regalo 5

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Severus odia las noches y no por tener insomio o sufrir de alguna extraña fobia a la oscuridad, eso sería muy cliché. Simple y llanamente la detesta porque cuando el que sol se oculta, la música resuena por todos lados haciendo que se preguntase si es que el techo le caería encima.

A la izquierda vallenato, a la derecha ¿Qué es eso? ¿Jazz? Bueno, nunca se sabía con el viejo Ronny, siempre colocaba música que te daba sueño en lugar de ganas de mover el esqueleto, y por último, pero no me menos importante, por el frente: un potente reggaeton que hacía que tus oídos sangraran y rogaras por tu miserable vida sólo al escuchar una nota.

¡No, Severus no queria "Mmm ah, y mmm" él sólo quería paz y silecio! ¿Era tan difícil concederle ese pequeño deseo?

Bueno, ojalá que Dios lo escuche, porque estaba a segundos de perder la paciencia y colocar sweet but psyco de fondo mientras asaltaba la casa de sus vecinos en busca de bocinas, radios o cualquier objeto que pudiese producir ruido.

Ese día no era la excepción, había tanto ruido que en vez de parecer un barrio, parecía una jodida discoteca, pero ese día, los límites se sobrepasaron, como si no fuera suficiente las 5 parrandas en una, a algún imbécil se le ocurrió hacer un jodido sun car, o sea, una fiesta con 10 carros, en donde dichos vehículos, había los artefactos del demonio, o mejor conocido como equipos de sonido.

Severus se acercó a la ventana, habían más de 30 personas tomando licor, y pasándola a lo grande, mientras que él tenía tantas ojeras que podía pasar por un bendito Mapache, el querido vecino, (nótese el sarcasmo), que colocaba su asqueroso bad bunny, estaba de lo más contento, pero eso no iba a durar mucho.

Severus se levantó de la cama, tomó un bate de béisbol, y sin importarle que estaba en pijama, salió de la casa.

El primer carro que vio, era el de su vecino, así que sin importarle nada, empezó a golpearlo sin piedad, en ese momento le valía madres si iba preso, quería dormir, sólo eso.

Estaba dándole al carro como si fuera una piñata, hasta que una mano le arrebató el bate.

—¿Estás loco?—, le preguntó su vecino Sirius.

—No, pero casi, son las 2 de la madrugada, y no puedo dormir por tu maldita música, y lo peor es que tienes un gusto asqueroso—, le gritó él—, sólo quiero dormir, esto va para ti y para los demás—, dijo mientras se volteaba a ver a los demás bochincheros—, si vuelvo a escuchar música a cualquier hora inapropiada, le destrozare todos sus equipos—, y dicho eso, se volteó cerrando la puerta muy fuerte.

Severus pensaba que la amenaza no iba a funcionar, pero resultó que sí, sus horas de sueño habían regresado, ya no tenía que escuchar la música de los demás, pero la culpa por haber destrozado un carro ajeno, no lo dejaba muy en paz.

Tocó la puerta del vecino del carro dañado, el hombre salió, y en vez de sacarlo a gritos, la saludó con una sonrisa.

—Hola, ¿Necesitas algo?—, preguntó amablemente.

—Yo…, venía a disculparme por haber destrozado tu carro, sé que no tengo excusas, pero…

Sirius se empezó a reír, y Severus se desconcertó.

—No hay problema, yo me lo merecía, me pasé de cretino, pero ¿Te digo un secreto?

—Sí—, contestó dudoso el chico.

—Todo lo hice para llamar tu atención, sin embargo, creo que me pasé, ¿Te parece si dejamos lo malo en el pasado y sales conmigo mañana?

Severus parpadeo confuso, sin poder creérselo.

—Nunca saldría contigo…—, el rostro del chico decayó—, pero alguien tiene que enseñarte de gustos musicales, así que nos vemos mañana—, se despidió él.

El chico entró rápidamente en su casa y miró por la ventana, Sirius se había quedado estático, luego una sonrisa se plasmó en sus labios, y cerró la puerta, Severus también sonrió, si hubiera sabido que después de destrozarle el carro a su sexy vecino, este lo invitaría a salir, hace tiempo lo habría hecho.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora