En mi día a día una presión en mi pecho cada vez se hace más fuerte. Es un dolor angustiante y sofocante. Solo desaparece cuando estoy sola, cuando mis padres no están para juzgarme ni las demás familias comparten mi mismo espacio.
Una voz en mi cabeza que me obliga a no consumir comidas con más calorías de las necesarias. Que me hace pasar largas horas con mareos extremos y algunas veces nauseas.
O la sensación de infelicidad que solo calma cuando le quito cosas a los demás.
Soy una ladrona.
Una asesina.
Una mentirosa.
Soy consciente de mi poca empatía y no me importa. Es la única forma de no salir nuevamente lastimada como en el pasado.
—¡Pide un deseo, jirafa! —exclama con emoción mi hermana y esquiva el golpe que trato de darle por el sobrenombre. Mamá y papá también animan, excepto Benjamín que se mantiene en silencio odiándome.
Las llamas que despide la vela de la torta se elevan hasta a mí, relucientes y fugaces. Seré tan letal como el fuego.
Por un segundo me permito observar a la familia Stone, ellos me miran con curiosidad y Kayden esboza una pequeña sonrisa. Mi deseo depende de ellos.
De un soplido apago la vela.
🍭🍭🍭
Escondida en la cocina bebo un sorbo de mi coca cola, sirvo en mi plato tres porciones de torta, vuelvo a beber, como, bebo, como. No estoy satisfecha.
En el refrigerador quedó comida de esta tarde. Cuatro porciones de pizza, sándwiches de diferentes tipos. Como todo.
Bebo un poco de mi coca.
Sigo teniendo hambre.
Comeré más dulces, eso tendrá que parar el vacío en mi estómago.
Vuelvo a comer otra porción de torta, a la vez que encuentro caramelos y una paleta. Sí, me quedo con la paleta. Eso siempre sirve.
—¿Bianca?
Me sobresalto.
Mamá entra a la cocina, alternando su mirada entre mi boca cubierta de migajas y la mesada hecha un desastre por el diferente tipo de comidas. Estoy segura de que gritaría si no fuera porque nuestro líder llega detrás de ella y se detiene en el marco de la puerta al percatarse de la situación.
Me congelo en mi posición, de pronto siento mucho frío y mi corazón late aceleradamente.
—Gracias Valeria pero puedo servirme yo mismo la porción de torta —habla el jefe.
—Si es que quedó —no se va antes de dirigirme una mirada de satisfacción.
Todo lo que hago es mirar un punto ciego en la mesada, aún así siento cuando el papa negro se acerca y me hace levantar la quijada. Me quita la paleta, de su bolsillo saca un pañuelo y se encarga de borrar las migajas pegadas a las comisuras de mi boca.
—No quedó torta —le hago saber, intento alejarme pero él me lo impide.
—Vayamos a dar un paseo.
—¿Qué? No.
—¿Luego de cinco años te dejo salir y tu mejor respuesta es rechazarlo?
—Salir sola.
—La soledad es hermosa, Bianca, pero puede llegar a ser adictiva. Y los peligros se disfrazan de debilidades.
—Está bien, vayamos a dar un paseo —declaro porque quiero alejar el rumbo que tomó la conversación.
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Dulce Asesina Serial
Fiksi RemajaBianca Vital convive al margen de la sociedad, con demás familias, quienes pertenecen junto a ella a un grupo cerrado que sigue estrictas reglas. Ya que el que entra, tiene prohibido salir. Liderado por un joven adulto fanático de Satán. Pero para...