Paso #22: Prueba tu valentía

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Amer se encuentra en la habitación con su teléfono muy cerca de su rostro, la luz está completamente apagada y solo es posible escuchar los balazos y quejidos de dolor del juego que la ha enviciado durante tantos días. (Conocido como Free fire) La sangre de los personajes muriendo bajo sus ataques es como néctar para su humor. Entonces una llamada empieza a sonar en su teléfono celular, y no le habría importado ni un carajo si no fuera porque ya era medianoche y el identificador registraba "RLkinn".

-¿Sis, dónde estás?- pregunta Amer al contestar, y su voz suena sensualmente ronca al no haberla utilizado durante tanto tiempo- ¿Qué año es? ¿Qué ha pasado?

-¡Sis!- la voz divertida y más alegre de lo normal de RL se escucha al otro lado de la llamada, junto con la música fuerte y los gritos fiesteros de otras personas- ¡Estoy en un bar! Estamos celebrando que aprobamos el examen. Te enviaré una foto de lo que estoy tomando- dice con su lengua completamente enredada y una risa completamente fuera de lugar- ¡La Bella y la Bestia le llaman! ¡La fruta del amor!

-Sis... ¿Tiene dos nombres? - Inquiere confundida, sin saber dónde está parada.

-Nooooo... La fruta es la frutita- dice enredando las palabras- No la bebida, joder, la frutita.

-He estado jugando de más, sis... Ya no sé ni donde estoy- confiesa Amer. - Pero, he matado a más de 18 personas en este hermoso y horrible juego... Sis, tengo problemas. ¡Abrázame! Tengo miedo. - Termina por susurrar

-Mándame fotos, sis- su ebria amiga le pide con perversión- ¡Pasa el pack, nena!

Amer se queda mirando la pantalla con los ojos entrecerrados. Y luego le cuelga, y se queda mirando el infinito. Tratando de recordar su nombre y su apellido. O lo que sea... Lo que sea...

***

La cafetería está repleta de delincuentes apestosos y canallas como cualquier otro día. Clarisse trata de evitar a un muy acosador Chris Rodríguez (el cual tiene sospechosamente un ojo morado). Los Stoll roban las billeteras de sus demás compañeros, (delincuente se nace, no se hace) y a lo lejos, en la mesa más apartada de la cafetería, está Hazel Levesque acompañada del chino canadiense, Frank Zhang. ¿Cómo se movió tan rápido para separarse de nosotros y alcanzarla a ella, de todas formas? Sin que nos diéramos cuenta. No estoy tan distraído, solo estaba compartiendo un par de palabras con cierto rubio drogadicto. Pero en un segundo, estaba junto a nosotros y luego... BAM... Aparece junto a mi hermana.

Oh por favor, ¿en serio? ¿No es suficiente que tenga que preocuparme por los hongos que pudieran salirme en el cuello? ¿Ahora también debía preocuparme porque un panda humanoide intente aprovecharse de mi dulce hermanita? Olvidando por completo el interés, que hasta hace unos segundos tenía en una melodiosa y armoniosa risa, camino hacia esa dirección rápidamente, con todo lo que me dan mis piernas. Mientras que, por el rabillo del ojo, observo a Will Solace apurar el paso para alcanzarme.

Ahora que sabía lo que ese doctor sin diploma tenía debajo de la camiseta, extrañamente no podía dejar de pensar en eso. Las imágenes de lo que hace no más de treinta minutos había estado espiando muy sutilmente a través de la semiabierta puerta del baño de nuestra habitación, parecían estar ahora impresas en mi mente como si lo hubieran tatuado bajo mis párpados con una barra de hierro caliente. Pero, pasara lo que pasara, yo tenía que concentrarme en Hazel justo ahora. Tenía que enfocar mi mente en lo que realmente era importante.

Y no en los abdominales de Will, no, concentración en tu hermanita, Di Angelo. Concentración.

Y de pronto, conforme iba acercándome cada vez más a ella, con mis largas zancadas, apenas tomando ligeramente en cuenta que lo hacía por en medio de todo el comedor, ocasionando que todo el mundo me mirara, y no por las oscuras esquinas, como solía hacerlo normalmente; mi furia fue incrementando, regresando a los horribles deseos destructores que se apoderaron de mi cuerpo el día de ayer, cuando Will me informó de la situación y yo solo quería acercarme a Dimitri y arrancarle los ojos de sus cuencas, para que así ya no pudiera mirar a Hazel con sus asquerosas y putrefactas orbes color pudrición.

Instituto de Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora