Cap 36. Te Veré De Nuevo

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Valery cabalgaba con su corcel negro, los gritos de la gente inundaban las calles, algunos solamente optaron por encerrarse y no salir hasta que el peligro pasara.

El ejército de Victoire había caído y el resto peleaba con su último aliento en las afueras de la muralla, pero eso no era nada.

Valery se acercó al palacio, sonrió al no ver a nadie aparentemente y le hizo una señal a los 5 hombres que iban detrás de él. Y como había pensado, tan pronto al pasar por las grandes puertas una lluvia de flechas cayó por encima de sus cabezas, sabía que el duque no había sacrificado todo su ejército, al menos le quedaba su guardia personal, no las había visto en ninguna parte, así que supuso que ellos se encontraban en el palacio tratando de defender lo último que quedaba, la familia imperial.

Uno de los hombres de la Federación hizo pronto un escudo que los cubrió en una esfera de mana, las flechas pronto se devolvieron a los que los habían lanzado, causando un gran impacto entre ellos, este mismo le hizo una señal a su compañero y dijo imponente —¡acompaña a su majestad a la sala del trono! ¡Rápido vayan!— pero Valery solo sonrió de lado, pero nadie lo vio por el casco y contestó — puede ser que ahora ya hayan escapado, esta de hecho es una manera desesperada de ganar tiempo, así que tres de ustedes vayan por el camino secreto que les indique antes, no maten a nadie, solo golpeenlos un poco y luego los esposan—

Pronto 3 hombres acataron su orden y cabalgaron con sus caballos de prisa.

Valery suponía que de las prisas ellos no se llevarían a Reynald, quería desollar vivo al hombre, no sabía que disfrutaría tanto de torturar a alguien, así que no perdió el tiempo y se adentró en el palacio.

Pero al llegar a la sala de trono, sus ojos quedaron en shock momentáneo ¿no se suponía que toda la familia real había huido?

El hombre que esperaba seriamente sentado en el trono no era otro que el segundo príncipe, Léopold.

Valery solo sonrió con desgana, se bajó de su caballo y les dijo a sus hombres —busquen a ese hombre ¡vayan!

— ¡si!

El príncipe sólo lo miraba con tristeza y debilidad.
Valery sabía que si no existiera su pasado y tampoco Meinolf, sin duda se enamoraría de este príncipe, pero era una pena, su corazón no le pertenecía.

— veo que usted en realidad nos traicionó — sonó la grave voz del príncipe

Valery se quitó el casco, dejando caer sus cabellos pelirojos, un poco de él estaba pegado a su frente por el sudor, pero aún así no le quitaba esa imponencia que lo caracterizaba.

—en realidad agradezco que usted confiara en mí, es cierto, pero mi inocencia en ese momento era real, así que agradezco todo lo que hizo por mí, alteza.

El hombre frente a él estaba decaído y preguntó débilmente — ¿me matarás?

Valery solo respondió secamente
—tengo que hacerlo...
Carlisle pronto recordó la pelea con este príncipe en su vida pasada, era de hecho que se arrepentía de matar a alguien así, el segundo príncipe sería un excelente rey de haber nacido en otros tiempos.

Con una leve carcajada el príncipe desenvainó su espada y dejó caer su funda — muy bien, aunque usted está en mi corazón no puedo morir fácilmente, tengo que al menos darle el honor de pelear en mi contra.

— es usted muy sensato alteza, por favor, dé todo de usted en contra mía.

Y de un momento a otro, en el gran salón solo se podían escuchar el sonido de espadas chocando entre sí, la lucha duró una ardua hora, era más bien una lucha de fatiga, en un movimiento certero, Léopold lo desarmó, pero quien dio el tiro de gracia fue Valery, al sacar un cuchillo oculto de su costado y apuñaló directamente en el pulmón derecho de Léopold con decisión.
El príncipe lo miró con ojos sorprendidos, tal vez no pensó que él omega que él amaba era capaz de matarlo, pero todo fue lo contrario, él lo amaba, pero Valery no lo amaba a él, era así de fácil; Léopold cayó al suelo frío que se tornaba rojo por su propia sangre, Valery lo sostuvo en todo momento, tal vez por temor de que cayera muy rotundamente.

Léopold sólo se dedicó a observar los verdes ojos de Valery por última vez, este no le apartaba la mirada en ningún momento, el príncipe se sintió perdido en sus pupilas, como un fresco bosque verde en primavera, después de un largo momento sintió un cálido tacto cerrando sus ojos y un beso en cada uno, para después ya no sentir nada.

Valery suspiró y sacó dos monedas de oro de su bolso de cuero escondido en su pecho y puso uno en cada ojo del príncipe y susurró —tienes el pago para tu barca, te veré de nuevo— para después ponerse de pie y buscar a otros que pudieran estar escondidos en el palacio, tales como el duque Dankworth, Valery creía que él no era ese tipo de hombre que escaparía, en su vida pasada lo tuvo que matar en secreto, no sólo porque se interponia en el camino a la corona de Reynal, si no también si lo dejaba vivo era un peligro latente.

En otra parte de la ciudad, el duque Frederic Louis Black Dankworth caminaba de un lado para otro, como un león encerrado, pero pronto una voz suave sonó, haciendo eco en la habitación vacía

—no se preocupe tanto, duque, el peligro pasará si usted se queda en este lugar— dijo la mujer de negros risos, no era otra que la bruja y luego sonrió —de todas formas, si algo sale mal, tenemos a un buen rehén, así que conserve la calma.

El duque por reflejo miró a la mujer desmayada y atada de manos y pies en el suelo.

—si lo que pienso es real, entonces ese Valery de ahora no pertenece aquí, créame, he estudiado la magia antigua por muchos años, así que para que este aquí, debió de haber muerto en otra línea de tiempo, así que no veo porque sea diferente su final aquí, también no creo que Dios esté a su favor, por favor ¿romper una regla como esa? Igual si nosotros morimos aquí, al menos podemos reencarnar, ¿en cambio él? ¡Ja! Su alma sería borrada tal como una mancha sucia— Rebecca sólo no sabía cómo Valery tenía esa clase de poder en sus manos o acaso ¿había un pequeño dios que lo protegía?

— ¿estas segura? —contestó Frederic con voz cortante, borrando al instante la línea de pensamiento de Rebecca

—¡por supuesto! Además, tenemos a la Sra. Phoenix ¡es pan comido! —dijo satisfecha.

Esta vez ella sobrevivirá sea como sea.

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