Paso #53: Espera lo inesperado

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La reunión se extendió al menos otros cuarenta minutos después de que Cherry sacara a Leo y a Calipso del gimnasio. Ese tiempo fue suficiente para que Dimitri desapareciera, seguido de su pandilla (incluído Chris), varios estudiantes aprovecharan el tiempo libre para ir a gastarse sus condones robados, Andrew fuera dado de alta de la enfermería, y para que la mayoría de los estudiantes pudieran vestirse en sus habitaciones y aprovechar el tiempo libre para rondar por el instituto a la espera del fin de la reunión.

Excepto algunos, que se habían quedado por la zona para esperar a sus padres. Will era uno de ellos, sentado sobre la orilla de una baranda con los codos sobre sus rodillas para sujetar su rostro, y aún en calzoncillos, se encontraba tranquilamente contemplando el cielo donde un par de buitres se hallaban volando en círculos sobre el Instituto, como si después del ejercicio con el general La Rue, pudieran oler los cuerpos en descomposición de algunos alumnos luego de sobreesforzarse en extremo.

Cuando los padres salieron de la junta, llevando menos dinero que cuando llegaron, todo por no querer perder el orgullo ante otros, ellos mismos se encargaron de encontrar a sus respectivos polluelos con la habilidad para encontrar cosas de Sherlock Holmes y la velocidad de Bolt. Percy y Poseidón se reencontraron en un efusivo y conmovedor abrazo. Piper, al hacerlo con su madre, casi fue abducida en medio de sus enormes pechos, pero al final, solo quedó apoyada sobre ellos como si fueran unas cómodas almohadas.

Antes de darse cuenta, Leo ya estaba frente a su padre, dando explicaciones que el hombre no había pedido, pero que se merecía por ser justo y salvarle la espalda.

—Viejo, te debo una —dijo rápidamente, entregando el imán que de todos modos iba a ser decomisado tan pronto como el señor D pusiera sus manos sobre él—. Te juro que no estaba haciendo nada malo, solo queríamos chismosear.

—Bueno, no te perdiste de nada —Hefesto le dio un empujoncito en la espalda, que lo hizo avanzar tres pasos hacia el frente—. La fiesta sigue en pie y todo el mundo estaba presumiendo su dinero. El pan de cada día en este lugar.

—¡Oh!, ¿en serio? Vaya —Entonces, Leo intentó poner un tono casual—. Así que, no mal pienses, pero el señor D no mencionó algo como... ejem, ¿un choque o algo así...?

Hefesto le echó un vistazo, sus ojos se entrecerraron con suspicacia a medida que preguntaba.

—¿De qué estás hablando?

Leo supo inmediatamente que él no sabía nada acerca de eso. Rápidamente cambió de tema:

—¿El papá de Cali estaba muy enojado? —Era una pregunta estúpida puesto que Leo mismo lo había visto, aún así, también quería saber. Hefesto seguía caminando lentamente, como siempre, en dirección hacia el estacionamiento y Leo brincaba a su lado porque era imposible para él caminar a esa velocidad sin perder las pocas tuercas que le quedaban, así que dar saltitos era su único modo de no dejarlo atrás, a pesar de los gritos de dolor que parecían soltar sus músculos, que ya no querían hacer más ejercicio por el día.

A Hefesto no parecía molestarle.

—Ese viejo concejal cascarrabias, siempre está enojado —fue la respuesta que le dio. Antes de que Leo pudiese realizar otra pregunta, en medio de su último saltito, se dio cuenta de que sus pies no volvieron a tocar el piso, y eso era debido a que alguien lo estaba sosteniendo del cuello de su camisa.

—Te he estado buscando, mocoso —la gruesa y peculiar voz de Cherry lo sorprendió desde arriba. Leo alzó la cabeza para echarle un vistazo, y se encontró viendo directamente las enormes y peludas fosas nasales del hombre. Sintió un escalofrío de repulsión, pero se obligó a quedarse quieto—. Ahora solo debo encontrar a la chica —Cherry miró por todos lados, su ceño se frunció—. Debo ir a buscarla...

Instituto de Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora