regalo 7

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Sirius x Severus.

Respuesta al reto de Hallowen.

Severus sentía su cabeza reventar, quería descansar, había sido un día pesado, a eso sumado a aguantar a los merodeadores, el dolor de cabeza estaba más que justificado, por eso estaba recostado en un sofá de la sala de los menesteres, una sala que había descubierto por casualidad.

Sentía que se estaba quedando dormido, cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse, se sobresaltó por la impresión, por puro instinto tomó su varita, apuntando al recién llegado.

—Black—, espetó con una mueca de desdén el pelinegro.

—Snape—, contestó Sirius de la misma forma—, largo de aquí.

El mencionado arqueó una de sus cejas.

—¿Y tú que te crees, Black?, ¿el dueño del castillo?, yo llegué primero, así el que se debe largar eres tú—, sentenció Severus.

Sirius se acercó, con un aire intimidante, pasándose enfrente del pelinegro.

—No estoy de humor Snape, te dije que te largaras.

—Me importa una mierda si estás de humor o no, yo no soy ninguno de los lamebotas a los que estás acostumbrado, así que si no me quieres ver, lárgate tú.

De un momento a otro, Sirius lo tomó del cuello, estrellándolo a la pared, Severus reprimió la mueca de dolor, una vida con Tobías lo había hecho inmune a todo golpe.

Sentía el aliento de Sirius, mezclarse con el de él, no podía alejarlo, porque era demasiado pesado para sus delgados brazos, así que apuntó su varita, y lanzó un expulso no verbal, haciendo que el otro chico cayera al otro lado de la habitación.

El aturdimiento del Gryffindor no duró mucho, porque empezó a lanzarle hechizos a Severus, ambos empezaron a moverse por la habitación, con demasiada maestría, en el calor del momento, el Slytherin creyó que era una buena idea probar un hechizo que había creado.

—¡Sectusempra!

Sirius no lo pudo esquivar a tiempo, haciendo que el maleficio golpeara en el hombro derecho, inmediatamente empezó a sangrar.

Severus quedó paralizado ante la escena, nunca en su vida había visto tanta sangre, ni siquiera cuando su padre lo golpeaba, vio como el león caía al suelo, activando algo en Severus.

—Respira Black, voy a lanzar el contrahechizo—, informó mientras apuntaba su varita en las heridas, empezando a recitar la cura.

Cuando terminó, el rostro de Sirius estaba demasiado pálido.

—Leviacorpus—, susurró él, haciendo levitar el cuerpo del otro chico, acostándolo en el sofá suavemente.

La sala proveyó unos viales que contenía una poción restauradora de sangre, la cual le hizo beber a Sirius.

Después de un rato, el Gryffindor empezó a recuperar el color.

—Lección aprendida—, susurró Sirius rompiendo el silencio—, más nunca hacer cabrear a Severus Snape—, mientras soltaba una risita que fue opacada por un quejido.

—Lo siento Black, mi intención no era matarte.

—Y gracias a Merlín que no, porque sino, ya estuvieras enterrando mi cuerpo en el patio del colegio.

—¡Por supuesto que no!, es mucho trabajo, soy un Slytherin, te lanzaría al lago, dejaría menos prueba.

—Es astuto, no lo niego—, concedió Sirius.

Ambos se quedaron en silencio, el sueño que había sentido Severus, se había ido, le quedaba la adrenalina del suceso anterior.

—¿Vas a ir a acusarme con Dumbledore?—, preguntó Severus.

—No, con 2 condiciones.

—¿Cuáles?

—Que me digas de donde sacaste ese hechizo, y que me prometas que no lo volverás a usar.

Quería negarse, pero se lo debía, no quería acabar en Azkaban por agresión.

—Yo creé ese hechizo, mas no sabía lo que causaba y te prometo que no volverá a pasar, porque sé las consecuencias.

Sirius lo miró, analizando sus palabras.

—De acuerdo, me sorprendería de que crearas ese hechizo tan… poderoso, pero eres tú, así que no es nada fuera de lo común, y con respecto a lo otro, te creo, vi tu preocupación cuando me heriste, así que si no me remataste a mí, dudo que lo hagas con otra persona—, comentó mientras se levantaba.

Tomó sus cosas y se dirigió a la puerta.

—No te preocupes, nadie se va a enterar de lo que pasó—, dijo sin darse la vuelta y marchándose de la sala.

Severus pensó que todo quedaría así, siguió yendo a la sala de los menesteres, sólo con la única diferencia, en que también iba Sirius, no se dirigían la palabra, se ignoraban mutuamente, pero no era incómodo.

Fueron pasando los días, hasta que el ojigris dio el primer paso, empezó una conversación trivial, luego sin darse cuenta, hablaban sin parar, y secretamente, Severus no veía la hora de volver a encontrarse con Sirius, en algo que se había convertido en un ritual para ambos.

Sus sentimientos por el otro chico, empezaron a cambiar, y eso le asustaba, pero se permitió tener un mínimo de esperanza de que fuera correspondido, hasta que… vio a Sirius besando a una chica, y toda ilusión se fue al caño.

Ese día él no fue a la sala de los menesteres, y Severus se permitió llorar.

Al día siguiente, Sirius llegó, trató de hablarle, mas fue ignorado.

—Severus, ¿qué pasa?

—Nada.

—Severus no me mientas.

—Ya te dije Black, no sucede nada.

Sirius soltó un suspiro frustrado.

—Lamento no haber venido ayer, estaba ocupado con el entrenamiento.

—Y con tu novia—, susurró el ojinegro, pero el chico lo escuchó.

—Yo no tengo novia.

—No parecía cuando besabas ayer a esa chica de Ravemclaw—, comentó Severus, tratando de sonar indiferente.

—¿Estás celoso?—, preguntó con incredulidad el Gryffindor.

Y es en ese momento, en donde todo se acaba, pensó Severus amargamente.

—Yo siento algo por ti, pero olvidalo porque…—, y no pudo continuar porque Sirius lo estaba besando.

Sirius Black lo estaba besando, se repetía una y otra vez en su mente, pensaba que estaba soñando, cuando sintió una mano apretar su cintura.

—Yo también siento algo por ti, me gustas Severus Snape, más que mi moto, y eso es mucho decir, besé a esa chica, porque creí que podía olvidarte, pero no puedo, ni podré hacerlo, me encantas, besaría el piso por donde caminas si me lo pidieras, así que solo me queda preguntarte, ¿Severus Snape quiere ser el novio de este chico que está perdidamente enamorado de usted?

—Sí—, contestó alegremente el pelinegro.

Y ambos unieron sus labios, sellando así su amor.

Conoceme y enamórate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora