regalo 1

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Severus estaba muy cómodo en su cama, durmiendo como si no hubiera un mañana, cuando un sonido insistente lo despertó.

—Diga.

—Sev, ¿dónde estás?—, preguntó su mejor amiga Lily.

—En mi casa, ¿por?

—La profesora ya llegó—, anunció la muchacha en un susurro.

—¿Qué?—, preguntó adormilado el muchacho.

—Ya llegó la profesora, hoy tenemos examen.

—Pero si hoy es domingo.

—¡Claro que no!, hoy es lunes.

Severus revisó el calendario, y efectivamente confirmó, que era lunes.

Saltó de su cama como si le hubieran echado agua hirviendo, tomó lo primero que vio en el armario, mientras le pedía a Lily que lo cubriera. Lo único bueno era que vivía cerca de la Universidad, así que en menos de 5 minutos ya estaba corriendo por las aceras.

Él nunca se había considerado una persona deportista, pero ese día era la excepción, porque corrió hasta la puerta de la Universidad, y de ahí no paró, hasta que chocó con el pecho de alguien.

Segunda parte.

Cuando se iba a disculpar, se sintió hipnotizado por un par de ojos grises, y una sonrisa encantadora.

—Ten cuidado por donde andas belleza—, le sugirió el chico.

Eso pareció despertar a Severus de su burbuja, haciéndolo recordar que iba tarde, así que sin despedirse se fue.

Llegó justo cuando la profesora empezó a repartir los exámenes, lentamente se sentó junto a Lily.

—Casi no llegas Severus.

Él asintió, su mente estaba en otro lado, y no precisamente en el examen.

A la hora del almuerzo, el pelinegro estaba en una mesa alejada, esperando a Lily, enfrascado en un libro, cuando sintió que alguien más se sentaba, apartó el libro, pensando que era su amiga, pero no era ella, sino el chico de la mañana.

—¿Qué quieres?—, preguntó Severus sonando brusco y frío.

—Estar encima tuyo, pero por los momentos me conformo con tu nombre,  lindura.

Severus se sintió sonrojar, tragó un poco de saliva para no sentirse tan nervioso.

—No te pienso decir mi nombre—, contestó el pelinegro con desdén.

Justo acababa de decir eso, cuando la pelirroja apareció.

—¡Severus!, no te veía.

El recién llegado sonrió como si se hubiera ganado la lotería.

—Bueno Severus, me llamo Sirius Black—, comentó el chico, mientras le besaba la mano—, es un placer conocerte, espero que nos podamos entender de otras formas más… agradables—, informó Sirius para luego marcharse, no sin antes guiñarle el ojo a él.

—¿Qué fue…

—Ni una palabra Lily Evans, ni una—, le advirtió el chico.

Ella lo miró con suspicacia, sin embargo, hizo el gesto de pasarse una cremallera en los labios.

Severus soltó un suspiro, y volvió su atención al libro, mas no entendió nada, porque su mente estaba, con un chico de ojos grises.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora