17- El Crimen

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Uno..Dos....Tres..Cuatro..

Uno..Dos....Tres..Cuatro..

Uno..Dos....Tres..Cuatro..

En mi mente ha quedado grabada esa interesante secuencia. La secuencia de los disparos. La secuencia que ha cambiado mi vida para siempre. Desde esta tarde me he convertido en una asesina y lo que más me duele no es que sea otro y no Samuel el que esté muerto sino el hecho de que no siento ningún pesar, ninguna culpa, ningún remordimiento. Lo hecho está hecho y punto.

Sí, soy una persona fría e inhumana, ni yo misma lo sabía. Maté a mi ex y lloré cuando lo hacía pero nada impidió que le disparara no una ni dos veces sino cuatro, tres veces en su abdomen y la última en su pecho. Creo que le disparé directo al corazón porque su muerte fue instantánea y la sangre brotaba y brotaba como si se tratara de una fuente y no de una persona.

Vuelvo a casa en coche. La ventanilla está abierta y el aire frío de la noche entra y me congela la cara. ¿Qué clase de persona soy? ¿Qué clase de persona soy que el frío de la noche no es más helado que mi alma?

Vuelvo a repetir la secuencia, una y otra vez. No paro, porque parar significaría volver a esa vieja bodega, volver a este atardecer, volver a Andrew y volver a matarlo.

Uno..Dos....Tres..Cuatro..

Uno..Dos....Tres..Cuatro..

Mis oídos se han quedado sordos de momento, escucho solamente un pitido extraño que llega hasta mi cabeza y me produce dolor. Cierro los ojos e intento calmarme. ¿Qué acaba de pasar?

Una carga muy pesada cae encima de mi cuerpo y abro los ojos sorprendida. Es el cuerpo de Andrew que está encima del mío.

- ¡Ahhh! - gritos despavoridos salen de mi boca. - ¡Estás muerto!

Mi cuerpo empieza a temblar y me levanto de mi silla tirando de espaldas el cuerpo ensangrentado de Andrew. El chico que antes estaba con vida cae al piso de espaldas con los ojos mirando al cielo y su boca ensangrentada. Todo su cuerpo es sangre, todo su cuerpo y parte del mío. Tiemblo y grito desesperada al vernos a ambos. Somos sangre los dos, la única diferencia es que él está muerto y yo estoy viva. ¿Qué carajos he hecho? Lo he matado. Soy una maldita asesina.

Todavía conservo en mi mano el arma con la que lo he matado pero mis dedos son incapaces de despegarse de esta. Soy una asesina. Lo he matado y ahora soy como ellos. Soy una más. Lo que tanto odio y desprecio es en lo que me he convertido. Lloro y lloro viendo el cuerpo de Andrew. ¿Cómo fui capaz?

- Lo siento - las náuseas me revuelcan el estómago pero me aguanto. Danilo, tengo que pensar en él. Mi hermano es quien puede ayudarme. Lo llamaré, eso haré.

Corro hacia mi silla buscando mi celular pero me detengo al verla en el piso. Es la pulsera de diamantes de zafiro. Está cerca del cuerpo de Andrew y manchada de sangre. Giro hacia el cuerpo de mi ex y me agacho a recoger la pulsera con la mano izquierda, la mano que no carga nada pues la otra no suelta el arma.

Ahí más cerca que nunca del cuerpo de Andrew siento miedo. Le quité la vida en un segundo y siento mucho miedo. No siento culpa ni remordimientos, ni mucho menos me parece que la conciencia me pese. Acabo de matar a un violador y a un hombre que lo era todo menos inocente. Pero si siento miedo y por eso lloro. Tengo miedo de la clase de persona que escondo dentro. Una persona que es capaz de todo para tener el control y poseerlo.

Rodando en Mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora