33. PRAEIUDICATUM
Salome Bore
Mis piernas apoyadas en la ventana mientras veo el cielo gris, y el silencio a mi alrededor imita al de mi cabeza, hace unos días me encontraba con gritos de tristeza, de indigancion e infidelidad, pero ahora solo es silencio. Ni siquiera estoy sintiendo nada, aparte de mi ropa contra mi piel, o de la brisa que entra de la ventana.
—Es hora de irnos. ¿Estas listas? —Khaela me mira desde la entrada al pasillo. —¿Estas segura de que estas bien? Entiendo que ha sido mucho, pero deberías llamar a tu padre, puede acusarme de secuestro.
—Tienes un teléfono que no puedan rastrear? —Cuestiono aclarando mi garganta y poniéndome de pie.
—No le digas a donde iremos. —Advierte y me tiende el móvil.
—No voy a llamarlo a el. —Tomo el teléfono y mi pequeña maleta, saliendo del departamento, marco su numero mientras empiezo a bajar las escaleras, llevo el pequeño celular a mi oído y salgo del edificio.
—¿Sí? —Miro a mi alrededor, las personas que caminan, otras que se ejercitan, las sonrisas que tienen algunas personas mientras conversan con otras. —Salome.
—Solo quiero que me digas algo. —Empiezo a caminar hacia el auto, le entrego la maleta al taxista. —Si decido irme lejos, ¿Me dejarías en paz?
—Sabes la respuesta. —Quisiera decir que no, quisiera que contradijera lo que mi mente tiene claro, pero sé que no lo hará, porque es un maldito a quien no le importa nadie mas que tener todo las piezas de su juego de ajedrez en donde cree que deben ir. Porque ni siquiera respeta las reglas. —Voy a ir por ti.
—Lo se. —Khaela sube al taxi y deja la puerta abierta para mi aborde. —Buena suerte encontrándome. —Cuelgo y subo al auto, entregándole el teléfono a la mujer.
—Entonces me acusaran de secuestro cuando estas por tu propia voluntad. —Me mira, pero mantengo mi mirada al frente.
—Recibiras el cheque mas grande de toda tu vida—Respondo—Tendrás con que desaparecer y hasta para ahogarte en ello, ¿Me llevaras allí o debo acusarte yo de otras cosas? —Despacio la miro sin expresión alguna en mi rostro. Sonríe.
—Mocosa malcriada—Musita mientras el taxista se pone en marcha.
Se que hay cosas que debería estar haciendo, también que hay personas preocupadas por mi, pero no me importa, mi mente esta en blanco y mis sentimientos estan congelados, privándome de las emociones que necesito para que me importe todo lo que trabajé por mantener.
No tengo un pedestal, no tengo una figura, desconfio de todo, y no tengo tiempo para llorar porque cada persona a la que dejo entrar desde que conocí a Sade ha hecho precisamente lo que quise evitar.
Si querían arruinarme, con este ultimo golpe lo lograron. Pero no creo que vaya a salirles como esparaban, porque no voy a quedarme en el suelo como si fuera menos, como si no fuera capaz. Estoy segura que lo hare en algún momento.
Porque no pretendo dejarme vencer.
2 dias después
Pense que tardaría mas en verlo, que tal vez podría solucinarlo sola pero no, me mostro que el puede hacer desaparecer a quien quiere. Por lo que lo necesito y a su discreción para este trabajo. Se quita sus gafas y las guarda en su pantalón jean.
Doy un paso al frente antes de emprender la marcha y llegar hasta el.
—Eres un empleado ahora. —Advierto y recalco obteniendo una mirada silenciosa y una sonrisa burlona que tal vez en otro momento me hubiera hecho sentir algo. —Asi que haz tu trabajo con profesionalismo, y no creas que seguimos juntos.
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Sometida
ChickLitDiría que tomo mis manos, que tal vez me dio una sonrisa, que quizás me invito a tomar un café o dar una caminata por el parque, pero estaría mintiendo y no me gusta mentir aunque por el haya tenido que empezar a hacerlo. Decir que me besó sin conoc...