Capítulo 8

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Sirius sabía que la había cagado a lo grande al ver como Snape huía prácticamente de él, llegó a su habitación en donde estaba Remus leyendo, y se sentó a su lado.

—La cagué Remus.

—¿Por qué será que no me sorprende Sirius?—, preguntó el castaño sin apartar su mirada del libro.

—Lo besé Remus, besé a Snape—, confesó en un suspiro.

—Después de haberle pedido disculpas, supongo.

—Disculpas ¿Por qué?

—Como que ¿Por qué?, no sé, haberle jodido 7 años de su vida sin razón alguna, por ejemplo, eso sería una excelente razón para disculparse.

—Yo no lo hice Remus, sólo lo besé y ya.

El aludido alzó la vista del libro y meneó su cabeza, como si su amigo fuera una causa perdida, y quizá sí, quizá sí era una gran causa perdida.

—Por Merlín Sirius, se suponía que te ganarías su confianza, no que lo ahuyentaras a la primera de cambio—, lo reprendió su amigo.

—Lo sé, lo lamento, es que no pude evitarlo, estaba demasiado cerca de sus labios y actúe impulsivamente.

—No es a mí que me tienes que pedir disculpas, es a él, ve y buscalo y pídele disculpas.

—Está bien Moony.

Sirius se levantó y buscó la capa de invisibilidad tomando también el mapa del merodeador, salió rápidamente del lugar, llegó a la mazmorras de Slytherin y se colocó la capa, desenrolló el mapa, buscando el punto que indicaba a Snape.

Su objetivo estaba en su cuarto, así que espero pacientemente a que alguien entrara a la sala común, y así pasó, una persona entró y Sirius aprovechó la oportunidad.

Siguió el camino que le indicaba el mapa, la puerta estaba entreabierta, pero escuchaba voces teniendo una discusión muy acalorada.

—¿Cuándo acabarás tu castigo con Black?—, preguntó un rubio, y que Sirius podía identificar como Lucius Malfoy.

—No lo sé Lucius.

—¿Por qué tienes los labios rojos?

—No sé de que hablas.

—Sabes de lo que hablo Severus—, advirtió el rubio, acercándose al mencionado y tomándole de la barbilla fuertemente—, ¿Lo besaste cierto?—, el pelinegro no le contestó—, lo besaste, pensé que habías superado tu enamoramiento por él, porque sí, sé que suspirabas por Black, pero me acabo dar de cuenta que no fue así—, Malfoy soltó al chico para luego bofetearlo.

Sirius se tensó, quería salir de debajo de la capa, mas tuvo que mantener su impulsividad a raya, para evitar problemas. Esperaba que Snape se levantara y se defendiera como siempre hacía, pero se sorprendió que no fue así, se mantuvo en el suelo sin señal de dar pelea.

El rubio lo levantó del suelo, y lo estrelló contra la pared.

—Escuchame Severus, me perteneces, yo te compré con cada cosa que te di, que no se te olvide que antes de mí, no eras nadie, no tenías nada, y yo te di todo, más de lo que merece un sucio mestizo como tú, sin mí no eres nada, nadie te va amar, ni siquiera Black, él te utilizará como un juguete, y te botará, además, ¿Cómo crees que se tomará él, un leal Gryffindor, cuando sepa que tienes la marca tenebrosa en tu antebrazo?—, y para hacer énfasis de sus palabras, levantó la manga de la camisa del otro chico.

El ojigris vio con horror la marca tenebrosa, había escuchado de ella, pero nunca la había visto, sabía que muchas personas, sobretodo los Slytherin, las estaba recibiendo, sin embargo, tenía entendido que quien las recibía, eran mayores de edad, graduados del colegio.

—Más te vale alejarte de él—, sentenció el rubio, saliendo de la habitación.

Al cabo de unos minutos, Snape se despegó de la pared, y empezó a caminar por la habitación, se quitó la camisa, mostrando una espalda llena de cicatrices.

Si la marca tenebrosa lo había horrorizado, el ver la espalda de Snape, le daban ganas de voltear su rostro.

Salió del lugar sigilosamente, caminó lo más rápido que pudo y llegó a la habitación, se quitó la capa y corrió al baño, se arrodilló en el retrete y vomitó todo lo que tenía en el estómago.

—¿Sirius, estás bien?—, preguntó tímidamente Remus.

Sirius se alejó de donde estaba y jaló a Remus, cerrando la puerta del baño.

—Remus, soy la peor persona de este mundo.

—No digas eso, Sirius.

—Sí lo soy, soy un hipócrita, critiqué a mi familia que era cruel, y yo no me diferencio de ellos, jodí la vida de alguien porque sí, sin darme cuenta que ya la tenía jodida desde antes.

—¿De qué hablas Sirius?—, preguntó Remus con precaución.

Él le contó todo lo que había visto.

—Sirius tienes que hablar con Dumbledore, informarle que hay un mortifago en el colegio.

—¡No!, no puedo hacerlo Rem, ¿Y si lo obligaron?

—Entonces debes hablar con él, y averiguarlo.

El ojigris asintió un poco convencido.

—Iré a cenar, ¿Vienes?

—No, yo iré a descansar.

El licántropo asintió un poco inseguro, y se fue no sin antes prometerle a su amigo que no diría ni una palabra.

Sirius se levantó y se acostó en su cama, la mente no lo dejaba en paz, quedándose dormido en un sueño demasiado agitado.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora