20- Deseo

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ENMA:

La alarma de Lisa se dispara muy cerca de mi oído. Me levanto sobresaltada, no solo al recordar la gran estupidez que Taylor ha hecho sino también al descubrir el lugar en que me encuentro, mi habitación.

No estoy sola. Una cadena de cuatro personas, tres mujeres y un hombre, me miran con sonrisas desde la cama de Lisa. La primera que salta a abrazarme, sin un por qué, es mi enfermera. Las lágrimas salen a mares de sus ojos, corren por sus mejillas y caen de su rostro hasta tocar mi hombro.

- Pensé que nunca ibas a despertar - me besa las mejillas y la frente para terminar abrazándome nuevamente. - Lo siento Enma, siento todas las cosas que te dije y la forma en que te traté. Te lo merecías, no podemos negarlo, has sido una chica mala pero verte así, toda desmayada, me ha roto. ¿Te sientes bien?

- ¿Por qué está la alarma encendida? Que alguien la apague.

- Lleva horas encendida y sonando sin parar. ¿No la escuchabas?

- No. ¿Por qué estaís todos aquí?

Y cuando digo todos me refiero a todos, incluida Taylor. Al verla a los ojos todo vuelve a mi cabeza. Primero el secuestro, más tarde mi encuentro con Charlie y sus amenazas, después la conversación que tuvimos ella y yo en su coche y la sonrisa en su rostro al mandarme a dormir con lo que sea que contuviera esa jeringa.

Hija de puta. Traidora. Me las pagas.

- ¿Qué me sucedió Taylor? - Las ganas de ahorcarla o hacerle cualquier cosa miserable me queman por dentro.

- ¿No se acuerda señora Smith? - La preocupación es palpante es su cara. Menuda actuación nos está dando a todos, y lo más bello del caso es que tanto Lisa como Spencer y Anne, las otras personas que se encuentran conmigo en la habitación, se lo creen.

- No, no me acuerdo - ¡claro que me acuerdo! No se me olvidan ni los detalles más pequeños vividos en estas últimas horas pero no puedo alterarme y contárselos a todos. No puedo decir que Taylor me secuestró frente al bar/joyería donde vendí la pulsera que robé. Un detalle por muy minúsculo que sea va a terminar generando una pregunta y luego otra y hasta que la historia que cuente no sea lo suficientemente creíble para los oídos de todos esta rueda no parará.

- No puedo creer que no te acuerdes de nada - la tristeza es clara en sus facciones. Está contando una historia, o eso creo, que nada tiene que ver con los verdaderos hechos. - Pasamos un buen día ayer. Lástima que no lo recuerdes.

- ¿Qué pasó ayer? - Pregunto esto pero en realidad lo que quisiera estarle preguntando es: ¿qué mentira te investaste?

- Ayer -, comienza hablando Spencer - usted, señora Smith, me dio la tarea de que la llevara a ver a la señora Gold, su nueva amiga, para conversar con ella. ¿Tampoco se acuerda de eso?

Otra mentira más. Esos no son los verdaderos hechos, es que ni tan siquiera conozco el nombre de la mujer que en estos momentos posee la pulsera de zafiro. Mi chófer acaba de decírmelo y para nada es ''mi nueva amiga".

Spencer al ver que tardo en responder abre los ojos de forma exagerada para que confirme su mentira y yo asiento en respuesta.

- Después de dejarla con la señora Gold yo me fui a resolver unos asuntos que me había encomendado de antemano su esposo y cuando volví usted no estaba.

- ¿No estaba? - He decidido continuar con su juego de mentiras por lo que me hago la que no recuerda nada. Miro directamente a los ojos de Taylor. Sé que mi pregunta únicamente la sabrá responder ella.
- ¿Por qué no estaba?

Rodando en Mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora