Paso #57: Toma la responsabilidad

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Nico había estado a punto de sugerirle a Will que se fueran a otro lugar juntos, cuando la vida en el Instituto cambió drásticamente por culpa de una de esas tragedias que marchitan el alma de aquellos seres queridos involucrados. No hubo ningún indicio, como ocurría en las películas. Los coyotes no habían aullado lamentándose, el cielo no se había oscurecido con tormentas y relámpagos; no se había sentido ninguna diferencia entre el último segundo y el primero desde que Charlie había muerto. Simplemente había estado tomando jugo de uvas, y devorando camarones, escuchando a Jason reírse de la cara de Percy antes de irse, y mirando a Will a hurtadillas, con las palabras cosquilleando en su lengua:

"¿Quieres ir a otro lado conmigo?"

Entonces Annabeth había salido tropezando de la puerta que daba a la alberca, y chocado contra un guardia que había estado de pie cerca del marco, vigilando, aunque sus ojos siempre estaban fijos en los traseros de las señoritas que pasaban cerca de él. Sujetó a Annabeth de los brazos antes de que se estampara contra el suelo, y parecía que estaba por regañarla cuando de forma violenta, ella se deshizo de su agarre para salir corriendo, buscando desesperadamente a alguien: al director. Y cuando lo encontró, ahora fue ella quien lo agarró de sus brazos enfundados en traje morado, diciendo algo, con efusión y gestos desesperados.

El rostro del Señor D se puso pálido, luego balbuceó algo a Quirón, y salió corriendo por donde había venido Annabeth. En cuanto a ella, después de taparse los labios con una mano temblorosa que se divisaba a leguas, se giró para ver al grupo de amigos que había abandonado con Percy, hace sólo unos minutos. Y su expresión, era una con la que Nico estaba familiarizado.

—¿Qué está pasando? —murmuró Leo al lado de Will, activando aún más la alarma en cada uno de ellos.

Luego Nico se había movido hacia adelante, y en consecuencia, su grupo también le pisó los talones, incluyendo a Annabeth, al verlos ir por donde ella había huido. De lo que no se dio cuenta fue que otras personas iban adhiriéndose a ellos, como una manada de hienas siguiendo al que les proveería diversión. Pero no había nada de divertido en la situación, pronto lo supieron. Percy seguía en el mismo lugar donde Annabeth lo había dejado, de pie en el borde de la piscina, caían espesas gotas de sangre de la punta de sus dedos y tenía la parte trasera de su pantalón completamente húmeda de sangre. Sus ojos verdes brillaban en la oscuridad, abiertos y horrorizados mientras se preguntaba:

"¿Cómo voy a volver a nadar aquí?"

En tanto el director, llegando a su lado, se dejaba caer sobre sus rodillas de forma descuidada (aunque parecía que no fuera a sentir algo incluso si lo abofeteaban en la cara), para estirar el brazo y... De pronto, el señor D se detuvo. Su mano extendida a punto de tocar a Charlie, lentamente, retrocedió, y la cerró en un puño al costado de su cuerpo. No dijo nada por unos segundos, luego todo lo que podía decir eran maldiciones, saliendo a borbotones de sus labios una y otra vez.

—Mierda, mierda, mierda, ¡carajo, maldición!

Nico tragó saliva duramente, como si le hubieran metido arena del desierto en la boca que le raspaba la garganta. Su mente se llenó repentinamente, de todos los momentos en los que había hablado con Charlie, que, si bien nunca habían sido amigos íntimos, de todos modos, había sido un compañero y en definitiva, no merecía haber acabado como lucía ahora: hinchado, pálido, flotando como si fuera un trozo de pan poniéndose azul. Y por supuesto, la gente no debería estar mirándolo como si fuera un objeto de atracción. Por primera vez, agradeció que el director prohibiera los celulares, o hubieran estado grabando y tomando fotos desde hace rato, y Nico quizás no se hubiera controlado.

Los muertos no deberían ser fotografiados por el morbo.

Todavía merecían el mismo respeto que cuando estaban vivos.

Instituto de Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora