Rodando en Mentiras.

32- Último movimiento

̶ ¿A qué hora Lisa y tú os fuisteis a la cama el viernes? –Dante planteó la tercera pregunta en su interrogatorio sobre los sucesos de la madrugada del sábado veintitrés. Una pequeña libreta de notas reposaba abierta sobre la mesa mientras él esperaba, con el bolígrafo en la derecha, a que Enma respondiera, para copiar cada una de sus palabras en el papel. Una total pérdida de tiempo, pensó la chica, pudiendo grabar la conversación en un celular en lugar de escribir esta historia.

̶ Igual que todas las noches –respondió levantando los hombros ̶. Siempre íbamos a dormir a más tardar a las once.

̶ Ustedes se fueron a su cuarto a las once con once minutos si mi memoria no me falla –Dante buscó en su libreta el dato para confirmarlo y sonrió al hallarlo ̶. Anne es muy buena recordando números –dijo entonces quién se lo ha había dicho.

Durante la mañana y la tarde del martes veintiséis de octubre, Dante se entrevistó con todo el personal que labora en la casa. La noche transcurrió y a primera hora del alba Enma fue citada a su encuentro, en las mismas paredes que encierran al mal llamado por muchos “lugar de los hechos”, la sala del comedor. Tenía altas esperanzas de no estar integrada a su lista, soñaba, porque no habían pruebas que la vinculasen a los dos sucesos principales que se llevaron a cometido contra Samuel y, aun así, allí se hallaba. El lugar fue escogido de manera cautelosa, el Jefe buscaba infundir miedo en su cabeza y hacerla hablar. 

̶ ¿A qué hora Lisa se marchó? –Esta vez no se apoyó en su libretita para formular la interrogante ̶. Quiero todos los detalles porque, casualmente, eres la única testigo ̶. Es la pregunta que llevaba tiempo esperando articular; desde que le comunicaron que Lisa no se encontraba en la casa el sábado y no se había presentado a trabajar en los días siguientes.

̶ Tuvimos una discusión y se marchó. Eran poco más de las seis. La culpa fue mía, desde hace un tiempo viene siendo mía. No me he comportado como ella esperaba. Recientemente se fue a dormir a otro cuarto y varios en la casa notaron la distancia entre nosotras, pero esta vez no quiso permanecer bajo el mismo techo. Sé que te resulta sospechoso que se haya marchado, pero Lisa no ha hecho nada contra Samuel, nunca lo haría.

̶ Explícate.

̶ Cuando me casé con él no hubo persona más feliz por mí que ella. Nuestro estilo de vida cambió y Samuel comenzó a pagar su sueldo. Yo le dije cosas muy feas, a veces puedo ser muy hiriente sin proponérmelo. Yo… conocí a otro hombre. Spencer puede confirmártelo.

̶ ¿Estoy entendiendo que Samuel y tú cumplís con el acuerdo? Parece un chiste, ustedes no se toleran.

̶ Sí y no.

̶ ¿Dónde se encuentra Lisa en estos momentos? 

̶ No lo sé, dejó su celular. Igual no querría hablar conmigo o contigo. Si no hay más preguntas desearía que este interrogatorio terminase  ̶ sentenció Enma luego de desatarse en la habitación un silencio incómodo entre ambos. El lugar no le gustaba y quería irse, hablar de Lisa y contar esas mentiras para protegerla, mentiras que ni ella se creía, la hacían débil ante el Jefe. Dante no pronunció palabra en minutos, que perecieron extensos; leía algunos apuntes de los interrogatorios pasados.

̶ Solo hemos empezado –dijo, luego de repasar por décima vez las notas de su libreta ̶. Que sepas que no me creo una palabra que has dicho. Quiero conversar contigo de Taylor Marshall, muchos creen que eres su amiga. ¿Qué pasó el viernes quince de este mes?

̶ Nos encontramos de casualidad en la calle, era su día libre. Me pidió que la acompañara a unas compras. Llegó a ponerse tan pesada y le dije que sí. Ah… Lo siento pero no recuerdo mucho. Parecía una niña pequeña interrumpiéndome todo el tiempo. Siento que su tía haya enfermado. Estaba frágil cuando me comunicó la noticia de su renuncia. Y no me considero una amiga suya como tampoco creo que me considere ella su amiga.