Cap 34. Trampa

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El reino de Ulfkald se estaba preparando para la guerra.

Había pasado 1 mes desde que Valery llegó a esas frías tierras, pero con su conocimiento en tácticas militares llegaron a un plan para derrocar al ejército del rey, el duque y de su padre.

Esa noche estaba esperando a su amado en la cama, pero este con lo ocupado que estaba siempre llegaba a la media noche a hacerle compañía.
Carlisle esperaba ansioso que Meinolf reclamara su virginidad, esta noche era perfecta, ya que en unas horas partirá con los soldados de Ulfkald hacia Victoire.

Después de esperar un poco más, Carlisle presenció una esfera luminosa en la habitación y pronto apareció Meinolf.
Este al verlo sonrió —¿aún sigues despierto?— dijo y se acercó a la cama, luego se sentó en la orilla de esta y acarició la mejilla de Carlisle.

— ¿es que acaso no puedo esperarte? —después de una breve pausa prosiguió — en unas horas me voy de tu lado, quería que hiciéramos algo especial.

Meinolf de inmediato respondió un rotundo — No.

Valery puso mala cara y pronto se hizo presente su mal humor —¡¿porque no?! A pesar de que te lo he pedido muchas veces, siempre te niegas ¿acaso no soy atractivo? — dijo por último, para luego ponerse a pensar que tal vez su cuerpo duro lleno de músculos no era atrayente como esos omegas suaves con piel lisa y perfecta.

Meinolf acarició su entrecejo y contestó tranquilo — no pienses de más, solo quiero esperar a que tu cuerpo crezca un poco más, no puedes quedar embarazado ahora que eres muy joven, nuestros cuerpos son muy compatibles y es probable que después de nuestra primera noche quedes embarazado— dijo con voz suave tratando de hacerlo entender.

Pero pronto Carlisle refutó —¡es por eso que hay que aprovechar! Aún no he tenido mi primer celo, es imposible que quede embarazado ahora.

Aunque hizo dudar un poco a Meinolf, este siguió en la negativa, aunque tuvo una mejor idea — sólo lo haré si regresas con bien y sin ningún rasguño a mis brazos — dijo sonriente, ya que estaba seguro que Carlisle tendría su primer celo a los 17 años, así que no había problema, y que aún así era imposible que Valery pudiera impedir que su cuerpo tuviera algún solo rasguño, después de todo el comandaria a todo su ejército.

A Valery le gustaban los retos, así que con una gran sonrisa que mostraba sus blancos dientes respondió —¡es un trato! — para luego abrazar a su hombre por la cintura, causando que ambos cayeran en la blanda y cálida cama.

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En el reino de Victoire, todos estaban ocupados y sumamente preocupados.

Roland cómo comandante de flota, recibió a Primera hora la información de avistamiento de los navíos enemigos.
Rápidamente y sin tanta demora, se despidió de su hermosa y virtuosa esposa, Paulette al verlo este día, sintió una opresión en el corazón, como si después de este día no volvería a ver a su esposo nunca más, pero ella, como una mujer casada con un almirante, tenía que estar preparada para perder a su esposo en batalla en cualquier día y temer que siquiera podían devolverle un cuerpo al cual llorarle.
Ella lo sabía, pero aún así dejo caer lágrimas amargas en cuanto vio a su esposo salir por el humbral de la puerta, para que él no se fuera con la sombra de haber hecho a su esposa llorar.
El almirante Roland sentía que no debía mirar hacia atrás, si ha de hacerlo se arrepentirá, así que solo ignoró a Paulette apretando los puños y los dientes, rápidamente arribo el carruaje directo hacia la costa del reino, donde ya lo esperaban los buques de guerra.

Dichos buques estaban bien equipados, pero lo que preocupaba a Roland es el problema de no contar con un mago, ya que al duque Dankworth lo tiene en custodia ya que sospecha que es un infiltrado de Ulfkald, dado que es un mago que había estudiado magia en el norte.

Sin perder el tiempo se embarcaron hacia dónde estaban los planos de donde se llevaría acabo la batalla.

Una guerra sangrienta se llevaba acabo, tanto que el mar se volvía carmesí de toda la sangre derramada.

El sabia que el reino de Valencia tenía a dos magos, su equipo de inteligencia se lo había informado, así que no había duda que así era, de los 5 buques de guerra sólo había 3 en perfecto estado, pero habían demasiadas bajas.

El duque de inmediato sintió una opresión en su pecho, de inmediato sacó un dije de plata en forma de corazón con un rubí incrustado, abrió dicho dije donde estaba el retrato de su bella esposa y su hijo, besó los rostros y lo cerró de inmediato.

Si moría ahora, no podría ver a sus futuros nietos, no podría ver a su hijo casándose, aunque sea con ese hombre bestia del norte, deseaba su felicidad, ahora lo que deseaba era disculparse con su hijo por negar tanto sus instintos y sentimientos.

Despejó de inmediato su mente y siguió guiando a sus tropas hacia la batalla inminente.
Pero de pronto una bala de cañón cayó en la proa del barco, haciendo que se desbalanceara, sus oídos sólo podían oír un pitido, Roland se sintió desorientado sosteniéndose de los escombros de su cercanía, y de pronto a su mente vino unas imágenes, algunos eran de sus pesadillas, otros eran algo nuevos, viendo a un hombre de cabello blanco plateado salvandolo e intentando curarlo de su desangramiento y fue ahí cuando supo que ese hombre extraño y desconocido en realidad era el rey del norte intentando salvarlo, en su rostro dibujó una sonrisa lastimera, puesto que al final se suicidó, pero ¿porque lo salvaba en su sueño? ¿Era alguna especie de premonición?

El agua se había hecho hielo, causando que los navíos de Roland se detuvieran, y el enemigo aprovechara esto.
En su trance, soldados enemigos arribaron a su nave, pero el navío del almirante defendía desenfrenadamente su puesto.

Un almirante del navío contrario entró con su flota al navío de Roland, matando a todos a su paso, solo el maestre daba algo de lucha, y miró a Roland con fiereza —¡almirante! ¡Almirante! ¡Despierte! La ciudad principal está bajo ataque de Ulfkald y del reino de Solser ¡esto era una trampa desde el inicio!— la voz desgarradora del hombre acabó ahogando sus palabras porque al final acabó con la cabeza degollada, Roland solo podía sonreír atontado ¿así que era una trampa? ¿ahora se suicidaría como en su sueño?
Pero ¿suicidarse lo llevaría al infierno? Dicen que los que deciden suicidarse y alcanzan el camino fácil a la muerte no pueden pasar al más allá y tampoco pueden reencarnar.

Roland no podía abrir más los ojos de sorpresa, ¿porque ni siquiera da pelea? ¿Era porque al menos quería tener todos sus miembros pegados a su cuerpo?
Pero el almirante enemigo al verlo en estado letárgico y con la espada en su mano tambaleante, solo sonrió y con espada en mano solo acercó el frío filo a la mejilla del almirante Roland, se acercó a su oído y dijo — a usted, querido almirante, no podemos matarlo— para luego gritarles a sus subordinados —¡matar a todos! ¡El almirante se queda con vida!

Y como si un gran peso sacado de encima, Roland se dejó caer al suelo arrodillado ¿que significaba esto? ¿Era obra de aquel niño del norte?

Roland sólo podía observar en trance como sus subordinados eran asesinados y caían en pedazos al mar.

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