SAMUEL:
No recuerdo muchas cosas antes de perder completamente el conocimiento, eso sí, mi mente no se ha permitido olvidar a Danilo sujetando ese cuchillo. ¿Por qué? No sé exactamente y ojalá lo hubiera olvidado. Entre la sed que sentía por la deshidratación causada por las drogas que había consumido esa madrugada, el estado de nirvana al que había llegado mi mente, también producto de las drogas, y, sumado a eso, la borrachera a la que me sometí es justificable que no recuerde mucho, pero el arrasador dolor en el pecho que recuerdo haber sentido cuando Danilo me apuñaló es imborrable. También soy consciente de algo más. Creo que por un segundo pensé morir. Abrí los ojos y la luz me cegó de una forma tan molesta que no me quedó otra cosa que pensar que moría. Después de eso todo es oscuro. Pero sé que no estoy muerto. El dolor que mi cuerpo siente, que mi mente siente, que mi corazón siente, solo se puede experimentar mientras se vive.
Los ojos me pesan como ladrillos viejos, aún peor, como piedras de cal sacadas de un yacimiento y el brazo derecho duele, se siente atravesado por hierros. Qué decir del abdomen, es horrible.
- Jefe, su sobrino está empezando a despertar.
No conozco la voz del hombre pero me animo a saber quién está conmigo y en dónde. La luz es fuerte al abrir los ojos aunque no tanto como el color morado de la fina sábana que me cubre la mitad del cuerpo. ¿Estoy en el Saint Anthony Hospital? No puedo confirmarlo, solo el hecho de que esta es una habitación de hospital. El cuarto está pintado de azul y por las únicas dos ventanas, de cristal, que lo decoran noto que el día está nublado y llueve. No sé qué día es hoy ni qué día fui atacado por Danilo, tampoco recuerdo ese detalle, pero aseguro que el otoño finaliza o el invierno comienza aquí en Chicago. Por mi brazo derecho me pasa un tubo pero por qué. - Sácame esto -. Ordeno y como no recibo respuesta intento sacarme el tubo. El dolor se dispara por todo el brazo y abro los ojos lo máximo percatándome de que estoy solo y el tubo, más bien tubito, es un suero conectado. Con terrible impacto me doy cuenta de algo más. No solo tengo la piel del brazo atravesada sino también el pene. Llevo sondas puestas, lo confirmo al levantar la sábana despacio, como con miedo a verlo. El mayor impacto proviene del abdomen que está vendado y ni ganas de tocarlo me incitan. Una mujer irrumpe en el cuarto, lleva un traje de enfermera, también de color morado. No me quedan dudas, debo estar en el Saint Anthony Hospital. La chica lleva su mano hacia mi cara y me abre un ojo, una luz me encandila la vista, y luego continúa con el otro. - Los signos vitales están bien y el corazón late con fuerza. Pronto se irá a casa señor Smith -. Entonces me doy cuenta de que ha estado mirando a una pantalla a mi lado, en esta una línea sube y baja creando ondas exactas y detonando un sonido constante, un pip que no para, es mi corazón.
- Estoy vivo -. Siento la garganta seca como justo antes de que Danilo entrara a casa para apuñalarme, y el pip a mi lado aumenta.
- Debe relajarse señor Smith, la anestesia irá pasando por lo que es normal que sienta dolor, es un proceso cien por ciento natural.
- Quiero agua.
- Por supuesto. Su hermana quiere verle. ¿Se siente bien para recibir visitas?
Asiento algo perdido. Sofía no debería estar aquí aunque entiendo que esté preocupada, casi muero a manos de su esposo, seguro tiene la conciencia molestándole por saber si lo he conseguido. ¿Pero qué le digo? Danilo me apuñaló sin motivos y quiero que pague. En ese caso también debo enfrentar a Enma que estoy seguro luchará por su hermano. ¿Por qué haría lo contrario cuando me odia tanto?
¿Enma me odia?
- Hermano.
Perfectos cabellos rubios acompañados de un perfecto taconeo que hace eco en las paredes de este cuarto me provocan un desconcierto total. - ¿Estoy soñando?
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Rodando en Mentiras.
AcciónEnma es una chica que ha pasado por mucha mierda pero que la llamen loca sobrepasa todo. Su marido de mentira ha decidido que lo mejor sería un tratamiento en Francia y ella solo puede pensar en pulsar el gatillo. Quédense junto a mí para conocer e...