Cap 28. Amaneciendo En El Norte

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La mansión Phoenix era todo un caos.

El marqués Roland estaba más que furioso, rendido, se sentó en la silla de piel de león cerca de la chimenea, con las piernas abiertas apoyando sus brazos en ella y apoyando una mano en su frente.

Realmente después del enojo, pensándolo bien estaba un tanto arrepentido.

Creía que todo lo que había pensado era para el bien de su preciado y único hijo.

Por eso ese día fue al palacio de hierro, para hablar con su alteza: el segundo príncipe.

Fue sincero en decirle que había hablado con su hijo, el aceptaría de dientes para afuera el acuerdo matrimonial, pero en sus adentros Roland sabía que su hijo escaparía ya que no quería al príncipe, así que fue a los calabozos de su familia, donde tenía a Rebecca: la bruja.
Haciendo un trato con ella pudo tener un anillo de control mental.
Roland le entregó el anillo al príncipe, este sabía para que era dicho anillo.

Ciertamente el príncipe estaba resignado a no tener el corazón de Valery, pero al menos con el anillo tendría una ilusión de lo que sería. Así que le puso el anillo en el dedo al joven.

Pero Roland no previó el que su hijo saldría del hechizo y aún así escapara.

Su corazón ahora estaba temeroso y ansioso de lo que ahora podría pasarle a Valery.
Realmente su único hijo si lo atrapaban, sería decapitado o ahorcado seguro.

Y realmente esperaba que ese niño se lo hubiera llevado lejos, al menos así sentiría que alguien protege a Valery y en sus adentros tenía a alguien a quien echarle la culpa de lo que le pueda pasar.

Y al leer la carta que había dejado atrás, su pecho dolía, sabía que habían lastimado a su hijo, pero él tenía que comprender que era todo por su bien.

Y ahora le tenía que informar la noticia primeramente al príncipe, y después al rey.

Claramente al saberlo en una junta de consejo, el duque exclamó - ¡yo sabía que sucedería esto! ¡Por eso estaba en contra de este matrimonio desde el inicio! ¡Ese omega es como una víbora! Solamente se aprovecho del aprecio que mi sobrino tiene sobre él- luego su feroz mirada se clavo en su sobrino que apoyaba -¡yo te lo advertí segundo!-

El príncipe solo observó con la mirada baja, pero también comprendía que lo que le había hecho a Valery era negar sus sentimientos al verdadero hombre por el cual estaba enamorado y el se impuso con magia y jugó con el sentido del deber de Valery.

Sinceramente no tenía nada que decir.

El rey sólo observó sentado en el asiento de enmedio y acariciando su barba dijo - por ahora no lo perseguiremos, los hombres del almirante Phoenix y la marquesa han hecho un excelente trabajo hallando el paradero de ese joven y su padre, al parecer los ayudó "dicho" país a escapar para su fortuna- el rey suspiró y prosiguió - hubiera sido algo bueno si el joven de los Phoenix haya dado alguna información al respecto de lo que planean los Pierre, aunque ya lo puedo adivinar.

Al escuchar lo último que dijo el rey, Léopold se levantó rápidamente de su asiento, lo que causó que todos los presentes lo miraran con asombro para luego ver al príncipe retirarse.

El primer príncipe lo miró despectivo y luego dijo - ¡segundo! ¡Como te atreves a levantarte en presencia del rey! - y aunque dijo estas palabras, para el joven Léopold eran sólo aire, esto causó que al primero se le pusieran las mejillas rojas de la vergüenza y frustración al dejar en claro ante estos nobles presentes que el segundo no lo respetaba como el príncipe heredero.

- no importa, deja que se vaya… - dijo el rey, pero no estaba contento.

Mientras Léopold caminaba disgustado por los amplios pasillos del palacio, estaba muy disgustado por lo que había escuchado hasta ahora de su amado
-como se osan decir esas cosas mi tío y mi padre de Valery ¡ellos ni siquiera lo conoce! No saben que es el omega más noble que hay en esta tierra.

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