#Veronica
Estaba sentada en la cama del Ian, su mamá y el Mati convenientemente habían ido al campo con su familia, pero se suponía el Ian estaba enfermo y no fue.
pero de enfermo no tenía nada.
estaba descansando con su cabeza en mis piernas, yo solo tenía su polera tapándome y el exhibicionista a mi lado sin nada.
aunque la sábana lo cubría.
— ¿cuantas veces lo hicimos? —pregunta de la nada.
me pongo rojo en segundos y le doy un manotazo a su cabeza que ya no tenía rulos.
— ¿las contaste? —pregunté yo.
asintió mirándome desde abajo.
tuve pequeños recuerdos de lo que hicimos todo el día, la vergüenza me invadió y el lo notó.
tomó mi nuca y me acerco para besarme, sonreí parando el beso y hablé.
— me vas a romper el cuello.
escuche su risa y me soltó, se levantó de mis piernas para quedar como estaba yo, acto seguido me tomó de los muslos y me subió encima suyo.
reí esta vez yo dándole otro beso.
estuvimos así un rato, en silencio mirándonos y besándonos.
hasta que un tema llego a mi cabeza.
— ¿te puedo hacer una pregunta? –hablé, me miró unos segundos.
tomó un mechón de mi pelo y lo dejo atrás de mi oreja.
— todas las que usted quiera, dama mía —me respondió.
sonreí por su apodo, lo decía mucho más que antes, pero seguía causando esa sensación satisfactoria.
— ¿tu y la mina?... la del carrete —intente decirle, pero no sabía como– ¿tiraron?
me miró sorprendido, pero a la vez tranquilo.
— no, cuando te fuiste paramos todo –respondió mirando hacia otro lado, vi algo de arrepentimiento– me sentí mal por cómo te traté, nunca había sido así con usted y me pegue la cacha' muy tarde.
esta vez me miró a los ojos.
<< — perdón por tratarla así –murmuro a centímetros de mi boca.
le di un piquito y acaricié su mejilla.
sabía que todavía no se perdonaba las actitudes pencas que tuvo conmigo, al menos una vez a la semana me pedía disculpas.
— te perdone hace mucho tiempo, guagua —le respondí.
Se me hacía muy cursi el apodo, pero era lindo ver como sonreía cuando se lo decía.
me dio otro beso, luego otro y otro más, hasta que lo pare. Me dolían un poco las piernas, estaba cansada y quería pasar un momento lindo con el.
no quiero decir que tirar no era lindo, pero no era lo mismo que estar abrazados viendo una película o conversando.
— estoy cansada —le susurré un poco avergonzada.
me abrazó dando besos en mi coronilla.
— espero que sea eso y no ese tema, mi vida— contestó entrecerrando los ojos en mi dirección.
lo mire, no tenía nada que ver con el carrete.
saque mis brazos de su cuello para cruzarlos en mi pecho, en un gesto de indignación.
— no tiene que ver con eso, solo te pregunté por lo que andaban diciendo...
antes de hablar me freno.
— ¿que hablan y porque nos importa? —preguntó, cruzó sus brazos igual que yo imitándome.
me importaba porque era sobre mi, la mina del carrete andaba diciendo que yo estuve con ambos al mismo tiempo, que estaba con el Ian y también me comía con el Agustín.
y mencionó ese carrete, dijo que peleamos porque el Ian me había cagado con ella.
¿como podía estar orgullosa de eso?
le resumí todo el cahuin sin dejar mi indignación, pero ya extrañaba las caricias que daba en mi espalda.
— con ella no pasó nada más que besos —habló, se relajó completamente unos segundos después.
tomó mis manos soltándome y entrelazando estas.
<<— me gustas, Coca. —volvió a hablar— y no me importa lo que anden hablando si nosotros sabemos lo que es verdad. Porque yo te quiero a ti, sólo a ti y será así siempre, dama mía.
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me tire al cuico
Teen FictionLa regla sagrada de las Ortega era nunca jamás en la vida meterse con un cuico, lo que la Coca no logró hacer por que... ¡se tiro al cuico de la esquina! (bajo edición en febrero)