Paso #63: Cumple tu misión

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Cuando los estudiantes fueron a desayunar a la mañana siguiente, se encontraron con una de las peores pesadillas que podrían haber imaginado en toda su existencia. Era incluso peor que aquella vez cuando el papá de Clarisse los obligó a ejercitarse, era peor que cuando cometían un error cerca de la reunión mensual de padres y los obligaban a asistir a la charla psicológica con los títeres de la señorita Derry. Esto era catastrófico: Nico di Angelo, vivo, sano, y lo peor de todo, sin collar que restringiera sus movimientos.

Will despertó, como los últimos días, en la cama de Nico, sintiendo aún el sabor de sus labios, pero solo. Estuvo a punto de creer que lo de la noche anterior no había sido otra cosa más que una ilusión, y echarse a llorar de nuevo creyendo que sus ilusiones habían empeorado a tal punto de que incluso podía sentirlas como si fueran de carne y hueso, hasta que Frank, que salía en ese momento del baño, le dijo:

—Nico se adelantó a desayunar —con una sonrisa en los labios, sin embargo, al hacerlo de súbito, Will no pudo evitar dar un saltito—. Dijo que aún no había hablado con Hazel, y que sería brutalmente golpeado por ella si no la iba a buscar ipso facto.

Así fue que, cuando Will y el resto de sus amigos entraron al comedor esa mañana, se encontraron a los dos hermanos, sentados en la mesa de siempre, con sus cabezas inclinadas, hablándose en susurros, como si estuviesen conspirando con respecto a algo: el dominio mundial, o la destrucción de todas las razas, quizá.

Los rumores, por supuesto, tampoco se hicieron de esperar, y mientras los demás espacios alrededor de Nico y Hazel comenzaban a llenarse con todos sus amigos, las voces empezaron a escucharse cada vez con más ahínco, en susurros, sí, pero lo suficientemente ruidosos como para diferenciar las palabras en algunos de ellos:

—Dicen que, como los gatos, tiene nueve vidas —fue uno de los primeros.

—Yo escuché que la única razón por la que no murió, es porque Hazel le prometió a Dimitri que se metería en su cama si lo dejaba vivir —dijo en algún lugar, una chica.

—Hazel ni siquiera estuvo presente cuando se dio el enfrentamiento —le contestó otra— ella estaba revolcándose con Frank, mientras todo pasaba. Yo escuché que di Angelo es medio androide y por eso no se puede morir. Pero Dimitri no lo sabía, así que de todos modos lo intentó. ¡Tiene sentido si tomas en cuenta su collar!

—Pero ya no está usando el collar.

—Porque ahora se lo pusieron debajo de la piel, con tecnología moderna... ¡Lo escuché del mismísimo Andrew! Y ya sabes que es un puto genio.

—¡N-n-n-no es cierto! ¡Yo n-n-n-no dije eso! —chilló Andrew, al tiempo que se sentaba. Estaba justo al lado de Drew, quien miró mal a la bruja que había blasfemado a su chico, así que, quizá, por eso encontró el coraje para defenderse, incluso cuando fue por medio de un tartamudeo.

La intervención de Andrew, sin embargo, ocasionó que Nico levantara la mirada, lejos de su hermana, y mirara en dirección a Will, solo para al segundo siguiente hacerle espacio a su lado. El movimiento, por supuesto, ocasionó que todo el mundo se callara, a causa del terror. Will se sentó obedientemente a su lado, y por un momento le sujetó la mano, luego, en vista de la cantidad de gente que había alrededor, lo soltó.

La cantidad de gente en el comedor, sin embargo, no acobardó a Annabeth, quien, sin pensárselo mucho, casi corrió al ver a Nico, sano y salvo, y se abalanzó sobre él, en un abrazo. Como ella estaba de pie, y él sentado, fue más bien como abrazarle la cabeza desde atrás, pero el efecto fue igualmente poderoso. Ella no tardó ni dos segundos en darse cuenta de lo que había hecho, y se separó de inmediato para luego carraspear e irse a dar la vuelta a la mesa, sentándose, así, al lado de Hazel.

Instituto de Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora