15- Abuela Caballaro

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Las miradas asesinas que nos entregamos los unos a los otros son visibles hasta para el conductor. Volvemos a casa en un carro mucho más grande y ahora en vez de dos pasajeros somos cuatro.

Son las dos de la madrugada pero no tengo el más mínimo sueño, mi cabeza no para de pensar en lo sucedido hoy y en lo que debo hacer para solucionarlo. Andrew me ha chatajeado y solo tengo cuarenta y ocho horas para cambiar mi destino, pero cómo. No tengo dinero ni tarjetas de crédito, y cincuenta mil dólares es una suma que me va a ser difícil conseguir de un día para el otro.

Mis pensamientos se interrumpen al escuchar la voz del chico frente a mí, pensaba que estaba dormido pero al parecer solo está borracho.

- ¿Por qué.. hip.. tenéis esas.. caras? Hip. Hip.

- Leo, intenta dormir un rato - le ordena Samuel pero el chico niega intensamente con su dedo y se ríe estrepitosamente.

Confirmado. Este chico se bebió todo el champán de la fiesta. Es un chico bastante mono y tierno. Era el único hombre que sobredestacaba en la boda pues su pelo está pintado de un rojo chillón y usa un ajustado traje rosa. Mientras que todos lo hombres estaban de azul y negro, exceptuando el novio que iba de blanco, él lucía un esmoquin rosa acompañado de una pajarita del mismo color de su pelo. Me parece toda una revolución y no por el look sino por el mensaje. Creo que le dejó bastante claro a todo el mundo que es gay, que se viste como quiere y que también puede ser un chico malo sin necesidad de lucir como uno.

Hace unos años atrás decir que eras gay y expresarte y hacer tu vida de la forma en que querías estaba prohibido, mejor dicho, los hombres y mujeres gays vivían escondidos de quién eran por el simple deseo de cuatro viejos machistas que dirigían la Organización. Actualmente no es que las cosas hayan cambiado mucho pero este chico, Leo, es la prueba.

No hay necesidad de tener una apariencia violenta para tener los cojones en su lugar. No hay necesidad de tratar de ser algo que no eres para ser considerado digno. No hay necesidad de ser un macho para tener el valor de disparar un arma, y esto último lo digo por mí, no por él.

Hay muchos miembros de la Organización que todavía se esconden, como se suele decir, en el armario, pero pienso que ya estamos en otros tiempos y que las personas se están aceptando como son y están pidiendo ser aceptadas. Desde que volví de Francia veo que las cosas han cambiado, desde Melissa que disfruta con Charlotte en establos para caballos hasta este chico que se expresa como es.

- Necesito .... follar - Leo habla bien despacio y haciendo una extraña mímica con los dedos. Al parecer sus dedos intentan reflejar la penetración pero está tan borracho que no lo consigue. Se ve tan tierno y adorable y su cara hace unos pucheros tan lindos que yo suelto un largo oh de ternura.

- Que no te engañe su cara de dulce pasivo - dice Samuel que está a mi lado. - Ahí donde lo ves que parece un bombillo rosa, ese chico, es nuestro mejor francotirador.

Y a eso me refería. Nuestra sexualidad, como tampoco nuestro sexo, nos hacen menos. Este chico tierno ha matado a muchos de nuestros enemigos y, seguramente, su trabajo trae mucho más valor financiero que el que realiza el mismo Samuel.

- Perdón... hip..hip.. ustedes son los.. que lo... necesitan..ya saben, follar - nos apunta a Samuel y a mí cuando dice eso. Ya no me cae tan bien este tal Leo.

- Te aconsejo que no digas más eso - le dice Samuel con una sonrisa en su rostro. ¿Por qué carajos sonríe? - A mi chica no le gustan ese tipo de comentarios.

- ¿Cuál chica? Tienes.. hip.. dos.

- La que está a tu lado. Se enoja muy fácilmente - Samuel habla de la chica que está sentada al lado de Leo, Melissa.

Rodando en Mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora