#OO6

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JiMin despertó, su cuerpo estaba desnudo y bajo sábanas ajenas. Unos grandes brazos apresaban su cintura entre ellos. Un domingo como cualquiera para él, jadeó cansado y pensando en aquello ocurrido ayer, aunque en su mente se reproducieran imágenes borrosas y poco seguidas.

La boca de JiMin tenía un amargo sabor a alcohol y su boca estaba abierta soltando gemidos, mientras uno de sus tantos "conocidos" se dedicaba a pasear sus manos por su cuerpo y besar su cuello con fiereza. Sus piernas temblaban y sus ojos se mantenían cerrados, tomando al ajeno de los hombros con fuerza.

En aquél lugar cerrado y lleno de gente, ruidoso y grotesco, era algo normal ver parejas así. Sus ojos estaban dilatados, muchas sustancias recorrían sus sentidos.

—Maldición, JiMin...— aquél hombre de voz grave y ronca, tal y como la de su jefe, hablaba en su oído. Quizás él no estaba tan ebrio como lo estaba el rubio, pero eso no parecía importarles allí. —Me encantas, desearía hacerte mío aquí mismo...

—A-aquí no, Ggukie...— jadeó, su respiración agitada y su ropa desarreglada. Sentía escalofríos. -Ya sabes como son las cosas c-conmigo.

—No hay nadie en mi casa...— habló en voz baja, para posteriormente gruñir cuando JiMin rozó su pierna contra su erección sobre la ropa. —Vamos...

Aquello era lo último que recordaba, y pequeños momentos en que se encontraba bajo las sábanas con ese hombre, siendo completamente sumiso debido a el alcohol que corría por su sangre.

Suspiró. Eso era algo que pasaba siempre que iba de fiesta, acababa siendo el juguete de algún que otro hombre que aprovechaba las circunstancias para poder llevárselo a la cama. Bien, no le interesaba mientras pudiera sacar un provecho a eso.

Hizo de lado el brazo ajeno para liberarse y dirigirse a buscar lo que su interés conllevaba. Tomó la billetera del hombre y sacó un par de dólares, sin siquiera contarlos y solo dejando un fajo de dinero entre sus manos.

—Adiós, YongGukie.— susurró JiMin sin alcanzar a despertar al pelinegro antes de salir de la habitación.

Cuando estaba ya fuera de ese cuarto, vio como se encontraba una chica esperando sentada en el sofá de la sala. Su pie golpeaba el piso y mantenía un molesto gesto en su rostro.

—Así que eras tú...— habló con rencor, como si ya conociera de él y todo lo que había hecho —¡Estuve trabajando toda la noche como para encontrarme a mi novio acostado con otra persona!

JiMin simplemente la miró sin hacer gesto alguno. Escenas así, ya estaba acostumbrado.

—¡¿No hablarás?!— seguía hablando con brusquedad e ira en cada palabra que soltaba. JiMin se mantenía en un absoluto silencio —¡Zorra, eres una zorra!

El rubio suspiró, queriendo hacerse a un lado, pero antes de ello, recibió una cachetada por parte de la fémina quien estaba ardiendo en enojo, antes de que ésta se dirigiera a la habitación donde se encontraba su novio y empezar a gritarle a él.

JiMin solamente huyó de esa casa, prometiéndose nunca volver a tener algo que ver con ese tipo.

La verdad es que con todo lo que ha pasado en su vida hasta ahora, ya hasta había estado acostumbrado a esa clase de reacciones, y especialmente a los insultos.

DDD | YM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora