y me acerco a el hasta posarme frente suyo ignorando las sensaciones que me invitan a estremecer.

—¿Que necesitas? —Inquiere.

—Yo...—Juego con mis dedos y ladeo mi cara y mirada de un lado al otro—¿Perdí, cierto?

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