#O25.

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"—Es todo— le oyó decir, frío y esterilmente, mientras JiMin intentaba arreglar su ropa, con los labios y piernas temblando. Apenas pudiendo decir algo mientras la vergüenza y confusión consumía su ser. —Ten.

Le vio lanzar un par de billetes a la cama. Los ojos de el rubio se miraron derrotados y tomó el dinero sin más, viéndole salir de la habitación, dejándole con todo el ruido del ambiente nublando sus ahora rotos pensamientos.

¿A qué punto había llegado? ¿Desde cuando su intimidad se había vuelto un objeto de paga? ¿Por qué nadie lo podía mirar de una manera que no fuera... sucia?

JiMin aguantó las lágrimas, presionando sus labios y corriendo de ese gran lugar.

El manchado dinero no se conseguiría solo, debía subsistir. Al fin y al cabo, el desprecio no era lo peor. Recibía una parte de placer sucio y dinero".

Fueron segundos de anticipo que se le dio para al fin poder volver a la realidad. La habitación estaba oscura, eran casi las 3 de la mañana. La gran habitación blanca con los ventanales cerrados, las cortinas semicerradas dejando que solo un par de rayos de luz de luna iluminaran habían hecho un ambiente algo lúgubre, pero pacífico.

Giró su cabeza, vio al pelinegro ahí. Pasando su brazo por su cadera y atrayéndole, buscando su calidez. Era impresionante que aún dormido buscara tenerle cerca, una sensación que no entendía por qué para este punto se había hecho tan ajeno.

Era agradable, era... lo mejor que había sentido.

Por más que quisiera, no podía evitar pensar que esto es algo que desea, pero que sabía que no duraría mucho.

Se quiso aprovechar, y sintió pena por YoonGi.

Se quiso aprovechar, y sintió pena por YoonGi

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(...)

6:30 am.

El cuerpo de YoonGi se estiró sobre la cama cuando la alarma sonó en la habitación que apenas y estaba alumbrada con la amanecida.

Giró su cabeza viendo al pequeño rubio hecho una bolita contra su brazo, sujetándole. Su corazón se enterneció, acercándose para despertarle.

—Cariño... ya es hora de levantarse— acarició su cabello y besó su frente, viendo como éste solo gruñía y se acercaba más. —¿JiMin?

—Sueño...— le oyó murmurar, arrimando más su cuerpo al del mayor. Sus mejillas abultadas y su boquita hacia afuera era una dulce imagen, tan solo parecía un pequeño pollito recién puesto a dormir. —No quiero... aquí está muy calentito.

—Ya es hora, bebé. Se acabó el fin de semana— Le regañó, levantándose suavemente. JiMin se estiró a su vez, su cuerpo semidesnudo estaba cubierto por las mantas aún mientras veía al mayor dispuesto a ir a bañarse.

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