Sempiterno [Isaac Lahey]

1.8. El alfa

⊷⊶⊷⊷⊶⊷ 《🐺》 ⊷⊶⊷⊷⊶⊷ 

[Capítulo extremadamente largo]

Caminábamos por los pasillos, hablábamos con Scott acerca de lo ocurrido en la clase de Economía, con Allison. Stiles le seguía la conversación emocionado por su descubrimiento.

Me saqué los audífonos observando a mí hermano y amigo, fue el peor momento para hacerlo, porque lo que escuché fue completamente innecesario y asqueroso.

—No, no, no. No es siempre así. Porque, en serio, cuando estoy besándola... O tocándola... —arrugué mi nariz con la imagen mental que tuve en ese momento

—No, eso no es lo mismo —Stiles rodó los ojos—. Cuando haces eso, eres simplemente otro adolescente hormonal que piensa en sexo —explicó con tranquilidad.

Scott se quedó con aire pensativo, mirando un punto detrás nuestro.

—¿Estás pensando en sexo ahora? —mi hermano sacudió la cabeza

—Si, perdón.

—¡Qué asco!, ya me basta con saber de Stiles y sus sueños, como para ahora saber qué piensas hacerle el Kama Sutra a mi amiga —reí levemente

—Lo dice la chica que en medio de un almuerzo se puso a hablar de su atraso y aventuras en la cama —abrí mi boca pensando en algo que decir, pero la volví a cerrar dándome cuenta que era imposible

—Bueno, ya conocemos el lado sexual del otro, un nivel de confianza bastante avanzado —palmeé su espalda con emoción fingida—. Escucha, en clase de economía, Allison sostuvo tu mano, eso fue diferente, no te debilita, te controla.

—¿Lo dices porque la amo? —levanté mis cejas sonriendo—. ¿Acabo de decir eso? —asentí con orgullo

—Si, acabas de decir eso —Stiles dijo queriendo seguir la conversación

—La amo —dijo mi hermano para sí, como si estuviera tratando de congeniar con la idea. Su sonrisa aumentó

—Y eso es genial. Ahora, moviendo al siguiente punto de la lista...

—No, en serio. Creo que estoy enamorado de ella —rodé los ojos

—Y eso es maravilloso, Scotty.

—Y eso es hermoso —dijo Stiles molesto por sus interrupciones—. Pero antes de que te vayas a escribir un soneto, tememos que descifrar esto, ¿de acuerdo?, porque obviamente no puedes estar alrededor de ella todo el tiempo.

—Sí, sí, sí, tienes razón, ¿qué tengo que hacer? —asintió

—No lo sé, todavía.

—Mira su cara —señalé su sonrisa en su rostro—. Está teniendo una idea. Más vale que me la cuenten, pero primero, tengo hambre, así que iré por algo de comer —lancé un par de besos en el aire caminando por el pasillo