regalo 12

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Severus maldecía su suerte, la vida se la tenía agarrada con él, quería una sola cosa, pasar un verano agradable, sólo eso, tan fácil y para nada complicado, pero eso quedó descartado cuando Lily insistió en que se fueran a la playa con su novio James Potter y el trío de idiotas, al principio se había negado rotundamente, el hecho de que hicieron las paces con los merodeadores, no significaba que fueran los mejores amigos del mundo y salieran de paseo, mas Lily insistió hasta que terminó cediendo. Ahora, por ser tan blandengue, tenía que dormir con Black, en una misma habitación, porque habían reservado 3 cuartos, uno para Potter y Lily, otro para Lupin y Pretigrew, y el último para Black y él, ya que habían hecho un sorteo, pero como siempre, la suerte no le había sonreído, ya que le había tocado con el pulgoso.

Habían entrado en la habitación, y Severus quería tirarse por la ventana, ya que en el centro del lugar había una pequeña cama.

—La cama es mía, tú duermes en el suelo—, anunció Severus.

—Ohhh no, yo dormiré en la cama—, refutó el Gryffindor, acostándose en la cama.

—Quítate Black, quiero dormir.

—Pues acuestate aquí conmigo—, le contestó con una sonrisa burlona el ojigris.

—Ni en tus mejores sueños Black.

—Entonces duerme en el piso.

Severus apretó la mandíbula, quería ahorcarlo, tenía dos opciones, dormir en el duro piso, y amanecer con el cuerpo adolorido o dormir con Black, que aunque le molestara, se veía mucho más cómodo que su otro lugar para dormir.

—Está bien Black, acomodate—, anunció el Slytherin.

El Gryffindor sonrió victorioso, y se acomodó todo lo que pudo en la pequeña cama. Severus suspirando, se subió a la cama y Sirius lo atrajo a su pecho, el pelinegro colocó su cabeza en el tórax del contrario, sorprendentemente ambos encajaban perfectamente.

Ambos se sentían nerviosos, era la primera vez en que dormían con alguien, y donde no había nada sexual involucrado, sin embargo, se sentía bien, y se quedaron dormidos, Severus escuchando el corazón de Sirius y Sirius oliendo el dulce aroma que emanaba el cabello del menor.

Al otro lado de la puerta…

—¿Por qué no le dijimos que podían usar un hechizo para extender la cama?—, preguntó inocentemente Peter.

—Porque en el fondo ellos querían estar cerca del otro, sólo que aveces son un poco tercos para darse cuenta, pero después de esto, ya no podrán negar sus sentimientos—, le confesó Remus mientras abrazaba a su pequeño amigo.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora