El aire acondicionado del carro me sofoca. - ¿Podemos parar un momento? - La pregunta no parece sentarle bien a mi nuevo esposo pero no dice nada y se estaciona a un lado de la calle. Inmediatamente abro la puerta del coche y dejo que la brisa de la noche me invada. Dejo que mi torso se incline un poco después de soltarme el cinturón. La primera vez que me subí a un carro después del accidente tuve un ataque de pánico. Todavía hoy en día me descubro tensa cuando me subo a uno pero por necesidad y porque no me queda de otra tengo que hacerlo.
- Esas son las primeras palabras que me dedicas desde los votos -. No me sorprende que lo diga, no he pronunciado ni una sola palabra desde esta tarde.
- En realidad creo que debería ser al revés -. De pronto su rostro de cera dura me incrusta esa mirada incomparablemente azulada y llena de interrogantes. ¿Qué pensaba, que esto iba a hacer un cuento de hadas y yo su dócil princesa? - Se supone, o mejor dicho, se sabe, que no era a mí a la cría que querías desposar. Te has encargado de demostrarle a todo Chicago que Melissa es tuya y que sino fuera por mi hermano, o puede que por tu hermana, tú fueras el hombre más feliz sobre la faz de la tierra. ¿Y sabes qué es lo mas triste? Toda esa furia y todo ese ardor que te quema por dentro, toda esa basura de mierda que se pudre en ti la estás arrojando sobre la persona a la que menos le interesas y la que hubiera dado todo por romper esta farsa.
- Bravo -. Aplaude y sonríe con ironía. -¿Terminaste de actuar? Sabes, no te voy a poner ni un solo error en el discursito teatral que has montado. Tienes toda la razón. Mi hermana no cumplió con su parte porque se enamoró y tiene una hermosa familia. Y con respecto a tu hermano, él fue el que estableció el trato y hasta hoy lo ha cumplido a la perfección. Ahora nos toca a nosotros hacer que funcione para que no haya una puta guerra y que la Organización vuelva a ser lo que antes fue. Si ya te sientes mejor podemos irnos, digo, me parece que necesitarás tu tiempo para conocer tu nueva hogar, al personal que cuidará de ti e instalarte en tu nueva habitación.
Samuel no es de andarse con rodeos, a no ser que le sean de provecho. Puedo notar con claridad que está cansado de esto, de este día para ser más precisa, de esta boda que nos hace miscerable a ambos. Ninguno de los dos quería esta boda y queremos olvidarnos del otro, o por lo menos es lo que más quiero en estos momentos. Quiero olvidarme de esa mirada de cielo intenso. Quiero olvidar esos dientes tan cuidados y esas cejas enormes. Quiero olvidar que se ha afeitado esos vellos rubios que le perfilan la cara. Quiero olvidarme de este hijo de puta y pensar que Danilo tiene razón. ¡Cuánto odio le tengo a Danilo por esto!
- Todo está preparado para que sea rápido y nos vayamos a dormir lo antes posible -. Su cara se tuerce en una mueca al notar que permanezco en silencio. Siento el aire con mucha más fuerza en la cara y eso me despierta de esta nube negra de recuerdos, recuerdos que Dios sabe quiero olvidar.
- Mi enfermera personal, Lisa, ella seguirá trabajando para mí. - Le comento con voz suave cambiando el sentido de mis estúpidos pensamientos.
- Sí. ¿Por qué lo preguntas?
- No era una pregunta, era una orden. Ella se queda conmigo pase lo que pase -. Su cara se endurece pero permanece callado. Su pecho se expande y disminuye varias veces hasta que vuelve a hablar.
- ¿No preguntarás si compartiremos cama? - Esboza una sonrisa inquieta que solo provoca en mí cierta diversión. No sé por qué lo pregunta cuando los dos sabemos la respuesta.
- Sé perfectamente que no. Amas a Melissa más que a ti mismo pero por sobre todas las cosas no vas a follar con una chica inválida -. Y aunque esto me duela decirlo es la realidad, es la más cierta de las verdades y me alivia. Me alivia que no me ame, me alivia mi condición. Sobre todo esto último porque algo en mi interior me dice que si pudiera sostenerme más de dos minutos por mí misma y caminar y volver a ser la chica alegre y orgullosamente erecta de antes, él no dudaría en perseguirme y enamorarme para tenerme y ser el único hombre en esta puta Organización que domara mi cuerpo. Mi condición le impidió hacerlo es su momento y ahora como barrera extra en su vida está Melissa.
Me he quedado tan perdida en mis pensamientos que brinco de susto cuando el claxon suena, dos veces, hijo de puta. Su risa invade el silencio de la noche hasta que para y su mirada se vuelve humana. Ese destello me parece surrealista, solo lo he visto en muy pocos hombres en la Organización. Lo vi en mi padre cuando estuvo en su lecho de muerte. Dejó de ser el mafioso que era para volver a ser el padre y esposo que su familia necesitaba. Samuel será mi esposo y el sobrino del jefe y el hermano gemelo de la traidora y habrá pasado por mucha mierda pero todavía puede reír y más importante, amar.
- Vámonos -. Mi voz se vuelve fría y creo que él piensa que es por su broma pesada con la bocina pero es totalmente diferente. Es envidia. Son celos. Es odio. Si, mucho odio porque yo seguiré siendo infeliz y él lo tendrá todo. Él tiene amor y yo, yo tuve que conformarme con las circunstancias, con lo que recibí, con lo pactado.
Cierro de un portazo la puerta del auto y me coloco el cinturón de seguridad. El vestido de novia de repente me asfixia pero no pierdo el control frente a Samuel a pesar de que me siento mareada y temblorosa. Siento su mirada recorrerme, me inspecciona y espera unos segundos hasta que arranca el carro y en menos de quince minutos estoy en el porche de mi nueva casa.
Samuel sale del coche, abre el maletero, saca la silla de ruedas nueva, me ayuda a salir del carro y con mucha delicadeza me sienta en la silla que su tío Dante me ha dado como presente por el día de mi boda. La casa nueva fue regalo de mis suegros quienes supusieron para el momento en que la compraron que en ella su amado hijo formara una familia grande y numerosa. Cuando aquello Samuel solo tenía diecisiete años y se estaban preparando los arreglos de la boda de su hermana Serafina con mi hermano Danilo. Desde aquel entonces para acá las cosas cambiaron y Samuel a pesar de tener una casa enorme y bella para vivir estará rodeado de infelicidad al lado de la mujer que no ama y con la que no tendrá los ansiados tres hijos que soñaba tendría.
Para mi felicidad la primera planta está al nivel del suelo. No veo escaleras a primera vista aunque la casa tienes dos pisos. Espero no tener que necesitar nada que se encuentre en la segunda planta o tener el personal necesario que cumpla con mis exigencias.
Samuel me conduce hasta la puerta y esta se abre desde adentro. Entramos y todo un grupo de ocho personas, incluida Lisa, mi enfermera, recitan a coro una frase que me desconcierta y me deja totalmente fuera de lugar. Me doy cuenta de una cosa, de solo una cosa. Mi vida ha cambiado totalmente. Desde esta tarde en la ceremonia de nupcias mi vida cambió. Ya no soy Enma, la chica en ruedas huérfana de padre. Ahora soy una señora de casa. Una dama, y como una debo saber elegir los movimientos necesarios para ganar en el tablero. ¿Sería esto a lo que se refería Danilo?
Cuando vuelvo a la realidad la frase me golpea nuevamente y se repite en mi cabeza una y otra vez.
- Bienvenida a su nueva casa señora Smith.
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Rodando en Mentiras.
ActionEnma es una chica que ha pasado por mucha mierda pero que la llamen loca sobrepasa todo. Su marido de mentira ha decidido que lo mejor sería un tratamiento en Francia y ella solo puede pensar en pulsar el gatillo. Quédense junto a mí para conocer e...