Cap 20. Confrontación

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El hecho era que Meinolf se había topado con el almirante cuando este veía desde el inmenso portón de la mansión hacia el ventanal de la habitación de Valery.
Un sirviente se acercó al portón y lo invitó a pasar en nombre del marqués.

El niño estaba en estado sorpresivo, pero como Carlisle le había dicho la noche anterior que su padre había aceptado que fueran prometidos, entendió que el marqués quisiera conocerlo.

Cuando entró en la mansión y fue invitado al estudio, el almirante yacía sobre su silla, tan ocupado con los asuntos de la tierra de sus propiedades y de cuantos granos de alimento podía proveer a la gente de su marquesado.
Roland cansado, se tocó el puente de su nariz, y paró lo que hacía al ver al pequeño niño de cabello negro y piel blanca, apretó sus manos con disgusto, pero aún así lo invitó a sentarse en uno de sus sillones.

- disculpe la interrupción, mucho gusto en conocerlo, mi nombre e...

- se muy bien quien eres... - dijo con fuerte presencia el marqués interrumpiendo al niño - solo te invité aquí para hablar.

Meinolf de inmediato supo que no podía actuar frivolamente ante el marqués, así que cambió su semblante sonriente a su normal yo, que era tan frío como la escarcha. Al ver esto el almirante sonrió de mala gana, ver como podía cambiar este niño, le parecía un tanto peligroso.

- he aceptado que te cases con mi hijo en el futuro, porque el me a amenazado de fugarse contigo si no aceptaba ¿es cierto? - Roland creía que eran ideas del niño y no de su hijo.

Meinolf se sorprendió por un momento, se sentía muy satisfecho en su corazón.

- lo que le e dicho a su hijo, es que no me podía casar con él ahora, ya que por mis propios objetivos y deseos volveré a mi país, que cuando fuera mayor me casaría con el

El almirante se hizo una idea de lo que quería hacer este niño, un golpe de estado no cualquiera se atrevería a hacerlo, pero sólo al saberlo, supo las ideas que tenía este pequeño príncipe y de cómo había pensado en no involucrar a su hijo en sus propios objetivos. Pero aún así no le agradaba.

El almirante lo siguió analizando.

- quiero hablarte sin rodeos.

- hable... - dijo Meinolf mirándolo seriamente, se hacía una idea de lo que pensaba este alfa frente a él. Ya que el hombre frente a él competía con él con la mejor red de informantes, solo Meinolf ganando por una cabeza.

- sin importar lo que la concubina Marian diga, tu eres el príncipe heredero por sangre y ley, tu poder es único y tu fuerza es inigualable, además que influyes en los corazones de los fieles servidores de la pura sangre de los lobos, tienes seguidores, tienes a tu gente trabajando en minas de diamantes que solo hay en tu territorio, tienes una vasta riqueza como para obtener cualquier belleza del mundo, tu solo necesitas mover un dedo, y tus seguidores atacarán el castillo Golondrina y recuperarás tu estado de príncipe, entonces ¿porque estas encaprichado con mi hijo? ¿Porque te muestras débil frente a él? El tiene compasión de ti ¡eso por ello que me exige que te acepte!

Meinolf solo sonrió. Sabía que no podía ocultarse frente a Roland Paul Phoenix.

- la repuesta es muy simple, porque lo amo, además es mi enlace de alma, mi destinado.

Roland se veía muy disgustado - no puedo creer lo que voy a decir, pero, porfavor, renuncia a mi hijo, y te ayudaré a obtener todo lo que necesites- dijo mordiéndose el labio, lo que había dicho había rebasado por mucho su orgullo de alfa de clase alta.

El aparente niño inocente al escucharlo sólo se hecho a reír imparable.

- la respuesta es no, además, como usted sabe muy bien, no necesito mas poder del necesario para tener lo que quiero.

Paul hizo una pausa y sonrió - ¿incluso cuando tu gente se esté muriendo de hambre?

Esto obtuvo la completa atención del niño

- seamos sinceros, el reino de Ulfkald es muy rico por sus minas de diamantes, que por supuesto, te pertenecen mayormente, además de su rico conocimiento y mitología además de la línea real mágica, pero el clima es frío, hay veces que el clima es tan frío que la gente en tu pueblo muere congelada, se necesitan varios víveres y se necesita varias toneladas de leña todo el año, no puede proveerlos sus bosques, ya que la madera está húmeda y no es utilizable, además que la tierra no es viable para cultivar, así que sólo el rey del país puede depender de diplomacia con los reinos vecinos, en estos momentos, tu gente puede estar muriendo de hambre o frío ¿eso te parece bien? ¿Te parece bien que la gente de tu país se muera por tu propio egoísmo?

La  temperatura de la habitación comenzó a bajar constantemente, la respiración de Meinolf comenzó a exhalar vaho, su semblante se miraba muy furioso. Nunca pensó que él marqués le golpeara en un punto débil.

Era cierto todo eso, era por eso que el tenía que regresar a su nación para arreglarlo todo, y acabando, reunir a su ejército para iniciar la guerra con países que se han enemistado con el Reino de Ulfkald, así podría saquear las riquezas de otros y explotar a la gente adoptandolos como sirvientes o simplemente como esclavos.

El tenía una forma de resolver todo.

Pero ahora Roland lo apuñalaba así ¡jamás rompería la relación con Carlisle!

- agradezco su consideración marqués, pero tengo una forma de arreglarlo-dijo Meinolf levantándose del asiento que ya había congelado - y espero que acepte mi relación con su hijo por las buenas-dijo para luego tronar los dedos al ver el sillón, que después de un aire frío volvió a quedar como antes.

Meinolf sabía de la dama afuera de la puerta, que escuchaba todo atentamente, así que al salir, topandose con ella cara a cara, la reverencio con respeto, ya que es la madre de Carlisle, para después seguir su camino

- ¡espera! - dijo el marqués al ver la expresión de su amada esposa.

El niño se detuvo y volteo a mirarlo

La marquesa caminó hacia su esposo y le sonrió al niño - porfavor cuida mucho a mi niño-dijo ella cálidamente.

Roland compuso su garganta y dijo - te encargo a mi hijo, cuidalo como si tu vida dependiera de ello, y reverencialo cada vez que lo veas.

Meinolf sonrió de un lado y asintió, para luego seguir su camino, directo a la habitación de su amado.

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