—¿Horas extra? Me lo imaginaba.— habló obvia, HyeSook estaba acostumbrada a que su novio la llamara desde el trabajo solo para avisarle si tenía horas extras, o si no podría llegar a cenar.
—Te juro que trataré de volver lo más temprano posible...— suspiró YoonGi, cansado de aquél tono irónico y desganado.
—Da igual, siempre terminas llegando tarde.
—... Te lo recompensaré, ¿está bien?— habló otra vez el mayor, luego de unos segundos de silencio entre ambos, solo se oía el ruido de la televisión por el otro lado de la llamada. De inmediato sintió como la puerta abría y veía a JiMin con una taza de café en la mano. —Nos vemos más tarde, adiós.
Colgó, JiMin dejó la taza sobre el escritorio.
—¿Interrumpí, señor?— dijo en un tono dulce característico de él, dejando sus manos tras su espalda.
—No, no hacía nada importante a decir verdad— suspira algo derrotado debido a la anterior conversación —. Gracias.
—Lo puedo ayudar en lo que sea, señor Min...— sonríe
En ese momento justo en que terminó de hablar, le llegó un mensaje que hizo vibrar el celular. YoonGi pidió una disculpa antes de revisar su teléfono. JiMin frunció el ceño.
" [ Ver archivo adjunto ]
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"Nos vemos en la tarde, amor".
La sonrisa de YoonGi creció en ese instante, JiMin puchereó molesto al notarlo.
Necesitaba hacer algo para llamar su atención y no sabía el qué. Él quería provocar esas sonrisas y no le interesaba el motivo, necesitaba su atención.
De repente, una idea cruzó su cabeza. Mientras el mayor escribía una respuesta a aquél mensaje completamente distraído de él, apenas vio como acomodaba los codos sobre la mesa con la vista puesta en el celular, tomó desde el pequeño plato que sostenía la taza e hizo que cayera de lleno sobre sí mismo.
Todo aquello pasó en un solo segundo y la reacción fue inmediata, se convirtió en un gemido de dolor de JiMin y YoonGi quitando inmediatamente su vista de su teléfono, levantándose rápidamente y dirigiéndose hacia el rubio.
—¡JiMin!— jadeó acercándose al antes mencionado y sosteniéndolo antes de que cayera.
El menor de inmediato se aferró a YoonGi, soltando un gemido frustrado. El pelinegro sostuvo su cintura para mantenerlo en pie pues parecía débil ante el ardor de aquél líquido sobre su piel cubierta por la pequeña tela de la ropa.
—No sé que pasó...— dijo cínicamente. En su interior sentía emoción, su idea apresurada había dado frutos.
—Debió ser mi culpa... Yo moví la mesa por accidente— miró la mancha de café sobre la prenda del menor. —. Te quemaste...
