3.16. Fiesta de neones

114 7 0
                                    

⊷⊶⊷⊷⊶⊷ 《🐺》 ⊷⊶⊷⊷⊶⊷

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⊷⊶⊷⊷⊶⊷ 《🐺》 ⊷⊶⊷⊷⊶⊷

—¿¡Isaac!?

Sophie se unió a los dos Argent, ambos intentando poderse adentrar a la habitación de la chica en la que el lobo estaba pasando un malo rato. La híbrida puso su mano sobre el pomo de la puerta forzándola con su sobrenaturalidad, logrando adentrarse de golpe encontrándose con su pareja en el suelo temblando de frío.

—Está congelándose papá, está helado.

—Isaac, mírame.

—¿Qué está pasándole? —preguntó la castaña preocupada

—Isaac, vamos —el chico parecía perdido—. Isaac, escucha. Debes transformarte —lo golpeó en el rostro—. Debes provocarlo, vamos, ¡transfórmate!

Chris comenzó a golpearlo buscando que el chico se convirtiera, varios golpes más tarde, Isaac giró a verlos con sus ojos dorados, gruñendo acompañado de sus colmillos. Tomó airé acomodándose contra la cama, mirándolos con sus ojos húmedos.

—¿Los vieron? —murmuró débil

—¿Ver qué?

—¿A quiénes? —preguntó Allison con delicadeza

—Eran cinco —una lagrima rodó por su mejilla—. Iban de negro, no pude verles la cara. Estaban cubiertos —su voz parecía rota

—¿A qué te refieres?, ¿tenían máscaras? —Sophie se acercó tomando sus manos

—Le vi a uno los ojos, eran amarillos verdosos, como... como una luciérnaga.

Chris se alejó de los tres adolescentes, acomodándose en la ventana intentando averiguar como habían entrado al lugar, revisando las partes de la habitación buscando que todo siguiera en el orden que siempre estuvo. 

—El sistema de seguridad no se disparó —informó

—¿Entonces cómo entraron? —cuestionó la bruja

—No entraron. Fue como si salieran de las sombras.

Sophie giró a ver a Allison un segundo esperando que ella supiera lo que ocurría, la pelinegra tenía su mirada enfocada en su padre, por lo que la castaña la imitó entendiendo que él sabía algo. 

—¿Sabes qué significa eso? —inquirió

—¿Papá?

—No estoy seguro —respondió negando con la cabeza—. Escuchen, los tres, no cuenten lo que pasó durante algunas horas.

—¿A nadie? —preguntó Isaac

—Solo por veinticuatro horas.

—Entonces si sabes algo —afirmó ella misma—. Podrían haberlo matado —señaló al chico

Sempiterno [Isaac Lahey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora