Capítulo 26

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5 años atrás.

Mamá estudia mi apariencia, su mirada recorre desde mi rostro que forma un ovalo, mi pálida piel, hasta mi oscuro cabello que forma hermosas ondas naturales, heredadas propiamente de ella. El grisáceo de mis ojos está bajo ellos, formando círculos prominentes.

Estoy en plena pubertad, creciendo un poco más cada día y desarrollando un cuerpo más fuerte.

—No contas con nada que pueda resultar llamativo. Que pueda atraer y hacer caer a los demás.

Su puño vuelve a impactar contra mi omóplato y su rodilla en mi estómago.

Resisto como hice con los anteriores.

—¿Qué harás entonces?

—Inteligencia... —suelto un suspiro, me cuesta respirar por el dolor de los golpes—. Hacerlos caer con mi inteligencia.

Ahora es ella la que retrocede y desestabiliza por el empujón y la patada que le propino.

Arremete duramente, encontrándonos en una pelea dónde confirmo que nuestros niveles se han emparejado. Me he vuelto tan buena como ella.

Al terminar volvemos a entrar a casa, tomamos diferentes caminos ya que es costumbre que después de una práctica vayamos a bañarnos. Abro la regadera y con solo imaginarme sacándome el sudor, una sensación de satisfacción aparece.

No alcanzo a desnudarme cuando abren la puerta y Zoé me estrella contra la pared y tapa mi boca.

—No digas una sola palabra hasta que yo terminé.

Frunzo el ceño.

—Creo que Gabriel denunció a mamá.

La muerdo, haciendo que me suelte y chillo:

—¿QUÉ?

—¡Te dije que no...!

—No, no, no... él no puede, no sabe lo que está haciendo... —entro en pánico y no soy la única—. ¡Te dije que no podían acostarse hasta que los moretones desaparecieran! —asumo que vio su piel, es de la única forma que pudo haberse enterado.

—No lo hicimos. No lo entiendo.

—¡Ahora ella hará lo mismo con Benjamín! ¡Te lo dije, Zoé, no podían acostarse!

—¡No lo hicimos! —insiste—, ¡no sé cómo rayos se enteró! Debió... debió habérseme subido las mangas de la camiseta o... ¡no lo sé, pero no lo hicimos! —vuelve a decir y es tanto su sufrimiento que le creo. Hacemos de todo para que esto no le suceda a nuestro hermano más pequeño—. Me mandó un mensaje de texto diciendo que vendrá a buscarnos y que quiere hablar con Valeria, urgentemente.

—Es un hecho, lo sabe.

Zoé me deja para que me bañe tranquilamente aunque hace mucho tiempo no conozcamos el significado de esa palabra. Desde que mamá comenzó a pegarnos.

Primero eran solo palabras, cada vez que hacíamos algo que ella consideraba tonto o inútil, luego llegaron los golpes y ya no puedo recordar desde cuándo somos agredidas físicamente. Solo que al acostarnos por las noches, el dolor es tan insoportable que no nos deja descansar.

Solo salimos para ir a la escuela, para aparentar que somos niñas normales con una vida normal pero lo cierto es que papá no está nunca por su trabajo, o por lo menos es lo que dice. Tampoco sé dónde Valeria a veces huye por días o semanas, dejándonos a nuestro propio cuidado y encargándonos de Benjamín. Aunque esa sea la mejor parte, cuando nos quedamos los tres solos son los únicos momentos en los que la normalidad propiamente nuestra se siente real.

Dulce Asesina SerialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora