Paso #2: Consigue aliados

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Paso #1: No dejes que te atrapen = Fallido.

Corrección: Exitosamente Fallido.

La mano de mi hermano arrastrándome con fuerza, con furia, me hizo sonreír. Puede que me esté volviendo loca, no lo sé, pero sentirlo aquí, al fin frente a mí, me lleno de orgullo. Por fin había conseguido lo que planee, me atraparon, me castigaron, me enviaron a este instituto, y ahora, al fin, lo tenía de vuelta. La primera parte de mi plan al fin se había culminado, estábamos un paso más cerca del objetivo final.

Cuando nos detuvimos, afuera de la cafetería, estábamos en medio del jardín. Había varias mesas estratégicamente distribuidas a través del lugar. Varias personas pasaban alrededor, sin embargo, no se acercaban a más de dos metros de distancia de nosotros. Mi hermano tenía ese efecto desde que pasó lo de Bianca. Su aura, su esencia misma, mantenía a las personas alejadas. Una sola de sus miradas era más dolorosa que un puñal clavado directamente en tu pecho.

Pero yo recordaba a mi hermano feliz. Lo recordaba riendo, jugando conmigo, corriendo de un lado a otro. Si cerraba los ojos y me concentraba lo suficiente, podía recordarlo con expresión jovial, hablando sin parar sobre las cosas que amaba, con sus ojos brillantes de emoción cada vez que me explicaba algo nuevo. Su voz, hermosa y cálida aun resonaba en mis oídos, en forma de recuerdo.

Volví a la realidad cuando el zarandeó mi brazo. Justo ahora en su rostro no se reflejaba ningún tipo de júbilo, sus ojos no brillaban con emoción y su voz estaba muy lejos de ser cálida. De hecho, todo en él irradiaba enojo, odio y frustración, de no haberlo conocido de antes, probablemente estaría sintiendo escalofríos.

-¿Qué demonios crees que haces aquí, Hazel?- fueron las primeras palabras que me dijo. Al parecer él no estaba tan feliz de verme, como yo de verlo a él. Aun así, en mi estupidez causada por mi emoción de verlo, sonreí, una sonrisa que claramente podría competir con la de Will Solace, me abalancé en las puntas de mis pies y me aferré a su cuello confiando que podría contagiarle un poco de mi alegría.

-Vine a sacarte- contesté, intentando transmitirle toda mi confianza en mí infalible plan- Me costó mucho entrar, pero ahora que estoy aquí, escaparemos juntos. Ningún viejo gordinflón se interpondrá en nuestro camino.

Él sostuvo mis muñecas y me alejó, traté de ocultar rápidamente mi dolor por su rechazo. La mirada que se reflejó en su rostro justo en ese momento, me hizo darme cuenta de que para cumplir mi plan, tendría que enfrentarme a alguien muchísimo más peligroso que ese viejo gordinflón. Si mi propio hermano estaba en mi contra, esto iba a ser difícil, muy difícil.

-¿Hiciste que te metieran aquí?- me preguntó, intentando contener la rabia, no lo hacía muy bien- ¿A propósito? ¿Acaso estás demente?

-Solo lo hice para poder ayudarte a escapar- dije convencida de mi punto- Desde afuera no podía hacerlo, pero ahora que estamos los dos juntos...

-¡ESTAS DEMENTE!- estalló- ¡NO PEDÍ TU AYUDA, HAZEL!

Fue como si me hubiera tirado un balde de agua helada en la cara, sin embargo me recuperé rápidamente.

- No es necesario que me lo pidas, soy tu hermana, para eso servimos los hermanos para ayudarnos entre nosotros. - Insistí manteniéndome firme ante su mirada intimidante. - Solo quiero sacarte de aquí-

-¿No puedes defenderte a tí misma y quieres ayudarme a mí? ¿Y QUIEN DEMONIOS TE DIJO QUE YO QUERÍA SALIR?- exclamó él, sus ojos mostraban más ira de la que lo había visto usar en toda su vida. El aparato en su cuello, ese horrible aro de acero, comenzó a emitir un pitido agudo, una luz roja parpadeaba en él. Con forme más hablaba, con forme más se molestaba, el pitido incrementaba. - ¿Por que no dejan que me pudra en este lugar? Estoy mucho mejor aquí, alejado completamente de todos, alejado de sus disque miradas preocupadas y de lástima como si les importara una mierda lo que me pasa.

Instituto de Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora