Capítulo 32: "Amenaza"

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Pov Calliope
Ella ni siquiera me dejó explicarle, salió como un huracán hacia el trabajo.

Me tomé una ducha, intentando relajarme, luego me cambié y salí hacía la estancia.

Al llegar todos estaban en silencio, lo cual me parecía raro. Addison se acercó a mi corriendo, desesperada.

— ¿Que ocurre?— pregunté confundida

— Arizona está teniendo una reunión de mafiosos

No me jodas...

Suspiré pesadamente, dirigiéndome hacia la sala de juntas.

— ¡Quiero las malditas propiedades!— gritó Arizona molesta

— Señorita Robbins...— susurró un hombre a su lado

— ¡No! ¡No me importa si hay que meterlo a la cárcel por esto! ¡Quiero las propiedades!— gritó nuevamente

¡Lindo carácter!

Hay pruebas pero...

—¿Pero...?

— Él tiene a mucha gente comprada

— Esto no puede estar pasando— dijo colocando sus manos en su rostro

Me acerqué un poco hasta la puerta de la oficina, tocando delicadamente.

Arizona levantó su mirada hacia mi.

— Ya pueden retirarse, los volveré a contactar para resolver esta mierda— dijo firme.

Los hombres la saludaron y se fueron, no sin antes estrechar mi mano.

— Az... ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así?— me acerqué a ella cuidadosamente

— Tu amiguito...— expresó con rabia

— ¿Amiguito?

— Christopher— suspiró molesta

— ¿Que pasa con él?— fruncí el ceño

— Tiene negocios sucios, en asociaciones conmigo— me observó— Yo... Solo quería quitarle algunas propiedades— murmuró— Pero mis socios me pusieron al tanto de la nueva información

— ¿Entonces?

— Voy a tener que trabajar con la policía para que puedan encarcelarlo— concluyó

— ¡No!— grité molesta— Tu no vas a meterte en esas cosas... Es peligroso

— ¿Y qué quieres que haga?— me observó confundida— Él maneja drogas y lavado de dinero en mis negocios... No puedo dejar esto así

Esto es demasiado peligroso, ella no puede meterse en estos asuntos.

— Puedo ir a la cárcel Calliope

Suspiré.

— ¿Ahora vas a dejarme que te explique lo de esta mañana?

Ella negó.

— Por favor— supliqué

— No encuentro una explicación lógica para ese mensaje— ella me miró directo a los ojos

— La hay, te lo prometo— susurré

— Dime

— Desde la vez que vino aquí, no ha parado de enviarme mensajes... No sé de donde sacó mi número, pero no para de mandarme flores y esas cosas— confesé— Por eso me invitó a cenar... Pero yo no he respondido ninguna de sus invitaciones, te lo juro

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