Cap 15. Segunda Propuesta

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En aquella casa vieja al final del centro de la ciudad se encontraban un joven y su padre conversando con una mujer.

- ¿quieres decir que la bebida no ha hecho efecto?

-¡si! ¡Ese mocoso se comporta diferente muy diferente ahora! ¿Perdió su eficacia?- dijo el hombre dándole un golpe a la mesa

- ¡imposible! Yo misma hice ese brebaje, su eficacia es de casi 86% ¿estas seguro?

El joven caballero suspiró con enojo y asintió - ¿Puedes darnos otra cosa?

La mujer era una famosa bruja en el páramo, se rumoraba que era alguien excelente y había aprendido de la mejor, aún era joven y hermosa, pero el joven Pierre se interesó casi de inmediato en ella, el pensó que tal ves estaba en alguna clase de embrujo, pero cuando ella aceptó ayudarlo a lograr sus objetivos, el le prometió hacerla su emperatriz. Y así habían hecho un pacto.
Aunque al inicio al conde no le pareció buena idea, con sólo escuchar el futuro de los labios de esa bruja, lo convenció de que podían aprovechar todo.

- antes era tan sencillo conquistar y domar al pequeño conejito porque está interesado en ti, pero creo que ahora vamos a cambiar el brebaje, talves es obra de su madre, esa sabueso puede oler todo a kilómetros pero podemos intentar con este incienso-dijo ella mostrando una pequeña caja de madera - esto no llamará su atención, cuando te quedes a solas con el enciende el quemador de incienso, no te afectará a ti, esto puede hacer que el acceda a tus peticiones.

Reynald tomó la pequeña caja y sonrió.

El conde también estaba emocionado desde el fondo de su corazón, si ese niño accedía a casarse con su hijo ¡que cosas no podía hacer! ¿El marqués? ¡No significa nada! ¿La marquesa? ¡No es nada sin su marido! Lo demás era pan comido, solo le interesaba tener al pequeño conejo en su jaula.

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En la sala del trono, al emperador le eran entregados los asuntos del estado, pero ahora tenía frente a él al almirante Roland

- me han dicho que has aceptado el cortejo de ese tal caballero

- así es su majestad...

- entonces ¿que planeas?

El almirante arrodillado y mirando hacia el frente solo mostraba desconcierto

- he hablado con el segundo príncipe, me ha dicho que le gusta tu pequeño hijo ¿que opinas?

Aquella noche después del banquete el emperador solicitó ver a su segundo hijo en sus aposentos y fue directo con el asunto

- ¿quieres al niño del almirante?

El príncipe lo miró ilusionado y exclamó un fuerte - ¡si!

- entonces tienes que ir a la mansión del marqués y presentar tu cortejo, ya que no puedo obligar al almirante a casar a su preciado hijo contigo

- si majestad, iré con regalos para apreciar a la otra parte.

Ahora que el emperador le había dicho el asunto al almirante, este se mostraba igual

- el segundo príncipe irá y preguntara a su hijo sobre cortejarlo

- la decisión queda en manos de mi hijo, yo no puedo decirle con quien casarse

El emperador se puso de pie dispuesto a irse - parece que es un buen padre, me retiraré.

Roland cuando se había retirado y estaba dentro del carruaje hacia su casa, ni podía dejar de preocuparse.
El no quería que su hijo se casara con alguien de la realeza, porque ser consorte de algún príncipe era tener que soportar la carga de un reinado y también tener que soportar a otras esposas de su cónyuge.

Pero si a su hijo realmente le gustaba el príncipe, no se opondrá.

Cuando llegó a casa le contó el asunto a su amada esposa, que igual se encontró preocupada.
Ella se consideraba afortunada de tener un marido tan devoto a ella, que aunque llegaron algunas casas famosas  y presentaron a sus hijas nobles a su esposo para ser concubinas, él rechazó a todas.

Pero su hijo era un asunto diferente.

Todo quedaba en manos de Valery ahora.

A la mañana siguiente a Valery lo despertó de su siesta de medio día los gritos de una de sus doncellas

- ¿porque haces tanto ruido?- dijo Valery mirando a Gregoria tratando de inclinarse mejor en el balcón para apreciar mejor

- ¡joven amo! ¡Es el príncipe!- exclamó  Hilda emocionada

- ¿lo ve señorito? El príncipe vino a pedir su mano ¡yo le dije que estaba interesado en usted!- dijo Margaret volteando a ver a su joven amo dando brinquitos

Valery lo sabía dentro de sí, pero el estaba seguro que no le gustaba ese príncipe, sería extraño que de haberlo matado en su vida pasada ahora le llegase a gustar.

¡Esto es loco!

Se levantó de su cómoda cama, se puso los zapatos y se miró al espejo de cuerpo completo.

Aún seguía viendo su reflejo algo extraño, ya que este era su cuerpo de su juventud, pero cuando creció y se hizo adulto en realidad llegó a medir los 1.80 ¡era alto para ser omega! Además que por practicar esgrima su cuerpo estaba bien trabajado con músculos ágiles y con ir a la guerra ganó cicatrices de batalla, el no se consideraba atractivo para nada, además que lo único que considera bello en el era su larga y roja melena que llegó a cortar por los comentarios hirientes de su esposo. No podía cambiar su cuerpo, pero aprendió que sin importar lo que hiciera sería igual, pero mirando ahora creía que en realidad era muy guapo y hermoso ¿como no lo vio antes?

La puerta se abrió y entró Lucía
- señorito, su padre le pide que baje a recibir al invitado.

Sin perder el tiempo, las otras tres doncellas al ver que su pequeño amo se sentó en la silla frente a su tocador se presuraron a peinar su roja y larga melena
- ¿le gustaría algún peinado amo?- sugirió Margaret

- No, solo cepillenlo, con calma que no hay prisa- contestó Valery.

- ¡Claro señorito! Si gustan de usted, son ellos los que deben esperar-dijo Gregoria sonriendo

Lucía solo asentía con la cabeza elegantemente.

Después de esperar casi media hora, el segundo príncipe al fin vio bajar por las escaleras al ser que añoraba, su corazón palpitaba, se sentía tan atraído ante esa belleza que bajaba tan elegante y majestuosa mente, pero no lo miraba.

Cuando sus pies pisaron el suelo, el príncipe que esperaba pacientemente por el se arrodilló y tomando la mano de Valery y besándola lo saludó

- señorito Phoenix, me deslumbra por su espectacular belleza y elegancia, vine el día de hoy para pedir su mano, quisiera que aceptara mi cortejo para pensar en un futuro matrimonio-

Valery solo busco con la mirada a su padre y madre, estos solo asintieron. Sus ojos vieron como los sirvientes del palacio entraban con deslumbrantes regalos y joyas.

- alteza, ya que hizo un viaje solo para pedir un cortejo a este plebeyo y mis padres ya han aceptado ¿como podría yo rechazar? - dijo con suave voz Valery ayudando al príncipe a ponerse de pie.

Aunque por un instante el príncipe se mostró un poco triste, ya que su musa lo había llamado nuevamente "alteza" y no por su nombre.

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