Capítulo 11

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Severus maldecía su suerte, en 7 años que estudiaba en Hogwarts, nunca se había quedado dormido, porque siempre colocaba el despertador, pero ayer en la noche se le había olvidado, porque quedó dormido apenas tocó la cama, y si era sincero, tenía mucho tiempo sin dormir de esa forma, quizá porque no tenía la amenaza de Lucius rondando por su cabeza.

Ahora, estaba corriendo por los pasillos para llegar temprano a Transformaciones, ya se imaginaba la cara agria que haría Mcgonagall si llegaba tarde, cuando iba doblando la esquina, se encontró cara a cara con los 4 idiotas.

—¡Snivellus!—, saludó con falsa alegría Potter.

Severus colocó su cara de aburrimiento, pero sinceramente no tenía ganas de discutir con el idiota 1, así que decidió ignorarlos e irse.

—No tan rápido—, y sin más, calló al suelo, haciendo que cayera todos sus libros esparciéndose por todo el suelo.

Las risas no se hicieron esperar, quería llorar de indignación, nunca le había hecho nada a nadie, siempre trataba de pasar desapercibido, sin embargo eso no le importó a Potter y sus secuaces, aunque además de eso, lo que más le dolía era que Sirius no estaba haciendo nada, ni para bien ni para mal, ¿acaso era mentira que quería una oportunidad con él?, el pelinegro resopló, pues claro que era una farsa, nadie lo iba a querer como decía Lucius, era algo impensable que el gran Sirius Black lo defendiera, después de haber sido su acosador, aunque lo que más rabia le daba, era que creyó en cada una de sus palabras, había sido un estúpido, seguro él le había dicho eso, porque estaba acostumbrado a decirle esas palabras a cada una de sus conquistas, indudablemente les habría dicho a sus amigos cada cosa que le había prometido en la sala de castigo, actualmente sería la burla de los idiotas.

Iba a tomar uno de sus libros cuando un pie se posó en su mano, levantó la mirada, era Potter, su mirada reflejaba malicia igual que su sonrisa, mas Severus no se dejó intimidar.

—Quítate Potter.

El chico hizo más fuerza en su pie, Severus reprimió la mueca de dolor que quería salir, pensó que le iba a partir la mano cuando una voz intervino.

—Déjalo James—, le exigió Sirius.

Todos a su alrededor lo miraron aturdidos, nadie les paraba los pies a los merodeadores, ni siquiera los profesores y que uno de ellos mismos hiciera eso, era un acontecimiento inimaginable.

—¿Qué?—, preguntó James confundido.

—Que lo dejes—, contestó el Gryffindor sin inmutarse ante la mirada de los presentes.

Con un movimiento de varita, recogió los libros que estaban en el piso, mientras los libros levitaban, levantó al chico del suelo y le entregó los libros.

—Lo siento mucho, no volverá a pasar, te lo prometo—, le susurró el ojigris al oído—. ¿Qué miran?—, les ladró a los espectadores.

Rápidamente todos se dispersaron, dejando solos a los merodeadores y a él en el pasillo.

El Slytherin tomó sus cosas y se fue rápidamente, sin darle una segunda mirada a Sirius, al cruzar la esquina, escuchó la voz de Potter.

—¿Y a ti qué demonios te pasa Sirius?

°•°•°•°•°

Sirius sabía que tarde o temprano tenía que hablar con su mejor amigo sobre su enamoramiento por Snape, aunque quería aplazarlo porque no sabía como decirle, ya había llegado el momento.

Le hizo señas a sus otros 2 amigos, y se encerró con James en un salón.

—Estoy enamorado de Severus Snape—, le soltó sin anestesia.

—¿Sirius, estás bien?, ¿seguro que te dieron una poción de amortentia?, debes ir a la enfermería…

—James, estoy bien, sólo me enamoré de Severus, inimaginable lo sé, pero lo hago.

El chico de lentes miró a su alrededor, como si fuera un animal enjaulado.

—Es una serpiente Sirius, ¿cómo sabes que no te va a hacer daño?

—No lo sé James, pero si lo hace, no es algo que no me merezca, lo amo tanto que no me importaría que pisoteara mi corazón, yo seguiría adorándolo, este sentimiento lo tengo desde hace tiempo, y lo mejor es que él siente igual, ya no quiero ser un idiota, quiero cambiar para ser mejor, por él y para él, así que, ¿qué dices?, ¿me apoyas?

El miope se pasó su mano por el cabello, despeinándolo más.

—Siempre te apoyaré, aunque Merlín sabe que me costará mucho—, contestó finalmente el de lentes.

Sirius sonrió y abrazó a su hermano del alma.

—Gracias amigo, no sabes cuanto lo agradezco.

Ambos salieron del salón, aunque Sirius no deseaba ir a clases, tenía en mente otra cosa.

—Dile a los chicos que no me esperen a almorzar, nos veremos después.

—¿Te vas a saltar clases?

—Por supuesto.

—¿Qué vas a hacer Sirius?

El ojigris sonrió.

—Es una sorpresa.

Su amigo lo miró con suspicacia, mas lo dejó pasar.

Se despidieron, y Sirius se fue con una sonrisa en el rostro, feliz con el plan que se le acaba de ocurrir.

Nota de la autora:

Holaaaa, espero estén bien, díganme, ¿qué tal les ha parecido la historia?, ¿cuál ha sido su momento favorito?, ¿si les ha gustado?, amaría saber sus opiniones o deseos respecto a la historia.
Me despido.
Bebepushentido.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora