Capítulo 22

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Llevamos tres horas en silencio, solo escuchando música de la radio y mirando las estrellas. Me resulta extraño tener un momento de tranquilidad y paz. Hasta que el celular comienza a vibrar en mi bolsillo trasero y me remuevo en el asiento para disimular.

—¿Qué te pasa? —me mira como si fuera ridícula.

—Quiero ir al baño.

—Ve a los arbustos de atrás o que se yo.

—Yo no tengo una cosa colgante que me haga la vida más fácil para expulsar líquidos, voy a ir al baño del hospital.

—¿Te volviste loca? Esos viejos pueden verte.

—No van a verme, tienen a su hijo literalmente muriéndose. No me jodas, voy a ir.

Abro la puerta que gracias a nuestro señor se encuentra sin seguro y salgo del auto. Atravieso la mitad del estacionamiento para ingresar al establecimiento y enseguida mis sentidos captan el bullicio y rostros preocupados por diferentes motivos. Sigo unos carteles que indican el camino a el baño de mujeres y una vez adentro, me encargo de revisar el celular. Tengo dos llamadas perdidas de Kayden.

Voy a su contacto y lo llamo.

No me da tiempo a hablar cuando su voz entrecortada y nerviosa me interrumpe:

—Zoé, Chanel y Freya lo saben. Encontraron la foto de Matthew que tenía escondida, la misma que estaba en la maleta y vos la encontraste. Quieren contárselo a Branco cuando vuelva. ¡No sé qué hacer, ni qué decir!

—Mierda, mierda.

Me apoyo contra la pared, de pronto me falta el aire.

—Kayden, primero cálmate, no podemos pensar si estamos alterados.

—Yo sé, pero... pero, ¿qué haremos ahora? El plan se desmorona, ¡pueden contárselo a Tadeo!

—¿Cómo pasó eso?

—La foto se me cayó y Freya no me dió tiempo de recogerla.

—¿Los adultos no lo saben, no?

—No. Los padres de las chicas se fueron a la cama después de lo qué pasó y los tuyos no los veo hace rato, lo mismo con tu hermano.

—¿Qué les dijiste?

—Tuve que decírselos.

—¡Qué! ¿Te golpeaste la cabeza cuando eras chiquito? ¡Cómo que se los dijiste!

—¡No tenía otra opción! —suena como si estuviese apunto de llorar.

—¡Siempre hay otra opción!

—Dijeron que guardarían el secreto a cambio de que les prometiera lo mismo que a vos.

—¡Ay, Kayden, ingenuo de mierda! ¡No podemos confiar!

—¡No me insultes!

—No puedo tardar mucho más en la llamada. Si mi madre anda más desaparecida de lo normal, algo está sucediendo, así que tengan mucho cuidado con lo que digan o hacen. Actúen normal.

Cuelgo.

No me doy cuenta de que mis manos están temblando y quiero gritar hasta que salgo del baño. Me apoyo en la puerta, tomando una exhalación y tratando de calmarme.

—¿Bianca?

No. No. No.

La única mierda que me faltaba.

José me observa con un rostro sorprendido.

—¿Qué haces acá?

—Quería...—titubeo y me trabo al decirlo. Calma, calma— quería ver cómo estaba Branco.

Dulce Asesina SerialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora