Rodando en Mentiras.

4- Acuerdos

Son casi las doce del día cuando vuelvo en sí. Lisa está sentada al pie de mi cama y el plato sucio con residuos de merengue y la lata vacía ya no están donde los había dejado. - Tenías hambre anoche - me dice malhumorada. - Tenías que haberme despertado, yo te habría traído algo de comer. No tenías por qué estar por ahí andando sola a esas horas de la noche.

- Creo recordar que esta es mi casa -. Algo no cuadra en su cara y sé que me esconde algo. - Dispara. No tengo todo el día - mi tono no es el más dulce pero si algo odio es levantarme con ataques por cosas sin sentido, esta es mi casa y yo puedo hacer lo que quiera cuando quiera. No entiendo su furia por algo tan simple como comer de madrugada. Lisa nunca había hecho ese tipo de comentarios antes ni mucho menos me ha tratado como una incapaz.

- Hay ciertas reglas en esta casa. Reglas que las han establecido los trabajadores.

- No entiendo.

- Ayer, dos de las chicas de la limpieza escucharon desde el segundo piso tu conversación con Samuel y Melissa.

- ¿Quiénes? - Tengo que saber que pasa en esta casa y me parece que no estoy entendiendo nada.

- Anne y Taylor -. Esperaba escuchar el nombre de Charlotte y me pierdo aún más en la conversación.

- Espera, espera un momento. ¿Qué carajos tienen que ver las reglas con Anne y Taylor? ¿Qué pasa con el resto del personal de la casa? - Ya estoy confundida y es mi primer día aquí. Mis gritos hacia Lisa solo me alteran más y deseo irme a mi antigua casa, con el espíritu inexistente de mamá y Concha, la cocinera italiana que es como una abuela.

- El personal tiene cierta preferencia por Melissa, eso es todo - dice Lisa en voz baja. - Cuando llegué a esta casa sufrí de cierto rechazo por parte de las chicas de limpieza y principalmente las que trabajan en la segunda planta. Anne y Taylor estaban a favor de conocerte y aceptarte. Ellas entendieron tu situación y la de Samuel pero anoche los escucharon a ustedes y no aceptaron tu tono serio y hóstil hacia Melissa -. Si hubieran escuchado sus amenazas en la cocina creo que en estos momentos estarían de mi lado. - Ahora ninguna de ellas te soporta - esta última palabra la pronuncia haciendo comillas con las manos.

- ¿Y Charlotte? ¿Ella también está contra mí? - Charlotte vio de primera mano el show de anoche y aunque me pareció que su sonrisa había sido natural cuando nos encontramos en el pasillo, puede que su opinión haya cambiado con respecto a mí y más si ella y Melissa ocultan algo.

- No creo que debas preocuparte por Charlotte. Ella entró a trabajar hace solo dos días y por lo que he visto no está interesada en los conflictos de la casa. Es con la que más me llevo de todas y no creo que esté en contra tuya.

- ¿Solo dos días de trabajo?

- Sí. Yo ya me había instalado en esta habitación cuando se unió al equipo de limpieza. Realmente no sé por qué Samuel habrá contratado a otra chica. Anne y Taylor se encargaban perfectamente de la limpieza del primer piso. Para mi su trabajo es innecesario pero es una buena chica y hace todo con mucha pasión. Me recuerda a mí veinte años más joven.

- Bueno y entonces qué me quieres decir con todo esto. ¿Que la casa está en contra mía por su preferencia a Melissa? ¿Que no me quieren aquí y que anoche debí llamarte y permanecer en este cuarto hasta que tú volvieras y así haber evitado el encuentro entre ella y yo?

- Sí, es un buen resumen. Además Samuel esta mañana estaba insoportable porque alguien se había comido su pastel de chocolate.

- ¡Qué lástima no haberlo hecho en su presencia! De esa forma le hubiera dolido más.

- Quieres que sea infeliz, ¿verdad?

- Todos están en mi contra o no lo ves Lisa. El servicio de limpieza, más tarde van a ser los chóferes y puede que hasta la cocinera. Él debería saber que las esposas y las queridas no se mezclan en el mismo ambiente. Tú sabes mejor que nadie que lo daría todo por no haberme casado o porque fueran ellos los que ahora mismo fueran marido y mujer. No voy a meterme en su relación pero ellos sin darse cuenta se están metiendo en mi espacio y me están quitando el aire. Y sí, quiero que Samuel sea infeliz. Aunque sea solo la mitad de lo que soy yo.