Desde mi llegada a Chicago ha pasado una semana. Una semana en la que no he visto la luz de Sol por mi maldita condena. Un castigo, así lo llamó Samuel aquella noche, que todavía estoy pagando y con creces. Durante esta semana me han mantenido como prisionera entre las paredes de mi habitación. A Lisa no le han permitido verme y en todos estos días he dormido sola, lo he hecho todo sola. Al parecer eso también forma parte del castigo de Samuel, de seguro piensa que todavía la necesito como antes de operarme pero las cosas han cambiado y ahora puedo caminar de un lado a otro y hacerlo todo sin la ayuda de Lisa.
La comida suele traérmela Anne siempre en los mismos horarios de la casa sin faltar un día.
Lo peor ha sido el aburrimiento que me consume a todas horas. Nadie viene a hablar conmigo, o no se lo tienen permitido, además, no poseo mi celular. Mis pensamientos solo rondan en la posibilidad de que César me haya llamado pero cómo saberlo. Su cara cruza sin parar por mi mente. Sus labios que no probé aquella tarde y su mirada que era puro deseo se han convertido en mi martirio.
Estoy acostada en mi cama cuando siento el ruido de las llaves del otro lado de la puerta. Rápidamente me siento en mi silla y espero a que la puerta se abra. Es Samuel el que cruza el umbral y nos encierra dentro.
- Lo siento - las primeras palabras son mías y con toda razón. Es la segunda vez que Samuel sufre una tentativa de asesinato por mi parte. La primera hace cinco años, cuando el arma que llevaba en mis manos lo hirió en la pierna y la segunda hace una semana, cuando mis manos terminaron en su cuello.
- La educación es el primer paso a tener en cuenta en la crianza de los hijos.
- Ya te dejé bien claro mi posición con respecto a eso. Lo que quiero saber es si vas a darme la libertad que me merezco o seguiré encerrada en este cuarto como una prisionera.
- ¿Qué es lo siguiente en tu lista Enma?
- No sé de qué carajos me hablas.
- La lista de tus intentos de asesinato.
- No va a volver a ocurrir. Te pido disculpas por lo sucedido. No era mi intención asfixiarte con mis propias manos.
- Ahora te vuelves la víctima pero no te creo esposa mía - Samuel se agacha delante de mí y sus manos se apoyan en mis rodillas. - ¿Cuál va a ser tu siguiente paso? ¿Envenenarme, tal vez?
- No soy una asesina como tú. Tengo principios, Samuel, lo que me sucedió fue provocado por ti y por el odio de tu humillación hacia mí.
- Creo que la palabra asesina se queda pequeña a tu lado -. Respiro una y otra vez para controlarme ante su ofensa. A partir de ahora no pueden haber más intentos de asesinato de mi parte o podría causar sospechas. - ¿Sabes lo que pienso?
- No tengo ni la más remota idea.
- Pienso que todos estos años en Francia no valieron nada -. Sí que valieron para mí y mucho. - Pienso que sigues siendo la misma loca que fue capaz de dispararme.
- Si estás intentando que vuelva a ocurrir lo mismo que ocurrió hace cinco años atrás te voy avizando que eso no va a suceder. Esos años en Francia cambiaron mi vida aunque me duela reconocerlo y para tu información, los tornillos que tenía sueltos han vuelto a su lugar - por lo menos en la parte física, la parte emocional todavía está dañada.
- ¿Estás segura de que esa parte de ti, esa parte oscura que hay en ti, ha sido completamente eliminada?
- Nunca hubo una parte oscura en mí Samuel.
- ¿Por qué me mientes Enma? - Las manos de Samuel, que antes se encontraban en mis rodillas, ahora van ascendiendo por mis muslos al escabullirse por debajo de mi vestido. Las paro con mis manos y él continúa. - Sé que no has cambiado a pesar de todos estos años. ¿Sabes por qué lo sé? - Niego con la cabeza varias veces y Samuel prosigue. - El mismo brillo que vi en tus ojos hace cinco años lo he vuelto a ver en tu mirada. Es un brillo oscuro, lleno de odio, lleno de dolor, el mismo brillo que he visto en los ojos de tu hermano. El mismo brillo que empañaba tus ojos cuando me disparaste es el mismo brillo que consumía tu mirada cuando me estabas asfixiando.
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Rodando en Mentiras.
ActionEnma es una chica que ha pasado por mucha mierda pero que la llamen loca sobrepasa todo. Su marido de mentira ha decidido que lo mejor sería un tratamiento en Francia y ella solo puede pensar en pulsar el gatillo. Quédense junto a mí para conocer e...