Ya había pasado la hora del almuerzo cuando Severus llegó a su casa agotado, las sienes le papiltaban por el estrés, dejar a Sirius en casa, no era una buena opción, pero dejarlo libre tampoco lo era, conocía lo imprudente que era, no se sorprendería que si lo descuidaban por un momento, fuera y se enfrentara directamente con Voldemort, así de loco estaba Sirius.
Cuando entró a casa, subió al cuarto en donde estaba el otro chico, encerrado con fuertes protecciones, vio que el chico estaba tendido en la cama temblando, Severus se acercó alarmado y tocó su frente, para darse cuenta de que Sirius ardía en fiebre.
El pelinegro de inmediato se alejó para buscar lo que necesitaba, empezó a pronunciar varios hechizos para reestablecer la temperatura del ojigris.
Tomó un vial que contenía una poción hidratante, y le abrió la boca para que se la tomara. Lo que le preocupaba al de piel cetrina era que el ex Gryffindor, no abría los ojos, sólo temblaba y murmuraba cosas inconexas.
-Severus-, empezó a decir Sirius, en un murmullo muy bajito-, Severus, amor.
El corazón del mencionado empezó a oprimir su pecho, le dolía escuchar como lo llamaba el otro chico desesperadamente.
-Black estoy aquí, estoy contigo-, le contestó la contraparte.
-Severus, no me dejes por favor, te extraño-, divagó Sirius en su estado febril.
Los ojos del pelinegro se llenaron de lágrimas, había llorado más el tiempo en que estuvo separado de su amor, que en toda su vida, pero no era momento de dejar que sus sentimientos gobernaran la situación, tenía que sanarlo.
Empezó a pasar su varita por todo el cuerpo del enfermo, susurrando todos lo hechizos curativos que conocía.
Al final del día Sirius se encontraba mejor, dormitando con un rostro tranquilo y descansado, todo lo contrario a como estaba él, que apostaba todo lo que tenía a que su cara debería parecer como muerto recalentado, sin embargo, no se movió y se quedó observando la cara del chico enfermo, pasó sus manos por su cara, acariciandolo suavemente.
-Yo también te extraño mucho Sirius, más de lo que imaginas-, le confesó mientras le daba un beso en la raíz del cabello.
-Si me extrañas, vuelve conmigo por favor-, habló Sirius haciendo que Severus se sobresaltara, se quiso alejar, pero, una mano lo tenía sujeto en la muñeca.
Sus miradas se encontraron, encontrando en el otro, todo el dolor que han estado guardando por estar separados tanto tiempo, sus corazones se extrañaban.
Severus sintió un estremeciento por toda su columna, no importara el tiempo que pasara, Sirius seguía teniendo ese poder sobre su cuerpo, con tan sólo mirarlo.
Y ese era el jodido problema de estar cerca de Sirius, esa era la razón principal de no querer tenerlo en su casa, lo hacía perder todo pensamiento coherente con respecto a todo, se había olvidado de la guerra, de Voldemort, de que era un espía, de que la mitad del mundo mágico dependía de su trabajo y que la marca tenebrosa estaba tatuada en su brazo, recordándole todo lo malo que había hecho hasta ahora; sólo eran ellos dos, no había ningún bando de luz o de oscuridad, sólo dos chicos que se amaban, en el medio de algo que había hecho que se separaran, todo lo demás podía esperar, porque ese momento era de ellos.
No sabía que lo impulsó, pero Severus se encontraba besando los labios de Sirius, fue un beso desesperado, como cuando una persona se encuentra caminando por días por el desierto y toma un poco de agua, no se sentía saciado, deseaba más, quería más de esos labios que tanto extrañó y que soñó por días, a pesar de la repentina acción, fue bien recibido su beso, Sirius lo tomó de su nuca profundizandolo.
Ambas lenguas bailaban en una perfecta sincronía, sin dejar de luchar mutuamente, la piel de ambos chicos se erizó, sus corazones latían en la misma sincronía, sus cuerpos recordaban perfectamente la sensación de sentirse cerca del otro, lo único que sus mentes lograban a pensar coherentemente es, un <por fin te estoy besando de nuevo, mi amor>.
No sabían si pasaron segundos, minutos u horas, llegó el momento de separarse, sus labios se detuvieron, pero sus frentes quedaron juntas, tratando de recuperar el aliento.
En ambos rostros caían lágrimas, no eran de tristeza, sino de alivio, como las de una persona atormentada que por fin encuentra paz.
-Lamento haberte insultado Severus-, se disculpó Sirius-, lamento todo lo malo que te hecho, vengate todo lo que quieras de mí, pero no te alejes, eso no por favor, no lo toleraria.
El aludido no contestó nada, acarició el rostro atractivo del otro chico.
-Hablaremos más tarde, tienes que descansar.
-Descansa conmigo Sev, duerme conmigo por favor.
Y como en todo lo relacionado con Sirius, cedió. Se subió a la cama y se acostó a un lado, pero el ojigris tenía otros planes, así que lo acercó a su costado y lo mantuvo allí.
Después de tanto tiempo, Severus se sintió en casa, cálido y tranquilo, igual que Sirius, como si fueran dos piezas que encajaban perfectamente.
Ambos sabían las responsabilidades que tenían afuera, pero por los momentos serían ellos dos y que los demás se fueran al diablo.
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Conoceme y enamórate de mí
RandomSirius Black y Severus Snape, no se llevan para nada bien, y eso para nadie es un secreto, el director ya cansado de sus disputas, decide intervenir, haciendo que ambos chicos se conozcan, pasando tiempo juntos, ¿Podrá ellos ser amigos?