04: ANGELUS

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04.angelus

Despierto adolorida, mi entrepierna, mis caderas. Inclusive me duele la cabeza.

—Dios—A mi mente empiezan a llegar los recuerdos de todo lo que sucedió ayer y un quejido sale de mi cuando intento sentarme. Es incómodo.

Por todos los cielos.

El baño, fue bueno. Ni hablemos de la sala, luego de nuevo la cama. ¿Cómo soportaste todo eso?

Busco mi celular y veo mi ropa tirada en el piso. Que desorden.

La vergüenza llega cuando veo un condón lleno de fluidos en el piso. Busco en mi alrededor, la luz del sol entra por las dos enormes ventanas que están a los lados del cabecero de la cama.

—Tengo que marcharme de aquí.

Ha amanecido y papá seguro me ha estado llamando para ver porque no llegué a casa, aunque seguro el servicio dio parte en que no he llegado. No me imagino que voy a decirle si se entera que dormí fuera de casa.

Me acerco a mi ropa al rodear la habitación que tiene almohadas por el piso, las sabanas vueltas un desastre arrastrándose desde la cama por el piso. Al tenerlos en manos procuro mi sostén. Cuando tengo la mitad de mi atuendo pesco mi celular en la cómoda frente a la cama.

Veo a mi teléfono pero solo hay mensajes. No llamadas, tomo mis tacones y empiezo a buscar mi camisa. Es lo único que me falta para poder vestirme, y no la veo por ningún lado. Peino mi pelo con mis manos torpes antes de abandonar la habitación. Al llegar a la enorme y hermosa sala aclaro mi garganta, esta de espaldas a mí, su espalda cubierta de sudor mientras va con solo unos pantalones deportivos.

Se gira y detalló como luce, mejor que yo, seguro que si.

—Quiero marcharme de aquí—Digo buscando a su alrededor mi camisa. Pongo la mayor cantidad de espacio posible a la hora de pasar por su lado tras haberme dado cuenta que la camisa estaba en el brazo del sofá.

—Toma una ducha hay ropa nueva que puedes usar —Niego. Si tiene gente que sabe dónde estamos podrán pasar por el o debe de tener un auto cerca, no es como que también deba llevarlo de vuelta a la ciudad. —El lunes tendrán los papeles en la puerta de tu departamento, he logrado...

Me empiezo a poner mi camisa intentado que los pocos botones que quedaron intactos cubran un poco de mi piel, planeando cómo hacer para librarme de esta situación. ¿Debería mudarme del país? No creo que un hombre se tome tantas molestias por mi. Aún más sin conocerme.

Si. Los planes cambian.

Ante el silencio de unos largos minutos me tiró dándome cuenta de que ya no está detrás mío, frunzo el ceño y asomo la cabeza para ver en distintas direcciones sin encontrar nada.

¿A dónde fue?

—¿Sabes disparar? —Me sobresalto a la vez que volteo hacia una voz desconocida. Topándome con una mujer alta con el pelo castaño atado en una coleta perfectamente peinada. Debe tener 29 o 31 años, sus ojos son de un profundo negro y su mirada sería mientras acaricia el filo de la espada que hay sobre la chimenea que estaba detrás de mi.

¿Quien es? ¿De dónde ha salido? ¿Dónde está El?

—Buenos días. Mucho gusto. No. No me gustan las armas—Digo sin saber cómo debo presentarme. —¿Es... el ama de llaves?

—Del infierno—Despacio gira su mirada hacia mí, luce superior, egocéntrica quizás hasta soberbia. —Y estas con el diablo.

—El... no se ha donde se ha ido pero yo ya me iba.

SometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora