Capítulo 3

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Ambos chicos llegaron al mismo tiempo para su castigo, ninguno se dirigió la palabra, tomaron asiento enfrente del otro, y dividieron las preguntas.

—Empiezo yo—, informó Severus.

Sirius alzó los hombros, quitándole importancia al asunto.

Cuenta a tu compañero la historia de tu vida con todo el detalle posible—, leyó Severus.

Definitivo, iba a matar al viejo chocho, ¿Cómo se le ocurría colocar ese tipo de preguntas?

—Soy sangre pura, heredero de la casa de los Black, hijo mayor de Walburga y Orión Black, soy el primero en mi familia en ir a Gryffindor y no compartir las mismas creencias de sangre, juego quidditch como cazador, mi mejor amigo es James Potter, me gusta el invierno—, dijo sin tomarle mucha importancia a lo que estaba diciendo.

Severus suspiró antes de contestar.

—Me gusta las pociones, mi madre me enseñó sobre ese arte, ella también asistió a Hogwarts y perteneció a Slytherin—, comentó el pelinegro sintiéndose extraño, era la primera vez que hablaba de su madre con alguien que no fuera Lily.

—Y también te gusta las artes oscuras, y eres un fanático de la pureza de la sangre—, acotó con desdén el ojigris.

Severus apretó los dientes, pero no contestó, no caería en las provocaciones del otro.

—Siguiente pregunta—, declaró Sirius—, Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, ¿qué le preguntarías?

¿Por qué me tocó esta vida? Pensó él, esa pregunta se la había hecho durante toda su vida.

—No lo sé—, contestó él.

De inmediato que la respuesta salió de su boca, el sillón en donde estaba sentado, le lanzó unas pequeñas descargas eléctricas, que lo hizo saltar, mientras lo hacía soltar unas cuantas palabrotas.

—Debes ser honesto—, le recordó divertido el Gryffindor.

Severus recordó la advertencia de Dumbledore con lo de ser honesto, pero hasta ese momento no se lo había tomado enserio, se mordió el interior de su mejilla, cosa que hacía cuando estaba nervioso.

—Le preguntaría, el porqué me tocó esta vida—, contestó sin mirar a su acompañante a los ojos.

—Yo también le preguntaría lo mismo.

Sin quererlo, Severus se rió sarcásticamente.

—¿De qué te ríes?—, preguntó enojado Sirius.

—¿De qué crees Black?, ambos haríamos la misma pregunta por razones diferentes, a ti te ha tocado una vida perfecta.

—Eso no es cierto, no me conoces.

—Y ese es el maldito problema, de que no quiero conocerte, porque lo que sé de ti, lo odio con todo mi ser, y ambos sabemos que a ti te pasa igual, así que no entiendo porque debemos estar juntos y conocernos—, gritó exasperado el Slytherin.

—Mira Snape, a mi tampoco me agrada conocerte, pero no nos queda de otra, sigamos con este castigo, contesta las jodidas preguntas, y hacemos como dijiste antes, fingimos después de Navidad que nos llevamos bien y ya—, contestó el Gryffindor, tratando de no relucir su temperamento.

Ese era el problema, no podía contar hasta navidad, para eso faltaba 1 mes, eso era mucho tiempo, Lucius se daría cuenta sobre su verdadero castigo, estaba tentando a su suerte, mas su instinto Slytherin no permitía arriesgarse a adelantar su plan de fingir, si lo hacía, Dumbledore sospecharía, el viejo estaba loco sí, pero idiota no era, e investigaría hasta dar con la razón de porque estaban fingiendo y no, no podía arriesgarse.

Soltando un suspiro de frustración se sentó y tomó la otra pregunta.

— ¿Cuál es tu recuerdo más valioso?

—El día en que me fui de casa y fui acogido con los Potter.

Severus asintió levemente, no sabía cual era su recuerdo más valioso, porque sencillamente eran muy pocos, cerró los ojos y pensó, hasta que un recuerdo se hizo presente.

—Cuando mamá me enseñaba hechizos y pociones—, contestó sin mirar a los ojos a su acompañante.

—Vengo yo, ¿Cuál fue el mejor día de tu vida?

—Cuando recibí la carta de Hogwarts—, contestó el pelinegro.

Podía recordarlo como si fuera ayer, cuando cumplió los 11 años, una lechuza fue a llevarle la carta, ese día no durmió, e hizo que su madre le contara todo lo relacionado a Hogwarts una y otra vez.

—El mío fue cuando conocí a los chicos—, respondió melancolícamente el Gryffindor.

—¿Quién es tu ejemplo a seguir?—, preguntó Severus.

—Dumbledore, es un excelente mago.

—Eso no lo niego, pero su gusto en ropa, deja mucho que desear.

Sirius empezó a reír exageradamente, echando la cabeza hacia atrás y golpeando su pierna, Severus frunció el ceño ante tal reacción.

Ignoró al loco de su acompañante, era el turno de él contestar.

—No tengo ejemplos a seguir.

Y era cierto, casi ninguna o mejor dicho, ninguna de las personas de su entorno eran un ejemplo, su padre era un alcohólico, su madre una mujer maltratada, así que si de ejemplos se hablaba, ninguno era el más conveniente.

Black se cayó se inmediato al escuchar la respuesta, lo miró con curiosidad, mas no preguntó.

—¿Te has enamorado?—, preguntó Sirius.

—Contesta tú primero.

—Una sola vez me he enamorado—, contestó Sirius sin darle mucha importancia.

—Yo también—, confesó Severus.

Y no fue de Lucius o de Lily como muchos creían, por Lucius sintió cosas en su momento, pero no era nada parecido a enamoramiento o a amor, pero ahora no sentía nada por él, ni siquiera odio por lo que le hacía, y eso era peor que el odio, porque aunque sea sentía, pero por el rubio todo tipo de sentimiento tanto bueno como malo, murió, sólo seguía con él, por costumbre además de miedo a la soledad. Ahora, con Lily era otra cuestión, él pensó que la amaba, no obstante, descubrió que el sentimiento era netamente amistoso, luego descubrió que le parecía más atractivos los chicos, por consiguiente su heterosexualidad murió, si es que alguna vez tuvo una.

Ajá, ahora volviendo a la cuestión de que Severus se enamoró una vez, pues… era algo que prefería olvidar.

—¿De quién?—, preguntó el león.

—No es de tu incumbencia.

—Última pregunta, ¿Eres virgen?—, preguntó la serpiente.

Eso sí era pasarse, ahorcaría lentamente a la persona que anotó esa pregunta.

El otro chico sonrió petulante, y él, rodó los ojos, todo el mundo sabía que Sirius Black, se había cogido a medio Hogwarts.

—Por supuesto que no lo soy.

Severus tomó su bolso y parándose enfrente de su Némesis, contestó la pregunta.

—Yo tampoco lo soy.

Dejando a un pasmado Gryffindor en su asiento.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora